El recién reelecto presidente de Bolivia, Evo Morales, denunció el golpe de estado en marcha contra su gobierno para colocar en su lugar al derechista Carlos Mesa, en un plan orquestado hace varios meses para ignorar su mandato constitucional, y derrocar el socialismo en ese país.
Morales, líder del Movimiento Alianza País (Mas) obtuvo la victoria el pasado domingo cuando 10 puntos porcentuales lo separaron de su rival Mesa, quien dirige los atentados de los últimos días en Santa Cruz, bastión de los conservadores en Bolivia. Este político derechista ocupó la vicepresidencia de Gonzalo Sánchez de Losada y después su lugar cuando el dignatario salió huyendo del país por la masacre conocida como Octubre Negro, que dejó 67 muertos y 400 heridos en El Alto, en 2003. Lozada obtuvo refugio en Estados Unidos (EE.UU.) y ahora exige un balotaje.
La táctica opositora radica en desconocer la victoria del Dignatario, luchar de manera violenta por una segunda vuelta y si no lo logra, posiblemente autoproclamar a Mesa como presidente designado.
Detrás de ese intento de golpe de estado se encuentran el derrotado Mesa, Sánchez de Quesada, la Iglesia Católica y dirigentes políticos conservadores, y presuntamente, el encargado de negocios de la nación norteña.
El pasado domingo el Mas no solo ganó la primera magistratura con el binomio Morales-Álvaro García Linera –según reportes desde La Paz-, sino que también alcanzó la mayoría absoluta en las Cámaras de Diputados y Senadores. Además obtuvo la victoria en seis de los nueve departamentos de esa nación plurinacional.
En una intervención ante la prensa acreditada en la capital, el presidente que ganó su cuarta elección consecutiva, denunció ante el pueblo boliviano y la opinión pública mundial ¨que está en proceso un golpe de estado con la convocatoria de la oposición a un paro nacional y acciones de violencia en varios departamentos. La derecha, precisó, se vienes preparando desde hace meses con apoyo internacional¨.
En un proceso golpista con antecedentes en el año 2008, abortado gracias a la movilización del pueblo y de las organizaciones integracionistas entonces existentes, ahora los partidos conservadores tratan de reeditar el hecho. Cuatro años atrás comenzó –al parecer ahora en pausa- una reconversión de los gobiernos progresistas suplantados por la derecha con la organización y financiamiento de EE.UU. y su estrategia de apoderarse de nuevo de la región.
Bajo la conducción de Morales, se logró la reestructuración del Estado mediante una Asamblea Nacional Constituyente y sus consecutivas administraciones sacaron de la miseria a más de 20 millones de ciudadanos, hizo la campaña de alfabetización, nacionalizó los activos más importantes, como los hidrocarburos, mientras mantiene un estable crecimiento de la economía, entre otras muchas acciones para acabar con la desigualdad social existente en uno de los países más ricos de Latinoamérica.
Lo más importante de estos últimos 14 años es que el sistema socialista del Mas dignificó a los indígenas bolivianos, considerados ciudadanos invisibles para la oligarquía cuando sobre ellos descansa la economía nacional, antes depredada por la oligarquía y los políticos corruptos.
El primer presidente indígena de ese país alertó lo que viene sucediendo en algunos departamentos, en especial Santa Cruz de la Sierra, reducto de la derecha nacional, donde se reportan acciones violentas, incendios de instituciones e infraestructura de los tribunales departamentales, amenazas a la militancia del Mas, interrupción del conteo de votos y atentados contra candidatos electos bajo la bandera de esa organización.
El pueblo revolucionario de Bolivia está consciente de que quieren posesionar un nuevo presidente, al estilo del decadente Juan Guaidó en Venezuela, lo que, opinan analistas como Ray López de El Comercio, no será permitido por La Paz.
¨Quiero decirle al pueblo boliviano, a las hermanas y hermanos, que hay que organizarse, prepararse para defender la democracia¨, ganada luego de mas de 20 años de dictaduras militares y democracia pactada entre políticos."Quiero decir al pueblo que (estamos) en estado de emergencia y movilización pacífica y constitucional para defender la democracia”, agregó el mandatario.
Mesa no se quedó callado ante el pronunciamiento presidencial, y acusó al gobierno de cometer fraude, por lo que los partidos opositores seguirán su plan, dijo, hasta que haya un balotaje.
Hay un peligro eminente de golpe de estado, según indican los movimientos realizados por la Organización de Estados Americanos (OEA) y la oposición desde el pasado domingo en un intento desesperado por desplazar al reelecto mandatario.
Mientras la derecha alienta desde adentro la violencia y la obligación de una segunda vuelta, la OEA, que tuvo un grupo de observadores en los pasados comicios, reunió este miércoles a su Consejo Permanente para considerar lo que llaman ¨la situación boliviana¨.
En ese encuentro, los delegados de Brasil, Canadá, Argentina, Colombia, EE.UU., Costa Rica y Ecuador se manifestaron en desacuerdo con los resultados preliminares de los comicios presidenciales y respaldaron el negativo informe previo entregado por la Misión de Observación de esa entidad regional capitaneada por Washington.
Por el contrario, los representantes de Bolivia, México y Nicaragua recordaron que el proceso de conteo no ha finalizado y pidieron respeto por la soberanía y las instituciones de la nación andina de mas de 11 millones de habitantes y grandes riquezas naturales de las que intenta apoderarse EE.UU..
La OEA considera, según el director del Departamento para la Cooperación y Observación Electoral, Gerardo Icaza, que “continúa siendo la mejor opción convocar a una segunda vuelta” y cuestionó los resultados de la elección del presidente y vicepresidente.
Sin embargo, el cómputo definitivo oficial, con el 96,63% de las actas escrutadas, ofreció la víspera un resultado similar al mostrado en el conteo rápido el pasado domingo.
EE.UU. comenzó a enseñar sus uñas también ese día por boca de su senador republicano Marco Rubio, ¨preocupado por las evidencias manipuladas¨ del resultado electoral favorable a Morales.
El legislador estadounidense, a quien se considera un injerencista en los asuntos internos de las naciones latinoamericanas, afirmó que ¨hay razones para preocuparse¨, lo que confirma la intromisión de Washington en Bolivia.
El presidente convocó el pasado día 13 al encargado de negocios de la embajada norteamericana en La Paz para informarle que un vehículo de la sede diplomática de su país viajaba a la localidad de Yungas a hacer promesas siempre y cuando no lo apoyaran en los comicios, según dijo en una entrevista en el programa Detrás de la verdad.
El ministro boliviano de presidencia, Juan Ramón Quintana, denunció dos días después que ¨no hay un día en que no esté presente la injerencia de la embajada de EE.UU. en la política nacional¨, expresó al canal oficialista Bolivia TV.
Quintana aseguró que la Casa Blanca ha interferido en los procesos electorales de su país durante 50 años, ¨pero ahora los políticos yanquis están más presentes que nunca¨.
El Departamento de Estado llamó la atención la semana pasada por supuestas amenazas a jueces del Tribunal Supremo Electoral, las que, opinó, ¨no son propicias para la realización de elecciones.
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