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martes, 19 de noviembre de 2024

Los tintes se oscurecen

Rusia no admitirá pasivamente que la OTAN insista en su impulsivo y agresivo avance al Este...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 08/05/2016
1 comentarios

Los que vivieron las zozobras de un posible tercer conflicto global en tiempos de la titulada Guerra Fría, no pueden menos que rememorar aquellas inquietudes cuando se enfrentan a las noticias procedentes del Viejo Continente.

Porque de alguna manera, hoy como ayer, el gran centro hegemonista internacional atiza la subida de tono en los deteriorados vínculos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, y Rusia, como decenios atrás lo hicieron con la extinta Unión Soviética.

Es, en pocas palabras, como si nada hubiese cambiado en los roces, inquinas y contradicciones, apenas el nombre del  pretendido contrincante.

De manera que bajo la aplastante égida estadounidense, una dirigencia europea en extremo obsecuente en materia de  sus relaciones externas, se apresta cada vez más a acrecentar la tirantez con un enorme y poderoso vecino geográfico –potencia nuclear histórica por demás- con tal de que a miles de kilómetros los aspirantes a dueños del planeta asientan satisfechos, no importa si las domesticadas cabezas propias se arriesguen a ser las primeras en caer, ni que en otros campos como el económico o el comercial, los daños del enfrentamiento a Moscú les resulten en extremo severos.

    Y no son apariencias ni juicios sin sustento. En reciente encuentro realizado en Bruselas entre representantes de Moscú y dirigentes otanistas, fue diáfano el juicio común de que los vínculos bilaterales sufren una severa crisis de confiabilidad, y que pasará mucho tiempo y tendrán que cambiar unas cuantas cosas antes de que se pueda hablar  de relaciones mutuas medianamente constructivas.

No es para menos. Mientras la maquinaria mediática occidental hace todo para que la gente crea que el peligro surge de entre las murallas del Kremlin, que vendría a ser ahora el modernizado “Eje del Mal” de decenios anteriores, lo cierto es que al impulso de un Washington que no tolerará –según palabras propias- el reverdecimiento de potencias rivales, la OTAN no pierde un minuto en intentar colocar sus fuerzas a las puertas de Rusia.

En los últimos días la entidad belicista dio a conocer del despliegue de miles de sus tropas en Polonia y las repúblicas bálticas, mientras siguen las presiones contra Moscú a cuenta de la tensa situación generada con Ucrania a partir del derrocamiento del gobierno legítimo, su sustitución por personeros derechistas y fascistas adeptos a Washington y sus aliados, y la agresión militar contra las regiones ucranianas del este, con población mayoritaria de origen ruso.

Ello sin olvidar la puja hegemonista por colocar en Europa elementos claves del pretendido sistema antimisiles Made in USA, dirigido a lograr propinar un primer golpe nuclear al gigante euroasiático sin la posibilidad de una respuesta simétrica.

En consecuencia, el Kremlin y los mandos militares rusos han dispuesto el rápido fortalecimiento de la defensa de su frontera oeste mediante la dislocación de tropas y medios en esa dirección estratégica, amén de persistir con claro éxito en la modernización de sus arsenales y sus redes de defensa aeroespaciales, entre otros pasos que disuadan al enemigo de cualquier aventura a partir del elevado costo que ello le acarrearía.

De manera que, en gran medida, las ínfulas hegemónicas, expansionistas e imperiales nos van devolviendo sin remedio a los años de las grandes tensiones bélicas que se nos pintaron como superadas, y que  evidentemente no han dejado atrás la concepción de que, de ser provechoso para sus planes, Washington no vacilaría en incinerar a sus aliados europeos en una confrontación con Rusia de manera de luego plantar su bandera propia sobre las cenizas de ambos contendientes sin mayores empeños guerreros.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista

Se han publicado 1 comentarios


M.JuanMaría
 8/5/16 13:49

La cosa no ha hecho más que empezar. Si gana la mesiánica Killary más conflictos mundiales y si ganase Trump, que a estas alturas no lo creo, más de lo mismo. Genocidas en la Casa Blanca nunca faltan.

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