Protegido por medidas de seguridad sin precedentes, el ultraderechista Jair Bolsonaro asumió este martes las riendas de Brasil en medio de reservas de políticos sobre su desenfreno neofascista y su disposición a reformar aspectos de la vida cotidiana que pueden dañar a millones de personas en ese país.
En una ceremonia en el Congreso Nacional donde estuvo 28 años como diputado, sin destacar en proyectos (tres en ese tiempo), y ser amonestado por sus posturas discriminatorias), el paulista hizo un discurso en el que volvió a mostrar sus ideas desmesuradas, sin una base sólida más allá de sus criterios de rescatar a Brasil de la criminalidad, la sumisión ideológica y la corrupción, aun cuando su familia está salpicada, ahora mismo, por ese flagelo.
Escoltado por sus amigos, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, Bolsonaro, de 63 años, afirmó que intentará construir “una sociedad sin discriminación ni división”, mientras se presenta en sus discursos como un ser homofóbico, misógino, defensor de los regímenes de mano dura y del martirio como método de interrogación. "El problema de la dictadura (1964-1985) es que torturaba, no mataba", ha repetido en varias intervenciones.
El admirador del presidente estadounidense Donald Trump, a quien imita con su desparpajo coloquial, profesa posiciones extremas contra todo lo que parezca progresismo, es criticado abiertamente por figuras progresistas, lo cual es de esperar.
Mientras, algunos políticos de derecha observan con ojeriza a este excapitán de las Fuerzas Armadas por su actitud autoritaria, para lo cual cuenta con el general Hamilton Mourao como vicepresidente y otros cinco militares en su gabinete de 22 miembros, solo dos de ellos mujeres.
Luego de excluir a Venezuela, Cuba y Nicaragua de los invitados, el otro gran ausente en la asunción fue el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien envió en su lugar a un funcionario de su recién estrenado gobierno.
En ese compás de espera sobre el destino de Brasil, la vicepresidenta de Uruguay, Lucía Topolansky, afirmó a la televisora Sputnik que "Bolsonaro no es santo de mi devoción (…) y no será tan tonto como para tratar de desbaratar el Mercado Común del Sur (Mercosur)", aunque sí confirmó que Brasil abandonará otras entidades progresistas, como la Unión de Naciones de Naciones Suramericanas (UNASUR).
El profesor Timothy J. Power, de la Universidad de Oxford (Inglaterra), especialista en Brasil y director de la Escuela de Estudios Globales y de Área de ese centro, presagió en 2016 el triunfo del Bolsonaro.
Ahora Power dijo a la BBC que "el (Bolsonaro) solo dio voz a la derecha, que hasta ese año en que derrocaron a la presidenta Dilma Rousseff no se enfrentaba al izquierdista y entonces oficialista Partido de los Trabajadores".
Ese es uno de los motores del triunfo del oscuro congresista, al que los empresarios entregaron tres millones de dólares para una campaña de marketing en la sus asesores enviaron 12 mil mensajes con mentiras sobre su contrincante, el petista Fernando Haddad, según comprobó la Fiscalía de la República, que nada hizo al respecto.
Según Power, los cambios prometidos por la izquierda en cuestiones de costumbres y derechos sociales de los últimos años, como el matrimonio homosexual y la introducción de cuotas raciales en las universidades, tuvieron un "efecto colateral": la reacción de sectores de derecha que antes no manifestaban abiertamente sus pensamientos y de lo que Bolsonaro se aprovechó.
El especialista afirmó que el Presidente "posee un discurso errático. Dice algo en un mítin y se retracta al día siguiente. Creo que tendremos que acostumbrarnos a este comportamiento de aquí en adelante, muy similar al de Trump, pero que es visto por la población, cansada de los escándalos de corrupción, como un político auténtico pero intuitivo. Él no tiene que rendir cuentas a ningún cacique partidista".
En su opinión, el mandatario tendrá que hacer algunas concesiones al Congreso Nacional. "No veo alternativa -precisó-. La clase política puede tolerar esta esquizofrenia durante algunos meses o un año. La luna de miel funciona durante un tiempo, pero puede que (sin estímulos) los líderes del Congreso se nieguen a aprobar reformas radicales, como la de la Seguridad Social".
Uno de los mandatarios latinoamericano defensores de su nuevo colega es el derechista chileno Sebastián Piñera, quien elogió la política neoliberal que piensa implantar el brasileño, aunque aclaró que "no comparto algunas de sus ideas de carácter discriminatorio".
"La actitud general de los países de Latinoamérica es de cautela ante el surgimiento de Bolsonaro, cuya proyección es diferente a los conservadores de la región, que no se permiten ese tipo de críticas a los derechos humanos en general, algunas posiciones racistas o xenófobas", sostiene Paulo Velasco, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Estatal de Río de Janeiro.
"Por eso la dificultad que muchos países tienen en reaccionar a esto, porque siendo Brasil lo que es en la región, puede abrir las puertas a un fenómeno nuevo, que es un avance superior del ultraderechismo inexistente hasta ahora en otras naciones", dijo Velasco a Jornal do Brasil.
Michael Shifter, presidente del Centro de Estudios Di{alogo Interamericano, cree que el presidente tendrá problemas para conseguir cambios importantes. "Los obstáculos son enormes, incluso en la comunidad empresarial. En algunos casos, las reformas necesarias chocarán con los intereses empresariales y los ingresos de un gran número de legisladores".
En similar sentido se pronunció Andrés Río, profesor de la Universidad Federal Fluminense: “Así como sucedió con Trump en Estados Unidos, Bolsonaro captó a muchas personas que sentían que alguien supuestamente fuera del sistema y que sea más duro puede quebrar con la corrupción y la política tradicional; sin embargo, esa corriente de volver el sistema político algo “apolítico” es un peligro".
Mientras la expectativa se apodera de las grandes poblaciones de América Latina, Bolsonaro disfrutó su victoria apoyada por 40 millones de evangelistas pentecostales, religión de la cual es practicante desde 2016, cuando se bautizó en el río Jordán, en Israel.
Tres mil policías, tanques, aviones de combate y hasta misiles antiaéreos protegieron la caravana por Brasilia, algo poco visto en ese país. La petición de seguridad extrema partió del mandatario, quien en septiembre fue apuñalado durante su campaña.
Aunque ahora está aupado por 58 millones de votantes a quienes debe su victoria, hay que esperar su desempeño, ya que anunció cambios favorables a los mercados, revisará el sistema nacional de pensiones y privatizará más de 100 empresas estatales.
En una nación donde se registraron 63 mil homicidios el pasado año, el presidente dictará, según anunció, un decreto para legalizar el uso de armas personales. Los grupos de defensa de los derechos humanos temen que su defensa de la violencia de la Policía Federal, a la que prevé enviar a las calles, pueda provocar más muertes extrajudiciales.
El Partido Liberal y Social creado por Bolsonaro –que militó en nueve organizaciones políticas- controlará 52 escaños de los 513 que conforman la Cámara, el segundo mayor grupo tras el Partido de los Trabajadores.
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