Este primer domingo de octubre, cuando el verano avanza en Brasil, dos políticos antagónicos, el izquierdista Luiz Inacio Lula da Silva, y el ultraderechista Jair Bolsonaro –quien busca la reelección- se enfrentan en las urnas para decidir el futuro del país: si sigue lo que muchos llaman la agonía de un sistema en caída o un destino prometedor y de esperanzas.
Lula da Silva partió como favorito en estas elecciones generales para ganar, por tercera vez, el sillón presidencial y recobrar para la gigantesca nación suramericana, dijo, el prestigio perdido durante el mandato de Bolsonaro, en apariencia un controvertido político, amante de las armas y admirador de las dictaduras militares, además de pésimo gobernante.
También serán renovado este día la Cámara de Diputados y un tercio del Senado, y gobernadores y vicegobernadores estatales, Asambleas Legislativas Estatales y Cámara Legislativa del Distrito Federal se realizarán en paralelo.
La última encuesta pública del Instituto Datafolha, conocida poco antes de un agresivo último debate el pasado jueves entre los siete aspirantes al Palacio de Planalto, reafirmó la ventaja del exdignatario y fundador del Partido de los Trabajadores (PT), con 14 puntos por delante de su más cercano rival.
En aquel momento, el izquierdista (jefe de gobierno entre el 2003 y el 2010) tenía 48 % de las intenciones de voto, y su principal oponente un 34 %.
Sin embargo, para ganar hoy la presidencia, Lula debe sumar el 50% de los votos válidos, por lo que hasta las 22:00 (hora local) de este sábado y con uso de megáfonos (permitido por el Tribunal Supremo Electoral) los petistas continuaron su campaña en busca del 2 % que definiría el triunfo.
El PT ha llamado a los brasileños al voto “útil” ya en la primera vuelta, para intentar captar los de otros aspirantes más relegados en las encuestas, como el centroizquierdista Ciro Gomes (6%) y la senadora Simone Tebet (5%).
Según Data Folha, considerando apenas las boletas válidas (ni en blanco ni nulas), Lula reúne 50% de los apoyos, porcentaje mínimo para obtener una victoria en primera vuelta. Si hubiese una segunda, sería el próximo día 30.
La encuestadora también reveló que el 85% del electorado ya decidió su voto.
Mientras el expresidente hizo una cruzada política con visitas a la mayoría de los 27 estados del país, conversando con la población y explicando sus planes de gobierno, su rival se dirigió principalmente a la masa evangélica y empresarial, dos sectores que le dieron la victoria en 2018, pero que ahora miran más hacia la otra dirección.
Los resultados de la investigación tuvieron una respuesta inmediata de Bolsonaro, aspirante por el Partido Liberal, quien aseguró que “Estamos viendo por primera vez, si creyéramos en Datafolha, un presidente (...) que va a ganar en la primera vuelta sin votos”. En su chapa va como aspirante a vicepresidente va el general ® Hamilton Maurao.
Se preguntó el Bolso, como le llaman en su país: “¿Qué es lo que Datafolha quiere? ¿Validar alguna cosa más adelante, quiere darle legalidad a alguna cosa?”, mientras cuestionó las encuestas y el sistema de voto electrónico en Brasil, asegurando que puede ser fraudulento sin aportar pruebas.
En un clima polarizado y para prevenir cualquier conato de violencia, el TSE prohibió el porte de armas y municiones en todo el país por ciudadanos con licencia, como cazadores, coleccionadores y tiradores, entre el sábado y el lunes.
El ex dignatario izquierdista Luiz Inacio Lula da Silva y el actual, de ideología ultraderechista Jair Bolsonaro, se miden este domingo en las urnas en medio de la tensión nacional (Foto tomada del El País)
La corte ya había vedado con anterioridad el porte de artefactos de fuego en los centros de votación y en un perímetro de 100 metros el día de la elección.
Pero Bolsonaro dijo que no aceptaría otro resultado que ganar con el 70% de los votos. Como de antemano los números indican otro resultado, se teme que el ex capitán del Ejército desate una violencia que cause la pérdida de vidas humanas. Existe la sensación de que el país se enfrenta a una elección entre democracia o neofascismo, representados por los dos principales candidatos.
TENSIÓN ELECTORAL
Estas elecciones se han caracterizado por el clima de tensión que generan las declaraciones de Bolsonaro, un oscuro exdiputado federal durante casi 30 años consecutivos, utilizado por la oligarquía local con la venia de Estados Unidos para adueñarse del poder, luego de un complot judicial para encarcelar a Lula da Silva por presunta corrupción y apartarlo de los comicios de 2018.
