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miércoles, 20 de noviembre de 2024

En busca de nuevos aires

Importantes productores de petróleo parecen coincidir en la necesidad de estabilizar, de una vez, los precios del crudo...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 14/09/2016
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Como se conoce, desde hace un buen tiempo el petróleo enfrenta precios que en muchos casos ni siquiera compensan los gastos de su extracción.

Tragedia económica, comercial y financiera esencialmente para aquellas naciones que asientan la mayoría de sus ingresos en la comercialización de una de las más trascendentes materias primas en la historia de la civilización humana.

Así, los valores de la factura energética ligada al hidrocarburo han descendido en ocasiones a casi un tercio de los precios de bonanza que caracterizaron etapas anteriores, y las consideraciones sobre las causas de semejante desplome son variadas.

Algunos precisaron en los primeros momentos que naciones como Arabia Saudita, uno de los dos primeros exportadores del planeta junto a Rusia, prefería precios más bajos a partir del auge de la producción del crudo de esquisto, implementada básicamente en los Estados Unidos a pesar de su alta nocividad ambiental y su agresividad con relación al terreno y las fuentes de agua potable.

Valores mercantiles a la baja deberían entonces haber frenado ese método de extracción sumamente caro y la saturación de la oferta global con semejante entrega adicional de hidrocarburo.

Sin embargo, otros analistas no dejaron de preguntarse quiénes estarían entre los primeros afectados por una baja en la factura petrolera, y concluyeron que la estimulación a la caída golpearía a países como Rusia y Venezuela, que Washington considera oponentes a agredir, denostar y desbancar. En consecuencia, no era aventurado considerar que el descenso de los precios formase parte de la cartera Made in USA de maniobras desestabilizadoras.

Cuenta, además, en este asunto el temor saudí a una recuperación petrolera de Irán y su reinserción en el mercado global de crudo, no tanto por razones económicas como por el histórico encono confesional entre ambos Estados islámicos.

Pero transcurrido el tiempo, todo hace pensar que la situación se ha tornado insostenible, y por tanto, no han faltado ni faltan las voces proclives a la instauración de un precio consensuado y equilibrado entre las naciones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP y los restantes del orbe involucrados en la extracción y venta de crudo.

Así, en los últimos días, el presidente ruso, Vladímir Putin, sorprendió a muchos con el anuncio de una negociación bilateral con la monarquía saudí “para apoyar la estabilidad en el mercado de petróleo y garantizar un nivel sostenible de inversión.”

Hay que tener en cuenta que este diálogo tiene un peso especial en el universo energético, puesto que ambas naciones involucradas dan respuesta al veinte por ciento  de la demanda mundial de hidrocarburos.

Y lo interesante ha sido la acogida positiva e inmediata de otros importantes productores, que incluso han llegado a calcular que el valor del petróleo debería oscilar entre 50 y 60 dólares el barril como cuotas adecuadas para brindar una rentabilidad sensata a su extracción y venta.

Nigeria, Angola, Argelia y Venezuela, entre otros suministradores, han aplaudido esta posibilidad, en tanto que Irán, que avanza en la recuperación de su industria petrolera luego de la limitación de las sanciones que le fueron impuestas ante el desarrollo de su programa de uso pacífico del átomo, también ha dado su beneplácito a un diálogo que favorezca valores justos para el crudo.

No obstante, queda pendiente saber qué tramarán en este sentido los que parecen empeñados en saturar el mercado con sus extracciones de petróleo de esquisto, a la vez que utilizar los precios deprimidos para crear dificultades a Estados grandes productores que considera y define como “enemigos políticos” a defenestrar.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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