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sábado, 23 de noviembre de 2024

La ira de Haití

En medio de la COVID-19, la población protesta en las calles..

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 21/05/2020
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Haití-protesta en las calles-covid19
Las manifestaciones opositores tomaron de nuevo las calles de Haití en contra del gobierno del presidente Jovenal Moise. (proceso.com.do).

Las protestas populares en Haití tomaron de nuevo las calles contra el gobierno del presidente Jovenal Moise, acusado de presunta malversación de fondos en el país más pobre de América Latina, y en el contexto de la pandemia de COVID-19 sin una protección sanitaria institucional adecuada.

La concentración y recorrido posterior por las principales calles de Puerto Príncipe, la capital, fue convocada el pasado lunes en coincidencia con el Día de la bandera nacional, creada hace 217 años, por el opositor Sector Democrático y Popular, aún con la expansión de la enfermedad en pleno auge.

Los manifestantes, como en muchas otras ocasiones, exigieron la salida de Moise del gobierno el próximo 7 de febrero, en tanto critican su gestión ante la aparición de la letal enfermedad.

Las denuncias públicas contra el mandatario comenzaron a fines del pasado año cuando durante varias semanas las calles se mantuvieron abarrotadas. A ello se unió hace tres meses la inconformidad de la fuerza policial que intentó un golpe de Estado contra el mandatario.

Decenas de personas, algunas sin mascarillas, se reunieron en el Champs de Mars, la principal plaza pública capitalina y recorrieron algunas arterias antes que las fuerzas del orden pública arremetieran en su contra con disparos al aire y gases lacrimónegos, acciones calificadas por las victimas como abuso de poder.

En Haití, con 11 123 176  de habitantes que comparten con República Dominicana la porción con menos recursos naturales de La Española, las expresiones populares contra los regímenes son periódicas, pues es preciso suspenderlas para volver al trabajo por un tiempo para sobrevivir en medio de una pobreza casi absoluta.

Organizaciones progresistas denunciaron la represión policial para detener las reprobaciones a Moise. Ese día fueron detenidos líderes populares como Guy Numa, dirigente del Movimiento Democrático y portavoz de Konbit, que reúne a las organizaciones de tendencia izquierdista.

Ocurre la nueva oleada callejera cuando el país experimenta un considerable aumento de los casos de transmisión local del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, en especial en la capital, Puerto Príncipe.

Informaciones del Ministerio de Salud haitiano confirmaron que el pasado día 18 había 553 contagios, 21 personas fallecidas e igual número de recuperados, aunque la pandemia crece como la espuma.

A los especialistas en salud les preocupa que el país caribeño carezca de un sistema sanitario potente capaz de enfrentar al COVID-19 con los protocolos exigidos por la Organización Mundial de la Salud.

La pasada semana, llegaron a Puerto Príncipe, la capital, cinco lotes de suministros y equipamientos médicos para enfrentar el nuevo coronavirus, insuficientes cuando crezca el número de contagiados, como se observó en los últimos días.

La expansión de la pandemia es esperada pues una gran parte de la población carece de percepción de riesgo –hay que recordar las condiciones higiénico-sanitarias de miles de personas que aun viven en carpas luego del huracán de noviembre de 2010 que dejó más de 200 000 muertos. Todavía están esperando recobrar sus hogares.

Inundaciones en Haiti tras paso de Tomas (Foto: AP)

Para muchos haitianos, la COVID-19  solo es una dolencia infecciosa de las muchas que atacan a los más vulnerables cada año, que en la práctica es la mayoría de la población, pues solo un uno por ciento de los habitantes posee el 99% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.

Ello significa que Haití es el país mas desigual de América Latina y El Caribe, azotada por el hambre y las enfermedades, por desastres naturales que han acabado con los pocos recursos agrícolas de los cuales vivía una parte de la población.

A la miseria reinante se une que los precios de productos básicos son hasta un 75% superiores a los del resto de la región, aun considerando las diferencias de ingresos y costo de producción, indicó un estudio del Banco Mundial, de fecha reciente.

Es un estado casi normal para las familias irse a dormir hambrientos bajo techos improvisados. Seis de cada 10 personas allí residentes viven bajo la línea de pobreza. Resulta imposible para quienes perciben unos 2.44 de dólares por día que puedan pagar 2.5 y tres dólares por un litro de leche o un kg de arroz, el doble del costo en países de economías solventes, como Chile y Colombia.

Dato importante: en su documento, el Banco Mundial precisó que mas de la mitad de los productos de la canasta básica en Haití procede de mercados ultraconcentrados, con poca competencia, y pertenecientes a un reducido número de propietarios que son los verdaderos líderes políticos y económicos del país. Es decir,  el gobierno no puede ser una contrapartida sino un aliado de esos mercaderes.

Por su parte, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) indica que Haití carece de un Estado sólido que resguarde la estabilidad política y económica. En el caso de esta minúscula nación de tierras destruidas por fenómenos naturales y la deforestación de trasnacionales, -como en muchos otros- los líderes nacionales optan por beneficiar a las familias adineradas o capitales foráneos, en detrimento de sus propios connacionales.

Un nuevo elemento viene a complicar aun mas la situación nacional. En plena crisis sanitaria, más de 23 mil haitianos residentes en República Dominicana regresaron a su país huyendo de la letal enfermedad epidemiológica y la negativa de las autoridades a prestarles socorro si enferman, precisó un informe  del Grupo de Apoyo para Refugiados y Retornados (GARR).

Esta es una situación que podría mantenerse los próximos meses, pues Haití cuenta, según Naciones Unidas, con 1 565 681 emigrantes, lo que supone un 14,26% de su población. Los que dejan atrás la tierra caribeña en busca de empleo y mejor desempeño humano viajan principalmente a Estados Unidos (46,48%), seguido por la vecina República Dominicana (30,97), y Canadá, con el 6,28%). Se estima que en los últimos años, el número de emigrantes aumentó en 304 287 personas, o sea un 23,75 por ciento.

En este contexto, quienes retornan voluntariamente no se someten a controles sanitarios indicó el GARR, situación que agrava y entorpece las medidas adoptadas contra la contención de la contagiosa pandemia.

Géralda Sainville Lubin, oficial del defensa de la organización humanitaria, señaló que, entre los regresados, 15 875 son hombres, 6 482 mujeres, 443 niñas y 658 niños pequeños.

En marzo pasado, el gobierno de Moise decretó el cierre de las fronteras como una de las medidas preventivas de la pandemia, pero el GARR asegura que continúa el trasiego de migrantes por vías alternativas, pese a las normativas de los dos países.

Además, el gobierno de Donald Trump amenaza con deportar a los haitianos que por una u otra razón permanecen encarcelados aunque no hayan cometido delito alguno,o en espera de la ciudadanía, lo cual resultaría un genocidio dada las condiciones de las prisiones en el país norteño.

Así anda Haití, un país que por su historia merece mucho más que sobrevivir entre las presiones de Estados Unidos y sus continuas invasiones y de la mediocridad de sus dirigentes políticos. Merece mucho más, la primera nación en liberarse de una colonia extranjera (Francia) en tierras del Sur americano hace más de dos siglos. Quizás algún día su explotado pueblo recobre el estado de felicidad en que vivía su autóctono pueblo taíno diezmado por la ambición europea. Ayiti, su noble tierra, merece ser nuevamente libre.  


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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