La llegada del verano evoca en Palestina el recuerdo de sucesivas agresiones que a lo largo de casi siete décadas arrojaron de sus tierras a millones de palestinos o los privaron de sus derechos.
Este año, la temporada estival en Oriente Medio se inició bajo oscuros presagios, al conocerse la formación en Israel de un nuevo gobierno bajo fuerte influencia de políticos de la ultraderecha religiosa y colonizadora.
Aferrado al poder desde hace 19 años, el premier Benjamín Netanyahu selló una alianza con representantes de los sectores más retrógrados, racistas y guerreristas con tal de preservar una mayoría de un voto en el Parlamento para el partido sionista Likud.
La historia de días de angustia se repite como una maldición desde el 15 de mayo de 1948, cuando, tras proclamar el Estado de Israel, grupos armados sionistas aterrorizaron a hombres, mujeres, niños y ancianos que eran cercados, tiroteados, obligados a huir o morir envueltos en las llamas de sus casas dinamitadas.
El historiador israelí Ilan Pappe, director del Departamento de Historia de la Universidad Exeter, autor delestudio La limpieza étnica de Palestina, demostró la destrucción en 1948 de 531 pueblos y 11 ciudades árabes por bandas terroristas como Irgun, Stern y la Haganah.
Según Pappe, todo obedece a un plan de “limpieza étnica” que prosigue hoy con el cerco de Gaza y la “judaización” de Jerusalén y Cisjordania.
La proximidad del verano se convirtió desde entonces en tiempo premonitorio de nuevas acciones de despojo.
La Guerra de los Seis Días, iniciada el 5 de junio de 1967, extendió el dominio sionista y su práctica de apartheid.Justificada como una acción preventiva, permitió a Israel ocupar la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, las Alturas del Golán sirio y la península egipcia del Sinaí.
Desde entonces cobró mayor fuerza y legitimidad la Resistencia del Movimiento de Liberación de Palestina (Al Fatah), liderada por Yasser Arafat, que había iniciado sus acciones el 1ro de enero de 1965.
Apenas una década más tarde, en 1974, Arafat era aclamado en la Asamblea General de la ONU como presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), reconocida como “única representante legítima del pueblo palestino” en un futuro proceso de paz con Israel, que según la Resolución 242 del Consejo de Seguridad estaba obligado a retirarse de los territorios árabes ocupados.
Sin embargo, los gobernantes israelíes se las ingeniaron para burlarse de la comunidad internacional y postergar un arreglo del conflicto basado en el reconocimiento de un estado palestino soberano e independiente.
El largo verano de 1982 sería testigo de la más extensa confrontación militar árabe-israelí, en la que el gobierno sionista empleó todo el potencial bélico construido con lo más moderno del arsenal norteamericano.
La invasión israelí del Líbano, iniciada el 6 de junio de 1982, se propuso liquidar el potencial militar alcanzado en ese país por la OLP y expulsarla de Beirut.
Establecidas en suelo ajeno, las fuerzas militares y la dirigencia de la OLP debieron abandonar Beirut, pero nuevos protagonistas de la Resistencia libanesa tomaron su relevo.
El 25 de mayo de 2000, Israel anunció de manera oficial su retirada incondicional de El Líbano, después de contabilizar más de mil muertos en los enfrentamientos con las guerrillas libanesas de Hezbollah y Amal, y la autodefensa palestina de los campamentos de refugiados.
La humillante derrota, silenciada por la prensa occidental dominada por el poderoso lobby judío sionista, fue el pretexto de una cruenta venganza.
El 12 de julio de 2006, una nueva escaramuza en la frontera con el Líbano le sirvió de justificación a Tel Aviv para intentar reducir a ruinas gran parte de ese país.
A partir de 2006, las agresiones de Israel se enfocaron contra la Franja de Gaza, en el empeño de destruir el prestigio de Hamas, ganadora de la primera votación de pueblo palestino para elegir su parlamento, una victoria rechazada por Israel con apoyo de Washington y la Unión Europea.
Entre 2007 y 2014 la estrecha franja donde subsisten enclaustrados más de un millón de palestinos, sufrió tres ofensivas militares que asesinaron a tres mil 760 personas.
Solo durante los 51 días de la ofensiva de julio y agosto del año pasado, Israel mató más de dos mil 500 palestinos, la mayoría civiles, incluyendo más de 500 niños. Además, unas 11 mil personas resultaron heridas.
No es casual que una de las primeras acciones de la flamante encargada de las relaciones exteriores,Tzipi Hotovely, joven aliada política de Netanyahu, fuera convocar a los jefes de misiones diplomáticas exteriores para dictarles la línea de defensa de la política de despojo y colonización total de los territorios palestinos ocupados.
Tomando como justificación “las enseñanzas rabínicas” y sin el menor rubor les dijo: “la verdad es esta, toda la tierra es nuestra”.
El inicio de una nueva escalada de bombardeos aéreos contra Gaza en los primeros días de junio, permite avizorar la llegada de otro verano infernal.
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