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lunes, 18 de noviembre de 2024

Objetivo en mano

Rusia disminuye su presencia militar en Siria...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 16/03/2016
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El propósito esencial de frenar el terrorismo en Siria y establecer un balance de fuerzas favorable al legítimo gobierno de Damasco ha sido cumplido, y por tanto, Moscú acaba de ordenar la disminución de sus efectivos dislocados en aquel país mesoriental.

De manera que el anuncio hecho sobre el particular por el presidente ruso, Vladímir Putin, no puede ser interpretado ni como signo de debilidad del Kremlin, ni como síntoma de cansancio o abandono del pueblo sirio a su propia suerte.

Sin dudas los ataques de los aviones militares rusos, de su marina de guerra y de las fuerzas misilísticas  contra los integrantes del extremista Estados Islámico, EI, Al Qaeda y otros grupos extremistas pagados por Occidente en su embestida contra Siria, han contribuido sensiblemente al avance decisivo del Ejército Nacional y las milicias populares regionales, que hoy controlan buena parte del país y han puesto en jaque a los agresores.

Recordemos que Rusia inició sus acciones armadas en Siria el 30 de septiembre de 2015, apenas medio año atrás, a solicitud del gobierno del presidente Bashar el Assad, y que su campaña permitió no solo destruir importantes bastiones logísticos de los terroristas, sino además obstruir el robo de petróleo sirio para su venta ilegal en Turquía con  la connivencia de las autoridades de Ankara, algo que los controvertidos ataques de los aparatos norteamericanos y de sus aliados no lograron en más de un año de “presencia bélica” en el área, presuntamente destinada a frenar a los yihadistas.

    Y, ciertamente, la consolidación en el espacio militar resulta condición indispensable para garantizar que el recurrente camino de una solución política no derive en el tan acariciado chanchullo imperial que conduzca a dictaminar desde el exterior el cambio de régimen interno en Siria que obra desde hace mucho tiempo en los planes hegemonistas con relación a Asia Central y Oriente Medio.

Pero además, Moscú ha puesto otra vez en evidencia que su actuación bélica en Siria por estos últimos seis meses no es un acto de injerencismo ni persigue metas ocupacionistas.

Cumplido el deber y logrados los objetivos claves, incluido el actual cese del fuego en el país, vigente pese a todas las dificultades, una parte importante de los efectivos involucrados regresan a la patria, en tanto las bases aérea de Jemeim y marítima de Tartus, utilizadas por Moscú, permanecerán listas y debidamente defendidas para  actuar a favor del pueblo sirio y de controlar el cumplimiento de la actual suspensión de la hostilidades que, entre otras cosas, ha permitido al Kremlin llevar ayuda humanitaria a una población agobiada por cinco años de agresión armada.

Tampoco la medida desliga a Rusia del combate contra los grupos terroristas, que de hecho no están incluidos entre los beneficiarios del cese del fuego.

Por demás, en comunicación directa con Putin, el presidente sirio, Bashar el Assad, agradeció a Moscú su apoyo militar y humanitario, en lo que confirma la comunidad de propósitos y la identificación de pareceres entre ambos gobiernos.

La decisión rusa aporta, además, un elemento positivo al diálogo para una conciliación política que, convocado nuevamente en Ginebra, intenta por estos días un arreglo entre Damasco y varios sectores de la oposición.

Queda por ver ahora cómo interpretan la decisión rusa aquellos intereses que insisten en el intervencionismo y el desgajamiento de Siria, de manera de transformarla en otro eslabón del cerco estratégico que los aspirantes a emperadores universales intentan tender sobre las divisorias de sus “dos grandes oponentes”,  Rusia y China, según la propia y abierta jerga de semejantes aberrados.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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