Con el dólar renqueante y el euro al borde del nocao, el mundo mira con esperanza hacia China, cuya moneda, el yuan, puede convertirse de un momento a otro en una divisa internacional con amplio empleo en el comercio.
Ya el Banco Central chino había advertido que para este año el país mantendría una política monetaria prudente, luego de haber logrado en 2011 que el yuan alcanzara un record en las primeras cotizaciones que lo pone en camino para ganar un 4,5 por ciento durante el año.
“No estamos demasiado lejos de nuestra meta de convertibilidad de la cuenta de capital”, afirmó en una reciente entrevista el gobernador de ese Banco, Zhou Xiaochuan, quien adelantó que los niveles de fluctuación del tipo de cambio de esa moneda también serían ampliados en el futuro.
Tanto economistas, como políticos y funcionario, son cautelosos a la hora de vaticinar el momento en que la moneda china adquirirá certificado internacional, pero todos coinciden en que ese es el camino inevitable del proceso financiero chino.
“Nuestra moneda es muy popular en los países alrededor de China y es un desafío para el dólar”, dice Wang Xinchuan, editor jefe del diario Económico de Beijing, fundado en 1983 y en la actualidad una de las más prestigiosas publicaciones especializadas.
En una amplia oficina encristalada, en un piso 22 sobre la calle Baizhifang, que desde el distrito de Xicheng ofrece una privilegiada vista panorámica de la capital china, Wang asevera que en la actualidad el yuan es empleado en las transacciones comerciales por una decena de países, entre ellos Rusia.
El periodista, quien además es jefe del Departamento de Noticias de Economía Financiera del diario, afirma que el afianzamiento del yuan “sirve al desarrollo económico de la nación”. “Lo más importante es que la economía sea estable al igual que el costo de la vida y la tranquilidad de la sociedad”.
Wang recuerda que la moneda china se devaluó en fecha reciente, cuando la paridad con el dólar pasó de 6,8 a 6,3, pero señala que ese movimiento tiene que ver con el balance comercial del país.
Indica que el movimiento de la tasa de cambio ayuda a que las empresas chinas, sobre todo aquellas cuyas producciones se destinan a las exportaciones, puedan cambiar sus estructuras para evitar riesgos económicos.
Claro que la nación llegará a la convertibilidad paso a paso, como ha hecho desde 2005, cuando comenzó la revalorización del yuan, que hasta fines del año recién concluido ganó un 30 por ciento de valor.
Ese es un proceso gradual y calculado, no apresurado como desde hace un tiempo pretende Estados Unidos, que presiona para acelerar la necesita valorización de la moneda china, pues devaluar al dólar para que las exportaciones norteamericanas sean más baratas y por tanto más competitivas en un momento de severa crisis.
Hace apenas unas semanas, el gobierno japonés anunció que estudia la posibilidad de adquirir un volumen importante de yuanes, algo que los especialistas consideraron como una señal de que la región asiática comienza a prepararse para la convertibilidad de la moneda china.
No se puede olvidar que en esa área geográfica vive la mayoría de la población mundial, lo que de un plumazo consolidaría a la divisa china como alternativa comercial, una idea que no es descabellada cuando el mundo contemporáneo asiste a la formación de bloques monetarios regionales.
Cualquier decisión en ese sentido tendrá detrás el respaldo de una economía potente, cuyo Producto Interno Bruto rebasa hoy los 52 millones de millones de dólares, por eso no es ocioso esperar la conversión del billete chino en una divisa internacional con todas las de la ley y eso inevitablemente llegará, aunque aún el yuan ande buscando su lugar.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.