El optimismo exagerado puede hacer mal. El presidente electo de Chile, Gabriel Boric, el más votado de la historia contemporánea del país, tiene los pies sobre la tierra y conoce, y así lo ha expresado, que el camino de la refundación nacional es arduo y largo, y no faltarán los obstáculos de la poderosa derecha para tratar de hacerlo fracasar en La Moneda.
Desde hacía décadas no hubo en Chile, primero asfixiado por la dictadura del general traidor Augusto Pinochet y luego por gobiernos que no dieron respuesta a las necesidades del pueblo, una alegría colectiva tan visible, la esperanza en los rostros, la seguridad en el corazón, como la observada en el país el pasado domingo, cuando se conoció la contundente victoria del izquierdista Boric, quien con 36 años será el mandatario de menos edad en ocupar el Palacio de La Moneda.
Para cambiar la anquilosada estructura neoliberal chilena, y enterrar el pensamiento pinochetista, el 55,7 % de los chilenos convocados al voto dieron un primer paso hacia cambios profundos al derrotar al ultraderechista José Antonio Kast, del Frente Social Cristiano quien, según su programa político, hubiese implantado una política oscurantista, antiprogresista y dictatorial.
El mandatario electo, ex líder estudiantil que se enfrentó en su primer mandato al saliente Sebastián Piñera por una educación universal y de calidad junto a millares de jóvenes, diputado por la región de Magallanes, lideró la candidatura de Apruebo Dignidad, una alianza integrada por el Partido Comunista (PC), Revolución Democrática (RD), Convergencia Social (CS), Comunes y el Partido Regionalista Verde Social (FRVS).
La presencia del PC en esa unión fue utilizada por las agrupaciones derechistas para tratar de que el electorado identificara a esa organización con el comunismo —léase equivocadamente terrorismo— sin que en América Latina o el Caribe haya alguna regencia de esa ideología. Si existen, y cada vez más, administraciones progresistas o socialistas en la región, donde, por el contrario de lo que proclama la propaganda de las oligarquías, los programas del oficialismo favorecen a una mayoría de la población. Olvidaron los formadores de opinión que el PC formó parte del Ejecutivo de la expresidenta Michelle Bachelet y su actuación fue moderada y de apoyo.
El pueblo entendió y lo hizo bien. Las matrices contra Boric partieron de la presencia de los comunistas en su postulación. El joven, militante de la agrupación Convergencia Social, llegó a la carrera presidencial de la mano del PC, luego de ganarle a su abanderado Daniel Jadue en las primarias de julio pasado.
Si había resistencia por ignorancia o por influencia negativa de los medios hegemónicos acerca del PC, el temor a caer en manos del fascismo fue superior.
AHORA ES, CUANDO ES…
Boric y su equipo donde están presentes militantes de la alianza ganadora, plantean que se cumplirá por plazos (2022-2026) un programa encaminado a responder las exigencias de las muchedumbres que en 2019 ocuparon las principales calles del país, con saldo de decenas de asesinados, detenidos, torturados y violados. Una de las solicitudes del pueblo es la rápida de liberación de más de 300 detenidos por el régimen de Piñera aquel año.
El proyecto oficial del presidente electo con 4,6 millones de sufragios y con una ventaja de 11,74 puntos con respecto a su rival, posee varios ejes imprescindibles, entre ellos culminar la saboteada por Piñera redacción de una nueva Constitución Nacional y su posterior referendo popular de aprobación.
Con esa democrática acción, el pueblo respaldará las eventuales transformaciones políticas y socio-económicas reclamadas durante la llamada etapa democrática tras la salida de Pinochet en 1990. Hasta ahora, la Carta Magna vigente está inspirada en el pensamiento fascista del general que dio un golpe de Estado al presidente socialista Salvador Allende en 1973 por órdenes expresas de Estados Unidos (EE.UU.).
En su primer discurso a la nación, luego de que su victoria fuera reconocida, el futuro mandatario dio su respaldo a la Convención Constitucional —paritaria y con presencia de los pueblos indígenas— instalada el pasado 4 de julio con 155 miembros electos por voto popular y que en estos momentos redacta la nueva ley fundamental. Se supone que debe entrar en vigor el próximo año pues analistas coinciden en que será refrendada por el pueblo.
Ese documento, exigido por las mayorías, facilitará al nuevo gobierno llevar adelante los ejes en que basó su triunfo, ya que no posee mayoría en el recién electo Congreso Nacional. El espaldarazo popular se repetirá entonces.
