Entre los elementos más sensibles de la política china se ubican su celo por la integridad territorial del gigantesco país asiático, y la demanda de absoluto respeto a la no injerencia externa en sus asuntos locales.
No es capricho. Sencillamente se trata de que en la milenaria historia nacional, el despojo y las divisiones a manos de fuerzas foráneas han estado siempre vigentes, y por tanto la defensa de la inviolabilidad de la patria ha sido y es de los más caros deberes del país y sus autoridades progresistas.
Del otro lado, del de los agresores, seccionar, desgajar, ocupar y expoliar resultaron siempre las prioridades imperiales con respecto a China, una línea que Washington se empecina en mantener, con más vesania en la medida en que el gigante asiático ha ascendido en su desarrollo integral hasta los primeros planos internacionales y prosigue aceleradamente en esa elogiosa marcha.
Valga indicar que hace apenas unos días, el nominado “futuro jefe” del estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos, el general Mark Milley, definió a China como un “adversario” de la primera potencia capitalista, y subrayó que frente al acelerado avance multifacético del gigante asiático las Fuerzas Armadas norteamericanas deben "estar preparadas" y no ceder su presunta "ventaja”.
El general Mark Milley, definió a China como un “adversario” de la primera potencia capitalista. (Foto: AFP).
Y, desde luego, no se trata del primer indicativo ni provocación con respecto a Beijing proveniente de los círculos gringos de poder.
En esa carrera hostil, por ejemplo, se inscribe el “desvelo” oficial norteamericano por tensar cuerdas entre la república Popular China, RPCH, y Taiwán, la isla que frente a las costas continentales fue desde 1949 un “refugio” para las fuerzas pro imperialistas desalojadas del país por la revolución liderada por Mao Zedong y apoyadas por Occidente.
Washington logró por largos años que aquella pequeña porción, hoy denominada Taiwán, fuese reconocida en la ONU como la pretendida representante del pueblo chino, injusticia que fue salvada en 1971 por la comunidad internacional que en aquel año decidió reconocer a la RPCH como miembro pleno de la ONU y a la Isla como parte inalienable del gigantesco país.
China ha intentado aplicar con Taiwán, como lo hizo con otros territorios enajenados por potencias extranjeras, el principio de “un país dos sistemas”, y ha indicado con insistencia que la ínsula está contenida indisolublemente en la geografía nacional.
No obstante, desde su llegada al gobierno, la administración de Donald Trump no ha cejado en crear dislates con relación a Taiwán, a la que insiste en “considerar” un territorio desligado de China.
En ese sentido, apenas asumió su cargo, el magnate inmobiliario “se comunicó por teléfono con la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, en el contacto de más alto nivel entre Taipei y Washington desde 1979.”
Más tarde, Trump cuestionó la política de "una sola China" que adoptó el expresidente Jimmy Carter (1977-1981), aunque luego se comprometió con su homólogo chino, Xi Jinping, a respetarla.”
Puro cuento, toda vez que hace apenas unos días la presidenta taiwanesa informó de la compra a los Estados Unidos de un importante embarque militar por valor de dos mil millones de dólares.
Según la mandataria y el Departamento gringo de Defensa, “esta transacción contempla la venta a Taiwán de 108 tanques tipo M1A2T Abrams, así como de 250 misiles Stinger, junto a otros vehículos y municiones”, en un acuerdo que, según Washington, "no alterará los equilibrios militares básicos en la región".
Para China, sin embargo, se trata de una flagrante violación de las disposiciones internacionales con respecto a la integridad y seguridad del país, y una provocación que se inscribe en la permanente hostilidad oficial norteamericana con respecto a Beijing.
En consecuencia, y como una primera repuesta, que sin dudas implicará además medidas militares adicionales de carácter defensivo, China decidió imponer sanciones a toda empresa estadounidense que se involucre en la venta a Tawián de los susodichos pertrechos bélicos.
Adicionalmente Beijing advirtió a los Estados Unidos que no subestime su determinación de proteger la soberanía e integridad nacionales, y le responsabilizó por poner bajo amenaza a la Isla, “pues aunque hasta ahora China opta por la reunificación pacífica, puede verse obligada a abandonar esa política.”
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