//

miércoles, 27 de noviembre de 2024

Moscú, el socio seguro de Managua (+ Audio)

EE.UU. intenta desde hace años derrocar la Revolución Sandinista, mientras Rusia brinda solidaridad y amistad a la nación centroamericana...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 03/06/2023
0 comentarios
Vladimir Putin es recibido por Daniel Ortega en el aeropuerto de Managua
El presidente ruso Vladimir Putin es recibido por su par nicaragüense Daniel Ortega en el aeropuerto de Managua. (Tomada de el19digital.com)

Aunque la política en ocasiones se convierte en un tablero de ajedrez donde hay que pensar dos veces como enroscar las piezas, resultan muy interesantes los movimientos estratégicos de Rusia en América Latina, basados en conceptos absolutamente diferentes a los que sustentan las relaciones de poderío de Estados Unidos (EE.UU.) hacia una región que considera de su propiedad. Nicaragua, una pequeña nación centroamericana que muestra una histórica resistencia hacia sus enemigos imperiales, -lo cual no es solo perceptible ahora, en pleno proceso revolucionario bajo la dirección de Daniel Ortega- estremece el tablero de la Casa Blanca al buscar el fortalecimiento de sus relaciones con Rusia, situada ahora en el número uno de los enemigos de la potencia norteña por llevar adelante sus concepciones sobre la defensa de sus ciudadanos en Ucrania. La guerra desatada entre los dos países que eran parte de la desaparecida Unión Soviética trae consecuencias de diverso tipo para la geopolítica mundial. La Casa Blanca pretende consolidar sus áreas de dominación en América Latina y el Caribe donde identifica cooperación con pérdida de terreno. Y con sus típicos métodos de imposición trata de impedir la presencia de otras potencias –pues actúa de igual manera respecto a China- que puedan influir de manera positiva en una región donde comenzó a imponerse la unidad en la diversidad de nuevo y se empieza a hablar con una sola voz. Quizás no entienda que, su prepotente actitud, ya no causa el efecto de temor entre sus aliados, que ahora disponen de eventuales socios más confiables.

La posesión de los recursos naturales y el mando político en América Latina y el Caribe son prioridad para los tecnócratas estadounidenses, quienes temen los acercamientos de Rusia y China a países que tradicionalmente eran sus trampolines políticos y militares en la región. Tres naciones que con acciones demostraron su independencia política brindan un ejemplo a sus pares latinoamericanos y caribeños sobre los conceptos de independencia y soberanía. Ellos son Venezuela, Cuba y Nicaragua, castigados con miles de sanciones de tipo económico, comercial y financiero, a funcionarios e instituciones. Bloqueos navales, golpes de Estado –como el ocurrido en Nicaragua en 2018 y destruido por el pueblo en las calles, intentos de magnicidio e invasiones. Crueldades y desatinos contra las poblaciones que se niegan a aceptar un destino trazado en la Oficina Oval.

En ese contexto, Nicaragua –como muchos otros países, ahora por ejemplo Brasil que busca la integración económica y la entrada de Venezuela al Grupo de los Brics, del cual es integrante junto al gigante euroasiático, China, India y Sudáfrica- encuentra en Moscú un aliado firme, con el cual mantiene relaciones óptimas bajo la óptica del respeto y la seguridad mundial.

Moscú no abandonará nunca a sus socios, afirmó en reciente visita a Managua el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, quien también viajó a Brasilia, Caracas y La Habana en una corta gira destinada a fortalecer los vínculos bilaterales, nada fuera de lo común entre naciones consideradas amigas en el concepto integral de la palabra.

A propósito de la presencia de Lavrov, salió a relucir en los medios de numerosos países de la región la importancia que ha adquirido el mercado latinoamericano para Rusia, al mismo tiempo que gran parte de los países del continente se han negado a entrar en la dinámica de una política sancionatoria contra el gobierno presidido por Vladimir Putin.

RELACIONES RUSO-NICARAGUENSES

Quizás algunas mentes calenturientas pensaron que la guerra ruso-ucraniana debilitaría las relaciones de la nación euroasiática con los que considera sus socios estratégicos en América Latina.

No es así, para molestia de EE.UU. porque las bases que fomentan los vínculos bilaterales están basadas en un principio absolutamente desconocido para Washington, y trascienden lo meramente comercial, una señal importante a futuro para los receptores de la región que observan las diferencias del uso de la política en las relaciones bilaterales.

Moscú ofrece al Gobierno nica flexibilidad de crédito y garantiza la calidad de recursos como repuestos y asistencia técnica, lo que refleja una disposición de colaboración y apoyo en graves momentos para la economía a nivel mundial.

