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sábado, 16 de noviembre de 2024

El palo en la lata

El conflicto en Ucrania es un llover sobre mojado...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 23/03/2015
1 comentarios

Parece evidente que resultaba claro para muchos observadores y presentes en los debates, que los recientes acuerdos para la paz en Ucrania negociados en Minks, la capital bielorrusa, tendrían finalmente para Kiev y sus más agrios socios internacionales el mismo valor que un trozo de papel mojado.

Y es que por encima de la presencia de Alemania y Francia en el proceso de conversaciones, de los desmentidos de Berlín sobre una pretendida invasión militar rusa a Ucrania, e incluso de crecientes manifestaciones populares en Europa Occidental contra la agresividad en el trato con Moscú, la tendencia entre los oligarcas del gobierno de Piort Poroshenko y sus promotores en Washington y varias capitales del Viejo Continente, no es otra que desentenderse de los tópicos políticamente más complicados del convenio y retornar a la situación de violencia con relación a los federalistas del Este.

Hasta el presente, y en medio de constantes acusaciones sobre violaciones mutuas de lo suscrito, los acuerdos de Minks permitieron al menos una disminución sensible de los combates, el intercambio de prisioneros, y el desplazamiento, desde la primera línea de enfrentamiento, de buena parte del armamento pesado.

Sin embargo, en cuanto a un acuerdo que otorgue amplia autonomía a las proclamadas repúblicas del oriente ucraniano, varias figuras derechistas han sido extremadamente ácidas a la hora de analizar la aplicación de esas decisiones y, por el contrario, insisten en el sometimiento sin condiciones de los grupos rebeldes.

Ello, sin dudas, puede interpretarse como el preámbulo y la pretendida justificación para romper nuevamente las hostilidades, luego de una “tregua” que para las autoridades golpistas de Kiev resultaba urgente y necesaria ante sus constantes descalabros en el terreno bélico.

Por supuesto, un comportamiento tan arrogante y carente de  respeto por la palabra empeñada no solo calza zapatos propios.

Está claro que Kiev no hablaría como lo hace si desde el exterior los generadores del caos local a cuenta de agredir y cercar a Rusia no impulsaran las ínfulas agresivas de los neonazis y xenófobos que usurpan el gobierno.

De hecho, la Casa Blanca, que dice se inclina por “soluciones pacíficas” a los conflictos internacionales a partir de una “nueva política externa”, ya colocó tropas en el oeste ucraniano para “instruir” a sus pares locales en el uso de nuevas partidas de armamentos, a la vez que desembarca contingentes especiales en el Báltico para presionar sobre la frontera norte de Rusia.

Como si fuera poco, se anunció que Washington pretende enviar a Kiev alijos de sofisticados pertrechos, de manera de hacer frente con mayor efectividad a la “agresión” del Kremlin.

Por demás, el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea decidieron aprobar la entrega a Ucrania de un apoyo financiero por valor de 17 mil 500 millones de dólares en un plazo de cuatro años, para impulsar las reformas económicas (léase neoliberales) que el gobierno derechista desea instrumentar de manera de colocar al país en la vía de la “occidentalización”.

Desde luego, este desembolso implica  que Kiev se comprometa con medidas concretas de “austeridad y recortes de gastos superfluos”, entre los cuales se encuentran nuevas devaluaciones de la grivna, la moneda local, que ya ha perdido treinta por ciento de su valor frente a las divisas externas, la disminución de los gastos públicos, y el alza de las tarifas energéticas.

En consecuencia, no parece que la ruta para la paz total y equilibrada en Ucrania esté al alcance de la mano, sin demeritar el hecho de que la seria insistencia en el camino de las negociaciones no debe cesar por dos razones elementales: la posibilidad de imponer finalmente esa vía como la más sensata, productiva y mutuamente ventajosa, y el desnudar ante el mundo a quienes objetivamente solo aspiran a la prevalencia del derrotero violento en sus netos afanes hegemónicos.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista

Se han publicado 1 comentarios


vangelys
 23/3/15 18:55

Como siempre un interesante articulo Nestor...gracias por  tu tematica de Ucrania....otro callejon sin salida para la paz...y dentro de este laberinto un minuto de silencio para los no recordados pasajeros del vuelo siniestrado en Ucrania, silenciado por los propios paises cuyos pasajeros perdieron la vida y no han tenido el valor de decir la verdad...Ucrania simplemente Ucrania..

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