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sábado, 23 de noviembre de 2024

Jovenal Moise, nuevo presidente electo de Haití

Considerado un político sin experiencia, es discípulo del expresidente Michel Martelly...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 04/01/2017
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Jovenal Moise
Consejo Electoral confirma a Jovenel Moise como presidente electo de Haití.

El empresario agrícola Jovenal Moise, de 48 años, sin experiencia política en uno de los escenarios más complejos del Caribe, es el presidente electo de Haití, en unos comicios poco afortunados en las que hubo un 77% de abstencionismo aunque obtuviera su victoria en primera vuelta.

Moise, candidato del partido Haitiano Tet Kale (PHTK), recibió durante su campaña el apoyo absoluto del expresidente Michel Martelly, al que analistas políticos consideran aliado a Estados Unidos, por lo que la mayoría de la población de 10 500 millones de habitantes –más de dos millones y medio de ellos fuera del país- no esperan cambios sustanciales a lo interno.

Las elecciones haitianas estuvieron supuestamente vinculadas al fraude –según los otros postulados-, pero desde hace semanas se conocía que el empresario obtuvo el 55,67% de los votos en la primera vuelta celebrada en noviembre pasado.

El Consejo Electoral Provisional, ente que rigió los comicios, dio a Moise como ganador definitivo este martes, luego de semanas de presión del principal oponente, Jude Celestín, de la Liga Alternativa por el Progreso y Emancipación Haitiana (Lapeh), quien recibió 19,52%, una marcada diferencia que eliminaba una segunda vuelta.

También exigieron una revisión el candidato de la Plataforma de los Hijos de Dessalines, Moise Jean-Charles, quien recibió el 11,04 % de los votos, y la representante de Familia Lavalas, Marysse Narcisse, con el 9,01%. El resto de los 28 aspirantes no llegó a un 1% de los sufragios.

Luego de revisar los resultados, tras la demanda de Celestín y los otros dos más votados, el Tribunal Electoral afirmó que "No hubo un fraude masivo en las elecciones. Hubo irregularidades que no afectaron al proceso electoral".

La situación en Haití, que comparte la isla La Española con República Dominicana, es compleja debido al empobrecimiento de su población -según el Banco Internacional de Desarrollo, el 20% de la población más adinerada posee el 64% de toda la riqueza y el 20% más pobre no posee ni el  1%- la corrupción y los estragos causados por el huracán Matthew cuando aún existen miles de desplazados por el sismo que en enero del 2010 dejó cerca de 300 mil fallecidos y más de 2 500 000 ciudadanos que perdieron casi todo.

Se estima que debido al ciclón del pasado año más de 800 mil afectados precisan ayuda alimentaria, en tanto aún hay 175 000 desplazados de los departamentos Sur y Suroeste, los más castigados. Aunque de inmediato llegó ayuda internacional, procedente de Cuba, Venezuela y otros países latinoamericanos y caribeños, se considera insuficiente dado el nivel de daños.

Pero hay más. La nación caribeña que abolió la esclavitud en 1793 convirtiéndose en el primer país del mundo en hacerlo, es en este siglo XXI la nación más pobre del hemisferio occidental, resultado de décadas de explotación capitalista y para su desgracia considerada propiedad de Estados Unidos, -que quita y pone allí Presidentes, y ha intervenido más de una vez con sus rangers contra una población armada de machetes.

"Este mandato presidencial de cinco años que se confía a mí libremente, por el pueblo haitiano, será una voluntad activa", indicó Moise en su cuenta en Twitter poco después de conocerse su confirmación.

No le resultará fácil a Moise gobernar a partir del próximo 7 de febrero, pues la presión es mucha y de distinta índole.

