//

lunes, 18 de noviembre de 2024

En marcha forzada planes imperialistas contra líderes de América Latina

Las últimas semanas fueron escenario de acciones violentas contra líderes políticos y sociales de América Latina...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 10/03/2016
1 comentarios

Los hechos ocurridos en las últimas semanas demuestran, más allá de cualquier análisis especulativo, que Estados Unidos y sus aliados en América Latina mueven con rapidez sus fichas para silenciar con distintos métodos a líderes políticos y sociales de esa región, en el propósito de impedir la materialización de un pensamiento liberador, que ya tiene nombres y apellidos.

Dignatarios y dirigentes sociales son el blanco de la estratagema de Estados Unidos y sus aliados regionales, estos últimos alentados por las victorias que obtuvieron a fines del pasado año en la presidencia de Argentina y la Asamblea Nacional de Venezuela.

El pasado sábado, la maquinaria conservadora se disparó contra el expresidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, el más popular en la historia de esa nación. En un espectáculo mediático dirigido a confundir a la población, Lula da Silva fue detenido por tres horas por la Policía Federal que, sin previo aviso allanó su casa y se lo llevó preso ante las cámaras para interrogarlo en el aeropuerto paulista de Guarulhos.

La detención de un indignado Lula da Silva –quien dijo que el hecho le “encendió de nuevo” sus pasiones políticas- forma parte de las intentonas de criminalizar el Partido de los Trabajadores (PT), del cual es fundador, y del que es miembro la mandataria Dilma Rousseff. Aunque no existe una prueba que comprometa a los dos líderes petistas en los esquemas de corrupción de la estatal Petrobras (ya caminando cuando ninguno de ellos pensaba ocupar la Primera Magistratura), la derecha mantiene articulada una estrategia para desprestigiar a los líderes del PT y evitar una nueva candidatura de Lula al Palacio de Planalto en 2018.

Para Lula, que cuando fue liberado se trasladó a la sede del PT en Sao Paulo, el incidente, conocido de antemano por la prensa oligárquica, constituyó un espectáculo mediático orquestado por el Poder Judicial y las fuerzas públicas en su contra y la de sus familiares,  pues también el apartamento de su hijo fue allanado por los uniformados.

Miles de brasileños están movilizados en repudio a esa desproporcionada acción y en apoyo a su exmandatario, mientras el presidente nacional de la organización partidista, Rui Falcao, precisó que “el único objetivo de las fuerzas conservadoras es revertir el gobierno a cualquier costo”.

La ilegalidad cometida contra el ex Dignatario tuvo un carácter eminentemente político, como las manipulaciones en contra de Rousseff.

En Centroamérica, el asesinato de la lideresa indígena hondureña Berta Cáceres el pasado jueves estuvo dirigido a apagar una de las más firmes voces en defensa de los pueblos de la etnia Lenca y el medio ambiente. Firme opositora a las empresas hidroeléctricas que intentan secar los ríos, Cáceres, de 43 años, fue ultimada por pistoleros mientras dormía en su hogar en La Esperanza, en Intibucá, en el occidente del país.

La luchadora social era la coordinadora del Consejo de Pueblos Indígenas de Honduras (Copinh), y luego de la muerte violenta de cuatro de sus compañeros, solicitó protección a la policía, la que incumplió sus obligaciones, quizás por dinero, dado el grado de corrupción existente en esa nación.

El asesinato de Cáceres, quien dejó cuatro hijos, indignó al mundo, y dejó consigo una continua protesta de los hondureños en las calles, en busca de justicia.

Otra activista social, la argentina Milagro Sala, líder de la organización comunitaria Tupac Amaru, sigue detenida por el gobierno del derechista Mauricio Macri, sin que sobre ella medie una acusación formal, lo que puede hacer más difícil su liberación. El objetivo de su prisión es sacarla del panorama político argentino, por sus continuas protestas y convocatorias contra el programa neoliberal de Macri.

Esta guerra no declarada de Estados Unidos va tomando matices cada vez más graves contra América Latina, que se niega a retroceder luego de una libertad y soberanía reconquistadas a partir de la victoria, en 1998, del líder bolivariano Hugo Chávez, en Venezuela.

Está claro que el objetivo derechista e imperial es desembarazarse de los líderes revolucionarios de esta región de más de 600 millones de habitantes, que bajo sistemas de inclusión social han obtenido una enorme mejoría en su calidad de vida, entre ella: la gratuidad de la salud pública y la educación, reducción del desempleo y de la pobreza, así como viviendas dignas.

Evo Morales, el primer presidente indígena de Bolivia está en la mira de Washington desde que asumió el gobierno hace 10 años. En las últimas semanas es blanco de campañas de desprestigio personal en los medios de comunicación masiva de la oligarquía, en tanto denunció que recibió amenazas de muerte en la red social la pasada semana.

