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lunes, 18 de noviembre de 2024

Manos e ideas torpes y torvas

Washington ha retirado en Afganistán su abrasiva política externa...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 30/10/2021
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Afganistán-pueblo
El bien del vapuleado pueblo afgano es la prioridad de la verdadera comunidad internacional.

El añejo devenir oficial norteamericano en materia de relaciones internacionales evidencia que la primera potencia capitalista no repara en cánones indecentes, mucho menos cuando le aprietan los zapatos.

No se trata solo del nocivo producto de tangibles influencias sectoriales, partidistas o individuales. Es un asunto de severa deformación histórica en su muy particular genética social.

El “Yo ante todo”, entendido como los intereses vitales de quienes controlan el verdadero poder en el país, es la regla que prima hacia todo y todos los que le rodean…

Caso típico por estas fechas lo que ha acontecido y acontece alrededor de Afganistán luego de una larga data de injerencismo estadounidense, incluidos el socorro a regímenes locales de corte dinástico, conspiración contra el ulterior gobierno progresista, desmadre interno en alianza con el pretendido terrorismo islámico contra las autoridades de Kabul y el apoyo soviético, una devastadora ocupación militar de dos décadas bajo el pretexto de extirpar a sus propios ahijados extremistas, la conversión del territorio afgano en albergue para el Estado Islámico derrotado en Siria, y como cierre el burdo abandono del escenario y la devolución de la autoridad a los Talibanes, sus privilegiados de antaño… y como si tal cosa.

En pocas palabras, otra vez la reedición de la manipulación, la carencia de ética y el deprecio por lo ajeno tradicionales de la ingénita deformidad política Made in USA. Ahora, al decir de Donald Trump previo a la firma de la salida de las tropas gringas, “que otros asuman el problema”, y al diablo las decenas de miles de muertos, desplazados y refugiados forzosos, y el más de un billón de dólares dilapidado para beneficio del complejo militar industrial, los consorcios energéticos y las compañías de “seguridad” gringos que han actuado en Afganistán como verdaderas y perennes sanguijuelas.

De hecho, hace pocos días, los Estados Unidos “declinó” incluso participar en una conferencia internacional realizada en Moscú sobre el tema de Afganistán y destinada, según sus convocantes, a aunar criterios y acciones en torno a la recuperación de aquella nación y las inmediatas relaciones con el redivivo gobierno talibán, que, por cierto, reclama precisamente que Washington asuma la responsabilidad que le compete con un país que literalmente devastó durante los últimos veinte años.

Un pedido que ya había sido enunciado además por todos los que en la capital rusa debatieron sobre la realidad afgana, su posible mitigación conjunta, y las alertas colectivas para el no retorno de la actividad terrorista regional a partir de las “malas hierbas” que la Casa Blanca dejó dispersas en tan geoestratégico escenario luego de su bochornosa fuga.

Y si con su desdeñosa ausencia en Moscú el Departamento norteamericano de Estado pretendió cercenar el esfuerzo internacional sobre el futuro inmediato afgano, vale indicar que en todo caso solo logró ahondar los ya existentes recelos entre muchos de sus aliados en Asia Central y Medio Oriente en torno a su confiabilidad y real compromiso como presunto “compadre mayor”.

Un hecho que ya se refleja, por ejemplo, en un alentador cambio de posiciones de ciertos gobiernos de esas áreas con respecto a Siria, luego de haberse sumado por más de diez años a la agresiva campaña norteamericana contra Damasco.

Por demás, el entendimiento con los Talibanes sigue siendo cauteloso y puntual, toda vez que su historia de alianzas y su desempeño al frente de Afganistán previos a la invasión militar norteamericana dejaron siempre mucho que desear.

Rusia, por ejemplo, ha dicho no estar apurada para reconocer oficialmente al Talibán, condicionó a su actual y futura trayectoria todo esfuerzo para retirarle de la lista internacional de grupos terroristas, y en consuno con las naciones de su frontera Sur ha alistado todo el escenario defensivo para evitar que el extremismo violento renazca como para extenderse a espacios inmediatos.

Mientras, China ha establecido contactos bilaterales, a solicitud de los Talibanes, “para discutir sobre temas políticos, diplomáticos, económicos y otros asuntos importantes”, según explicaron medios de prensa.

En suma, que más allá de episodios pasados, buena parte de la verdadera comunidad internacional, esa que enarbola la multilateralidad como divisa, y con el aplomo y la cadencia necesarios, en nada es reacia a trabajar, sobre y ante todo, a favor de un Afganistán estable, justo, constructivo, respetado y a la vez respetuoso de la convivencia global pacífica y mutuamente beneficiosa… todo lo inverso a la herencia nefasta de Washington.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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