El paso de Matthew le dio el tiro de gracia a la endeble agricultura, casi toda familiar, debido a la pobreza de lo suelos, aun más desforestada del país por los vientos del ciclón que arrasó con los pocos árboles existentes. Se estima por la ONU que solo el 2% de la tierra es cultivable, pues aunque se hacen esfuerzos desde hace algunos años por devolver los bosques arrasados por las empresas maderables, los últimos  deslizamientos de tierra y el ciclón dejaron en la ruina a los pequeños cultivadores familiares.

El nuevo gobierno haitiano tiene ante sí, si pretende dejar atrás la terrible situación socio-económica nacional, una gran responsabilidad en cuanto a la recuperación del país, en especial brindar empleo a la población, darle un techo digno a las miles de personas que aún viven en carpas desde el huracán de hace seis años y ahora del huracán que dejó más de 600 muertos; terminar con la epidemia de cólera y otras enfermedades, crear infraestructura sanitaria, eliminar los focos de corrupción y lograr, si la agricultura levantada, una mejor distribución de la renta.

Pero el pueblo haitiano se siente amenazado tanto por su miseria y los conflictos internos como por la presencia extranjera. No es por gusto su desconfianza. Luego de la caída de la dictadura de los Duvalier, el expresidente William Clinton se declaró “padrino” de Haití y, entre otras fechorías, propició que fuera sacado por la fuerza de su cargo de Presidente el sacerdote Jean Bertrand Aristíde, quien había sido electo por una gran mayoría popular. Arístide ganó el gobierno en 1990 y en 1991 por órdenes de la embajada de Estados Unidos fue derrocado por los militares.

Retornó amparado por el apoyo popular para terminar su mandato en 1994, y en 2001 vuelve a ganar la Presidencia, pero tres años más tarde, cuando comienza un proceso integracionista, el conocido traficante de drogas Guy Philippe, devenido general, recibió dinero de la Agencia Central de Inteligencia para darle un golpe de estado militar, esta vez por mandato del presidente George W. Bush.

Veinte mil soldados norteamericanos invadieron la pequeña Haití para supuestamente instaurar el orden institucional.

En el año 2009 el ex Secretario General de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki Moon, nombró a Clinton como el Enviado Especial de la organización mundial para Haití.

El presidente Barak Obama también parece burlarse del sufrido pueblo haitiano cuando pidió a Bush que se uniera a Clinton en sus supuestos “esfuerzos” para ayudar a Haití.

Análisis de estudiosos del tema indican que Clinton solicitó mediante un sitio web  cargar 10 dólares de su cuenta de teléfono celular a favor del Fondo de Ayuda a Haití de la Fundación William J. Clinton.

Los millones recolectados por ese medio jamás llegaron al pueblo haitiano, pero sí a los bolsillos del matrimonio Clinton y sus socios de la élite rica de Haití y de naciones cercanas, según asegura Strategic Culture Foundation.

Las miserias políticas han llevado a los haitianos a un deterioro no solo físico sino también psicológico.

Debido a la repulsa mundial a la invasión del 2004, la Casa Blanca presionó a Naciones Unidas (ONU) para que enviara a Haití una tropa multinacional por supuestas razones humanitarias denominada Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH) los llamados Cascos Azules, acusados de decenas de delitos en el país del Caribe.

Los Cascos Azules, y así lo reconoció la ONU, introdujeron el cólera en el diezmado país, una enfermedad desconocida allí hasta entonces, pero que ya cobró 10 mil vidas, del abuso y explotación sexual de unas 300 mujeres, un tercio menores de 18 años, así como de niños y jovencitos.

Este es el panorama en que sobreviven los haitianos. Desde el 15 de febrero del 2016, Haití vivía bajo un gobierno provisional encabezado por Jocelerme Privet, ya que no había sustituto para Martelly cuando terminó su mandato y decidió retirarse.

Moise, si lo desea, tendrá mucha tela por donde cortar durante su mandato, siempre que no se atreva a desafiar la sombra del águila imperial y sus intereses en un país donde a pesar de la pobreza, existen riquezas, como el oro protegido para inversores norteamericanos por bandas que portan fusiles israelíes.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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