El ministro de Gobierno Carlos Romero reveló que el mensaje dirigido al Jefe de Estado dice en una de sus partes “Te voy a matar y te voy a escupir, indio de mierda... ladrón, asesino, narcotraficante”, el cual denota el odio de la burguesía nacional por el valeroso Mandatario.

La situación en Bolivia se tensó aún más cuando el pasado 17 de febrero drones –aviones  no tripulados- sobrevolaron la Casa de Gobierno y la residencia del vicepresidente Álvaro García Linera, en lo que constituye una violación a la seguridad personal de los dirigentes bolivianos.

Autoridades militares informaron que un día después se detectaron iguales equipos –una de las armas preferidas del Pentágono-  en sobrevuelo de la Casa Presidencial.

El Ministerio de Defensa precisó que después de la experiencia, Bolivia planteará un marco jurídico para garantizar la seguridad del jefe de Estado y su vice, y de la ciudadanía en general.

El director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), John Brennan, advirtió sobre el uso de los drones que, en su opinión, son una “buena opción” para evitar entrometerse en otros países con el despliegue de soldados y, de este modo, realizar las ofensivas desde la Casa Blanca.

Las acciones contra Chávez, a quien intentaron asesinar más de una vez y los presidentes Rafael Correa (Ecuador), Rousseff (Brasil), Nicolás Maduro (Venezuela), Cristina Fernández (Argentina), y ahora contra Lula da Silva, Cáceres y Sala, además de decenas de dirigentes comunitarios ultimados, forman parte de una articulación guerrerista, sucia y chapucera en ocasiones, como fue la aprehensión del líder petista.

A los proyectos de magnicidio o asesinato de líderes comunitarios se unen los programas desestabilizadores por medio de una desigual confrontación económica, política y social, como ocurre ahora en Venezuela, donde los diputados de derecha amenazaron con pedir la revocación de Maduro este 2016.

El sistema capitalista y sus aliados latinoamericanos atacan ahora con más fuerza en momentos muy delicados cuando las economías nacionales dependientes del petróleo y otros recursos naturales -en sus precios más bajos en las últimas décadas- atraviesan déficits sin solución por el momento, aunque ya se fomentan planes para no depender de la renta de esos productos.

Este es la ocasión propicia para que la derecha internacional –no puede obviarse la triada América Latina-Estados Unidos-Europa- apriete las clavijas internas para confundir a las poblaciones y detractar a sus líderes, a pesar de la defensa de los gobiernos de mantener sus proyectos sociales y de desarrollo sostenible. 

A los críticos de esos gobiernos, que desde la izquierda lanzan advertencias porque no han realizado un trabajo consciente con las masas, (lo cual puede ser cierto en algunos casos), hay que recordarles, para ser justos, que muchos de estos proyectos de corte socialista sobreviven  en las más difíciles condiciones desde su mismo nacimiento debido a los continuos ataques internos y desde el exterior, sin prácticamente poder concretar en paz sus proyectos.

Sacaron a Fernando Lugo, en Paraguay; a Manuel Zelaya, en Honduras. ¿Cuántas veces intentaron derrocar a Chávez y ahora a Maduro, a Morales, a Correa, a Rousseff, desde sus asunciones? ¿Cuántos traspiés pusieron a Fernández? ¿Cuánto los han atacado? Lo que han logrado –como en Brasil, donde 22 millones de personas dejaron atrás la pobreza- ha sido a base de coraje e inteligencia, puesto que en 10 o 20 años no puede reestructurarse el pensamiento de una sociedad habituada a regímenes tradicionalistas.

Los gobiernos progresistas y sus dirigentes pueden cometer errores, sí. De hecho, ha pasado. Pero, a pesar de ello, ¿ se ha meditado lo suficiente sobre cómo hubiese sido su desempeño si Estados Unidos y sus aliados injerencistas  los hubiesen dejado desarrollarse en paz?


Compartir

Clara Lídice Valenzuela García

Periodista

Se han publicado 1 comentarios


André
 11/3/16 8:10

és un tanto bela la retorica del texto en la composição das palavras, aunque no és el real contexto do que se passa en la Nacion Brasilenha, assolada por una devastacion de roubos e improbidades nuca antes encontradas em tal proporcion...

Hablamos de biliones de dolares desviados del cofres publicos e de empresas estatais em ardilosas manobras politicas e financeiras, 

Vivemos un cenario de bancarrota de la saude, de la seguridad, en contraponto a noticias diarias de desvios volumosos del dinero, de decisoes judiciais advindas del estado aparelhado en sua composição politica

         

Deja tu comentario

Condición de protección de datos