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jueves, 7 de noviembre de 2024

Persisten los fantasmas

La titulada Tercera Cumbre de Seguridad Nuclear, en La Haya, sigue la misma cuerda hegemonista que sus antecesoras...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 25/03/2014
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Cumbre Nuclear
En La Haya es evidente que todo será redundante en materia de armamento atómico.

Lo cierto es que desde los bombardeos nucleares norteamericanos a las ciudades japoneses de Hiroshima y Nagasaki en 1945, sobre la humanidad no han dejado de sobrevolar los fantasmas de un total holocausto que, sin dudas, no dejará rastros de nuestra historia como especie, ni a nadie que la cuente.

La distensión que llenó cierto espacio en los largos años de la llamada Guerra Fría, aupada por Washington y sus aliados contra la entonces Unión Soviética y el Campo Socialista Europeo, tampoco alejó el peligro de muerte para el planeta, toda vez que su sustento era la existencia de un clima de tensa calma a partir del riesgo de destrucción mutua de las grandes potencias atómicas de la época.

Desbancado en las postrimerías del pasado siglo el titulado “Eje del Mal” en el Este del orbe, pareció por un instante que al fin la gente podría tomarse un respiro en cuanto a la tirantez atómica.

Solo que en los planes de los sectores norteamericanos de poder apenas se abría un sendero expedito hacia su titulación como emperadores globales, y las armas de destrucción masiva resultaban una clave en tales planes intimidatorios y expansionistas.

La cosa se agravaría para esos segmentos con los positivos giros en Rusia transcurridos los primeros años luego de la debacle de la URSS, la irrupción de China como aspirante a primera potencia económica mundial y su creciente y sonada influencia militar, y el estallido de una crisis económica capitalista desde 2008 que seis años más tarde todavía hace de las suyas, amén del desgaste bélico de Washington en sus directas guerras de agresión en Afganistán e Iraq.

Pero con todo, los belicosos han persistido y persisten en sus aventuradas prácticas. El cerco a Moscú y Beijing es el epicentro de su trasnochada estrategia, y conservar y modernizar sus arsenales nucleares, junto a procurar, mediante el llamado escudo antimisiles, usarlos sin presumible respuesta de los agredidos, indica que nada ha cambiado para el género humano desde la aparición y estallido de las primeras bombas atómicas.

De hecho, hoy existen en nuestra realidad global polvori-nes nucleares que guardan no menos de 23 mil artefactos de destrucción masiva, de los cuales más de la mitad están en permanente estado operativo.

¿Y ese resulta acaso el trascendente tema que ahora mismo reúne en Holanda a dirigentes de más de 53 naciones en la llamada Tercera Cumbre sobre Seguridad Nuclear?

Lo decía claramente y sin rubor alguno el primer ministro holandés, Mark Rutte, anfitrión del cónclave: "no nos vamos a centrar en el uso militar del material nuclear, sino en evitar que caiga en manos equivocadas". En pocas palabras, que esta tercera cita seguirá el camino de las dos anteriores.

Así, organizada a instancias del presidente Barack Obama en 2010 en Washington, la primera reunión tampoco asumió como propósito central cuestionar los arsenales vigentes, sino “avanzar en la prevención de ataques terroristas que puedan utilizar material nuclear.”

De manera que lo que estuvo y está sobre la mesa no es lo que Washington y sus aliados poseen o hacen en materia militar atómica, sino lo que otros podría acometer, de manera de evitar reducir el monopolio de los hegemonistas en el uso bélico de la energía nuclear.

De ahí que en la cita de Seúl, en 2012, los “debates” giraran en torno a los programas atómicos de Irán y Corea del Norte, y los afanes “terroristas” de ambas naciones.

En La Haya, por tanto, y con la renovada presencia de Obama y otros líderes que secundan la línea agresiva y de doble resero que caracteriza a la Casa Blanca, es evidente que todo será redundante en materia de armamento atómico, y por tanto los arsenales de los poderosos permanecerán intactos y no serán tema de diálogo.

Y, paradójicamente, todo indica que, por encima de sus rótulos, el foro sí ha hecho centro en arremeter contra Rusia y la reinserción de Crimea y Sebastopol al gigante euroasiático, así como en decidir la exclusión de Moscú del titulado Grupo de los Ocho, cuya próxima cumbre estaba señalada para Moscú.

Un signo evidente de quienes manejan los hilos de las tituladas Cumbres de Seguridad Nuclear, justamente los que hacen todo  lo posible para que el planeta sea cada vez más agrio e inestable.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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