Nicaragua, con una aproximación importante con Moscú luego del triunfo de la Revolución Sandinista, logró un despegue socio-económico trascendente para la implantación de un sistema político que desagregara los índices de pobreza y desigualdad vivencial en ese país volcánico.

Durante la década de 1980 miles de jóvenes nicaragüenses se formaron como profesionales en repúblicas soviéticas, los que luego posibilitaron el desarrollo de sectores económico y socio-culturales.

En la actualidad, continúa el otorgamiento de becas para profesionales de otros perfiles en escuelas rusas.

Una de las áreas fundamentales de la colaboración en la actualidad es la seguridad alimentaria, y expresiones de ello es el suministro frecuente de trigo ruso, que permite la regulación del precio del pan, así como la contribución en sectores de seguridad e industria médica, a partir de la instalación del Instituto Latinoamericano de Biotecnología Mechnikov, para la producción de vacunas y su posterior distribución regional.

Otros renglones que se ven beneficiados son la adquisición de fertilizantes y maquinaria agrícola, acompañados de acciones inversionistas de empresarios rusos en infraestructura, como puertos, aeropuertos y almacenes.

También es notable que desde 2007, con el retorno de Ortega a la presidencia, fuera posible la renovación de la flota de transporte público, muy deteriorada, pues en la década de 1990 y principios del presente siglo las administraciones neoliberales no invirtieron un centavo en el sector.

En 2021 entraron a Nicaragua 350 ómnibus rusos, en 2022 llegaron otros 500  y aunque el conflicto bélico con Ucrania mermó las exportaciones e importaciones de manera significativa, ya las partes adoptaron medidas precisas para recobrar un ritmo normal en esos renglones.

Los dos países suscribieron también  acuerdos sobre el uso pacífico de la energía nuclear, un protocolo destinado a la modernización de los procesos electorales, convenios sobre temas de seguridad informática y capacitaciones a comunicadores del país centroamericano por el personal de las cadenas de noticias Sputnik y RT.

También es significativa la cooperación militar, en especial para Nicaragua, siempre amenazada por EE.UU. y el Comando Sur que ronda sus fronteras marítimas. En el caso específico de ese guerrerista país siempre es mejor la precaución, pues no sería la primera vez que sus soldados invaden el país de 6 850 540 personas.

Rusia envió a las tierras sandinistas equipos, formó oficiales y participó en ejercicios y maniobras conjuntas.

Uno de los gestos solidarios más apreciados por el pueblo nicaragüense fue la entrega de más de 3 900 000 dosis de vacunas rusas durante el apogeo de la epidemia de Covid-19, que permitió la inmunización de más de un 55% de la ciudadanía, en un programa que contempló también la entrega por Cuba de un alto número de esos medicamentos, en especial para menores de edad.

Bolívar Tellez Castellón, catedrático, abogado, y analista del Centro Regional de Estudios Internacionales (CREI), aludió en entrevista radial al apoyo diplomático dado por Managua a Moscú tras el comienzo de la operación militar especial en Ucrania, “con una postura digna y de respeto a las decisiones de ese Gobierno y pueblo en su defensa a los residentes del Donbás”.

Para el analista político uruguayo Jorge Capelán, radicado en Managua,  las relaciones bilaterales “se han fortalecido", tras el inicio del conflicto bélico iniciado en febrero de 2022

Los dos países "comprenden el peligro de la hegemonía occidental en el escenario contemporáneo; por ello, la Nicaragua sandinista apoya a Rusia en muchos temas claves, entre ellos, el reconocimiento y desarrollo de lazos con Abjasia y Osetia del Sur, con independencia de lo que dijeran aquellas naciones sometidas a EE.UU.”.

"La apuesta por Moscú es segura", explica el experto en referencia a los recursos naturales de Rusia, su progreso científico e industrial y su búsqueda de dinámicas de beneficio mutuo durante los intercambios comerciales, a diferencia de las potencias occidentales que "siempre vienen con imposiciones".

Rusia contribuye de manera invaluable –según autoridades nicas- a la puesta en marcha del Plan Nacional de Desarrollo Humano, programa rector de las acciones del gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Las relaciones diplomáticas entre Nicaragua y la desaparecida Unión Soviética comenzaron hace 78 años, en tiempos de la llamada Guerra Fría, y se profundizaron con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista en 1979.

En 2014, el presidente Vladimir Putin realizó una visita a Nicaragua como parte de una gira por el continente latinoamericano. Lavrov y otras autoridades de alto nivel sostienen de manera regular encuentros con sus pares nicas, tanto en Moscú como en Managua.


Compartir

Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


Deja tu comentario

Condición de protección de datos