El presidente ecuatoriano Daniel Noboa, un rico empresario que gobernará hasta febrero del próximo año, sigue envuelto en una serie de circunstancias en las que se juega el todo o nada en su reelección, mientras la ciudadanía continúa bajo una crisis de inseguridad sin precedentes.
Noboa, quien ocupó la primera magistratura durante unas elecciones anticipadas por la renuncia de su predecesor Guillermo Lasso y bajo la impronta de una inesperada victoria, enfrenta los graves problemas dejados en herencia y otros que le acosan a su paso por el Palacio de Carondelet.
A sus 35 años, tiene ante sí el compromiso con sus electores de disminuir el altísimo grado de violencia existente en el país, ahora dominado por el narcotráfico, incrustado incluso a nivel institucional, y para hacerlo afirmó que implantaría el llamado Plan Fénix, sin resultados visibles hasta ahora.
Esa estrategia consiste en crear una central única de inteligencia; equipar con armas y tecnología a la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas; y también militarizar puertos y fronteras.
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Las acciones conjuntas de los diferentes cuerpos armados y otras instituciones posibilitan la intervención en las comunidades más conflictivas, como ocurrió el pasado jueves cuando, en medio del estado de excepción dictado en enero último, mas de 200 agentes policiales intervinieron en Durán, una de las ciudades más violentas del país y del mundo, según indicó el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, de México.
Hace más de un mes que el gobierno determinó la existencia de un conflicto armado interno e identificó 22 grupos del crimen organizado trasnacional, a los que calificó de ¨terroristas y actores no estatales beligerantes¨.
Bajo ese amparo, en la actualidad hay más de 9 000 personas detenidas y 54 toneladas de drogas decomisadas, en lo que se entiende como un paso para evitar las cifra de 45 homicidios intencionales diarios por cada 100 000 habitantes registradas el pasado año.
El presidente Noboa, alineado a Estados Unidos (EE.UU.) país que visitó antes de su asunción, decidió poner en práctica el acuerdo firmado por Lasso con Washington, que él defiende, el cual permite la presencia extranjera de personal militar y civil en su territorio.
Noboa afirmó en una entrevista con el canal Teleamazonas que la entrada en vigor del pacto depende del pronunciamiento de la Corte Constitucional, y precisó que negarlo sería retroceder, pues Ecuador precisa armamento, protección en fronteras, tecnología y entrenamiento a las fuerzas del orden. Planteó, además, la posibilidad de tratados similares con otros países para enfrentar las bandas paramilitares que desangran los territorios locales.
Lo que podría catalogarse como ayuda, en realidad otorga poderes especiales a EE.UU. durante su permanencia, no definida, en Ecuador. Muchos entienden que la vuelta a la geopolítica norteamericana es un regalo a sus socios norteños.
La presencia estadounidense en ese país terminó en septiembre de 2009 cuando el presidente progresista Rafael Correa no renovó el contrato con la Casa Blanca para mantener la base militar de Manta.
Desde ese sitio, el ejército estadounidense, con el pretexto de supervisar el tráfico de drogas, controlaba la migración, y proveía información y soporte logístico para la guerra de los regímenes colombianos contra los grupos guerrilleros que operaban entonces en ese territorio.
El acuerdo suscrito por Lasso poco antes de dejar el cargo en una muerte cruzada, -cierre del Congreso Nacional y elecciones adelantadas- otorga a la administración norteamericana exenciones tributarias, libertad de uso del espacio aéreo y terrestre, uso libre del espectro radioeléctrico ecuatoriano, amnistías y libre porte de armas, entre otros articulados.
En una actitud que partidos opositores catalogan de ¨ingenua¨, Noboa admitió que Ecuador ¨se ha vuelto una pieza clave para los grupos narcoterroristas y si tenemos el control total, la región mejora¨ . De inmediato recibió en Quito, la capital, una delegación integrada, entre otros, por la jefa del Comando Sur, Laura Richardson y el asesor del presidente Joseph Biden, Christopher Dood.
Analistas consideran que esta era la oportunidad que esperaba EE.UU. para profundizar su presencia militar en Suramérica bajo una forma supuestamente legal y autorizada. Luis Córdova, profesor de la Universidad Central del Ecuador, afirmó que en realidad se implantará el ¨Plan Ecuador¨ (en referencia al llamado Plan Colombia) encubierto por el ¨Plan Fénix¨ o estrategia de seguridad.
En este contexto, un nuevo contratiempo político sacudió al mandatario. El afianzamiento de los vínculos con los imperiales norteños siempre trae aparejados compromisos comprometedores.
Hace pocas semanas Noboa anunció que entregaría a EE.UU. el armamento ruso en posesión de su país, que consideró ¨chatarra¨ a cambio de otro norteamericano más moderno, por valor de 200 000 de dólares.
A Moscú no le gustó la resolución de Ecuador. El pasado día 2, suspendió la compra de banano ecuatoriano a cinco empresas con el argumento de la detección sistemática de una plaga peligrosa conocida como mosca jorobada en las frutas. La medida rusa afectó el 21 % de las exportaciones del producto hacia Rusia, principal destino de ese producto. En promedio, cada semana la nación euroasiática recibe en promedio 1 400 000 cajas. Con esas exportaciones, Ecuador gana en torno de 750 000 de dólares anuales.
Seis días más tarde, Kevin Sullivan, subsecretario de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de EE.UU. reconoció que el traspaso era parte ¨de un arreglo¨ para transferir equipo militar a Ucrania, con la cual Rusia está enfrascada en una confrontación bélica desde 2022.
La pasada semana, el embajador ruso ante Quito, Vladimir Sprinchan, confirmó a medios de comunicación de su país la decisión del gobierno de Noboa de retirar el ofrecimiento a Washington. El anuncio fue hecho luego de una reunión del diplomático con autoridades locales en la ciudad de Guayaquil.
Asimismo, luego que el Ejecutivo ratificara el Tratado de Libre Comercio con China, ya aprobado en la Asamblea Nacional, Noboa calificó el documento como ¨una puerta de oportunidades comerciales sin precedentes¨.
En su visión de empresario, el presidente reconoció que China es un mercado estratégico para las exportaciones no petroleras.
CONSULTA POPULAR: TODO O NADA
Mientras la élite política ecuatoriana trata de evitar otro traspié en la arena internacional, Noboa se juega el todo o nada de su futuro en Carondelet con la convocatoria a un referendo y una consulta popular que busca la legitimidad de sus planes de seguridad nacional. Si gana, consigue la reafirmación de su política contra el narcotráfico –incluídos los planes con EE.UU.- y mantiene la posibilidad de reelegirse. De lo contrario, puede olvidarse de sus ambiciones.
Este joven, hijo del multimillonario empresario bananero Álvaro Noboa –cinco veces excandidato presidencial- podría posicionarse como el abanderado en la lucha contra la droga y su paso por el país andino, lo cual era algo impensado en la década de gobierno de Correa y su Revolución Ciudadana.
Empero, el espectro político de Ecuador –desde los conservadores hasta los izquierdistas- recibió la iniciativa con reservas, lo cual pone en aprietos su desarrollo. El antecedente más cercano es un fracasado paso similar dado por Lasso hace un año, lo que desencadenó su caída como presidente.
Seis preguntas hace la consulta, y cuatro el referendo, todas relacionadas con el plan del mandatario sobre la seguridad interna.
Sin cumplir aún cuatro meses al frente del Ejecutivo, Noboa puede dar una pisada en falso en abril. Entonces tendría que conformarse con mirar, de lejos, el bello Carondelet, aun cuando termine su mandato de 15 meses.
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