Mientras, el avance socio-económico pasa por alcanzar acuerdos con otros sectores para la aprobación de las leyes en un Parlamento con un amplio abanico de fuerzas
NADIE QUEDARÁ ATRÁS
“Nadie quedará atrás”, afirmó Boric ante una multitud reunida cerca del Palacio de La Moneda, escenario histórico de la última batalla de Allende y miembros de su Ejecutivo, para reiterar que gobernará “para todos los chilenos, sin distinción alguna” y reiteró: “avanzaremos con responsabilidad en las transformaciones necesarias para el país”.
Objetivos de su administración serán continuar con el programa sanitario casi todo privado puesto ahora en función de detener la COVID-19, y la reactivación económica, uno de los temas más peliagudos para la nueva dirección, que pretende darle mayor espacio al Estado.
El nuevo Ejecutivo, aun no designado, deberá enfrentar la pobreza en que subsisten miles de ciudadanos. La crisis económica-sanitaria destapó el desempleo, siendo las mujeres pobres las más vulnerables en ese aspecto y en otros, como la violencia de género.
Según datos del Banco Mundial, más de 30 % de la población se encuentra económicamente resentida y con una notoria desigualdad de ingresos.
Para entidades oficiales, la actual situación convierte a las mujeres en protagonistas del mayor índice de pobreza, que toca a un 54,3 % de ellas. Se estima que un 12,2 % de la población económica activa vive en condiciones de miseria. En esa línea destacan las féminas y los pueblos originarios, en especial el mapuche.
En el caso de Chile, solo se han recuperado la mitad de los 2 000 000 de empleos que se habían perdido en tiempos de las primeras olas de pandemia. Además, no todos los trabajadores pueden retirar dinero de su fondo de pensiones, ya que solo aplica quienes tienen un puesto formal.
Datos de la World Inequality Database, dirigida por el economista francés Thomas Piketty, indican que Chile está entre los países más desiguales del mundo, a pesar de que por sus riquísimas minas de cobre podría ser uno de los más prósperos de manera estable. El sector privado concentra cerca del 70 % de la producción, mientras que el otro 30 % está principalmente en manos de la empresa estatal Corporación Nacional del Cobre de Chile (Codelco).
El economista de la Fundación Sol, Marco Kremerman, asegura que la mitad de los empleados en Chile tiene un salario menor al promedio de los 400 000 pesos (moneda nacional), equivalente a 550 dólares, cuando el costo de vida del país es mucho más alto en comparación con otros de la región.
Otro objetivo gubernamental es la reforma del actual sistema de pensiones, del cual se benefician empresas privadas que poseen el dinero de los trabajadores hasta que se jubilan; aumento del salario mínimo, reducción de la jornada laboral; subida de impuestos a las personas más ricas; y mejor redistribución de la riqueza, dada la desigual social en la actualidad.
Pero aunque todos estos principios de gobierno no pueden ponerse en marcha al unísono, Boric tiene como prioridad compromisos establecidos en el sistema educacional y el de la salud, en general en manos privadas.
El nuevo equipo oficialista hace hincapié en que la elevación de los índices económicos influirá en el sector público y en el privado, lo que dará margen para la implementación de medidas inclusivas de desarrollo social. Para el diputado de Magallanes es imprescindible el mejoramiento de las pequeñas y medianas empresas y la creación de empleos para la poderosa masa femenina.
La lucha de Boric apenas comienza. Ya subió un primer peldaño pero la escalera es alta. No pasará mucho tiempo para que la gran burguesía saque sus garras contra el nuevo gabinete que aplastará las directrices históricas de la derecha chilena.
Solo la unidad, en una nación polarizada, permitirá avanzar las ideas de vanguardia del abogado que conoció los golpes de los Carabineros —un cuerpo represivo que opera en Santiago de Chile, la capital y que será reformado o desaparecido— y que sabe muy bien lo que los ciudadanos esperan de él y de su gobierno.
En ese panorama, como paradigma para todos los tiempos, permanece intacta la experiencia política aprendida de Allende, el líder socialista que prefirió quitarse la vida antes que caer en manos de las huestes pinochetistas. Al observar al actual Chile, 48 años después de aquellos acontecimientos, Boric representa la juventud que siguió las profecías de un Chile mejor.
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