Para analistas, la característica de esta confrontación electoral es que desde el final de la dictadura y a partir de 1989, cuando por primera vez en 29 años hubo elecciones presidenciales, nunca hubo, ni de lejos, una crudeza semejante.
Mientras Lula empleó como escudo sus planes de gobierno, en especial los sociales que durante su mandato rescataron de la pobreza a 48 000 000 de personas, su oponente se basó en mentiras divulgadas en especial por redes sociales sobre eventuales cierre de templos y la persecución contra religiosos.
La noticia falsa fue desmentida con vehemencia por Lula, pero el temor se ha expandido como una teoría conspirativa entre los miembros de esa Iglesia.
Con su lema “Brasil encima de todo, Dios encima de todos” y la Biblia como bandera, Bolsonaro ha conseguido capitalizar el apoyo de los evangélicos en el país con mayor número de católicos del mundo.
“Es el principal segmento social que va en sentido contrario del conjunto del electorado. Eso se debe a una alianza del gobierno derechista con los principales líderes e iglesias evangélicas, que están haciendo una campaña muy fuerte a favor de Bolsonaro en la elección”, afirmó en una entrevista de prensa Vinícius do Valle, doctor en Ciencias Políticas y director del Observatorio Evangélico.
La influencia de los evangélicos ha traspasado los púlpitos. Sus tentáculos alcanzaron los tres poderes del Estado, en especial el Legislativo, donde cuentan con un poderoso grupo formado por 184 de los 512 diputados que defienden los “valores cristianos” supuestamente “amenazados” por la agenda progresista.
Nada indica que Bolsonaro pudo recuperar el espacio perdido en las últimas 24 horas ni tampoco en una segunda vuelta.
Algunos expertos consideraban que el último debate podría favorecer al ultraderechista, pero se equivocaron, pues el horario determinado por la TV Globo, el canal de mayor audiencia en Brasil, (entre las 22:30 y 02:00 hora local) hizo que parte esencial del electorado - los que trabajan temprano- no pudieran seguir las discusiones.
Hay un temor latente, que se desprende de las declaraciones de Bolsonaro, que incita a sus seguidores a actos de violencia, por lo cual podría aumentar el número de personas que no comparezcan a las urnas.
El presidente ha repetido que no considera válidas las urnas electrónicas, que habrá fraude, y que no aceptará las cifras finales.
El problema mayor es qué van a hacer los militares, que hasta ahora lo han apoyado en todo. ¿Van a aceptar un resultado adverso anunciado por el TSE o lo rechazarán, alegando que hubo fraude? En la práctica significaría un golpe de Estado, solo considerado dentro de las posibilidades.
El absentismo, por experiencias anteriores, suele rondar los 20 puntos, pese a que el voto es obligatorio en Brasil. Los actuales sondeos toman ese dato en consideración, pero queda claro que si las ausencias superan esa marca el resultado final será afectado.
LULA VENCEDOR
Lula da Silva, quien posee una vasta experiencia política desde que asumió el liderazgo del PT, lleva como vicepresidente a una figura conocida en los medios empresariales, el dos veces gobernador de Sao Paulo Geraldo Alckmin, del Partido Socialista Brasileño (PSB), quien constituye un equilibrio en la candidatura y arrastra consigo a miles de miembros de su demarcación.
El líder izquierdista reunió el respaldo de figuras destacadas en amplios sectores del liberalismo y hasta del conservadurismo, de empresarios a políticos de partidos de centro y centro-izquierda, de economistas a exministros de gobiernos encabezados por nombres que lo derrotaron (como el ex presidente Fernando Henrique Cardoso en 1994 y 1998), e inclusive el apoyo de exintegrantes del Supremo Tribunal Federal, ahora jubilados.
El TSE convocó a alrededor de 156 000 000 de personas a estos comicios considerados históricos, por lo que representan no solo para Brasil, el mayor y más rico país de América Latina, sino para toda esa región y El Caribe.
De ser elegido, Lula da Silva enfrentará una serie de adversidades para gobernar la gigantesca nación suramericana y tendrá que atacar problemas sociales que retrocedieron en los últimos años.
El TSE recordó que de los 4 400 000 brasileños residentes en el exterior, 697 084 están aptos para votar este domingo en embajadas, consulados y legaciones diplomáticas esparcidas por 159 ciudades de 97 países.
A las 17:00 (hora local) se cierra la votación y a las 20:00 (hora local) deben estar disponibles los resultados. O como mucho, a las 21:00 (hora local), de acuerdo con un anuncio de las autoridades comiciales.
Dionis
2/10/22 23:12
Muy buen comentario. Bolsonaro obtuvo más votos que los previstos por las encuestadores, pero creo que Lula está más cerca de la victoria
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