La decisión de Trump de romper el acuerdo nuclear con Irán constituye un severo golpe a los ya frágiles equilibrios geopolíticos existentes en el Medio Oriente. Las grandes potencias lo sellaron en 2015 tras enconadas negociaciones diplomáticas y tensiones que muchos calificaron como uno de los pactos más difíciles de cuantos se recuerdan.
El presidente outsider ha estado decidido desde que se sentó en el despacho oval a borrar todo el legado en materia internacional de Obama, empujado por Israel y Arabia Saudí y haciendo gala de una ligereza extremadamente grave. El presidente Donald Trump juega la partida internacional en clave interna. Liquidada el ala moderada de la Casa Blanca, el presidente estadounidense ha hecho oídos sordos al terremoto mundial desencadenado por la ruptura del pacto nuclear con Irán y ha apostado por su supervivencia política.
De nada ha servido que en los últimos días el presidente francés Emmanuel Macron, la canciller Merkel y el jefe de la diplomacia británica hayan acudido en tropel a la Casa Blanca para intentar convencer a Trump de que no cometiera el error de abandonar el plan nuclear.
Esta abrupta salida hiere prácticamente de muerte el plan y, por más intentos desesperados que haga la Unión Europea para mantenerlo, Trump ha puesto la política imperial al servicio de sus intereses electorales. No es la primera vez ni será la última. Lejos de la imprevisibilidad que se le atribuye, el presidente está cumpliendo a rajatabla su programa de campaña.
Europa, Irán, China y Rusia han manifestado su voluntad de avanzar para sostener el acuerdo. A este respecto, la Unión Europea tiene una responsabilidad mayúscula. Sin duda, las relaciones transatlánticas deben seguir siendo una prioridad, pero también debe serlo proteger los mecanismos existentes de cooperación multilateral.
El objetivo de esta fricción permanente es mantener activa esa gran masa de electores, mayoritariamente blancos y rurales, que le dio la victoria. Las elecciones del 6 de noviembre, con la renovación total de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, han catalizado este apoyo. La mayoría de los conservadores ha concluido que situarse contra el presidente puede reducir sus expectativas de victoria.
En este escenario, la inmensa ola de condena internacional por el abandono del pacto nuclear le suena lejana a la administración estadounidense, pero no deja de tener eco interno. Los forjadores del acuerdo de 2015, conscientes de los riesgos que entraña la salida, se han lanzado en ráfaga. Eliminada el ala moderada y entronizados los halcones al frente de la Secretaría de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional, el magnate se siente libre y reforzado para el siguiente desafío: Corea del Norte. Una batalla a la que el presidente de EE. UU. considera que tras la ruptura del pacto con Irán llega con más fuerza.
Si para la paz y la seguridad estamos ante una pésima noticia, también serán nefastas las consecuencias económicas. La subida del precio del petróleo no se ha hecho esperar. Las sanciones podrían reducir las exportaciones iraníes de esta materia prima, principal recurso financiero de Irán. Desde la aplicación del acuerdo con las grandes potencias, las exportaciones iraníes de petróleo pasaron de un millón de barriles diarios a 2,5 millones, además de importantes inversiones de varios países de la Unión como Francia, Alemania y Reino Unido.
Irán, con esa ancestral sabiduría y no guiándose por impulsos, que a cualquiera empujarían a reacciones más enérgicas, ha proclamado su intención de continuar cumpliendo el acuerdo nuclear a pesar de esta burda decisión del gobierno de Trump, para así demostrar a la comunidad internacional su seriedad en los compromisos que contrae y agotar todas las vías por las que negoció el pacto durante años. Los Ayatolàs, han dicho que las medidas que se adopten en varias semanas serán bien pensadas.
La presión de EE. UU. se hará sentir sobre las empresas europeas que tienen relaciones con el país persa.
El acuerdo Nuclear de los 5+ 1 significaba una propuesta de paz y estabilidad no solo para la región del Medio Oriente, también para Europa y para el resto del mundo. Ahora la nefasta decisión hecha por tierra años de difíciles negociaciones y siembra la incertidumbre en esa caldeada región. Europa, por su parte, ha manifestado su intención de continuar el acuerdo con o sin EE. UU., al igual que la nación persa. Hay mucho en juego y no debe perderse.
El pensamiento de los halcones de la Casa Blanca de cercar económicamente a Irán y obligar a los europeos a cortar sus relaciones económicas con el país, son cálculos trasnochados, que para nada cuentan con que a mayor acoso el pueblo persa se unirá más a sus líderes y el pensamiento del ala conservadora iraní demostrará su razón de que los acuerdos con EE. UU. resultan “inútiles”.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.