Las fuerzas de derecha, incapaces de acceder a los gobiernos por la vía electoral, se proyectan por la acción violenta, como ocurre ahora en Ecuador, donde ante el fracaso de la primera jornada del paro nacional que convocó para este 13 de agosto, se lanzó en la aventura de cortar carreteras –como la importante Panamericana Sur-, quemaron equipos y neumáticos y realizaron maniobras que presagian un golpe de estado contra el presidente Rafael Correa y la Revolución Ciudadana.
En la noche, las fuerzas policiales habían abierto las vías y detenido a los alborotadores que intentan chantajear al presidente Rafael Correa con esas maniobras iniciadas en junio pasado por supuestamente manifestarse contra dos leyes –la de la herencia y de la plusvalía- pero que los días demostraron era solo un pretexto para desarrollar una intentona de golpe de estado que, hasta ahora, les deja pocos dividendos políticos.
Al contrario de lo que pensaban los líderes derechistas que agitan las banderas contrarrevolucionarias, la población apoyó en manifestaciones públicas a Correa, sin adherirse a la paralización, mientras a Quito llegan mensajes de solidaridad de políticos y organizaciones políticas y sociales de diversas partes del planeta.
La normalidad reinó la víspera en las principales ciudades ecuatorianas, lo cual enervó a los cabecillas opositores, que son reconocidos como miembros de la élite ecuatoriana que se apoyan en ciertos dirigentes de Pachakutik, una facción de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) y el Frente Unitario de Trabajadores.
Pachakutik llegó a Quito con un reducido grupo de indígenas que siguen las políticas de figuras como el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, y el excandidato presidencial y banquero Guillermo Lasso, y el alcalde capitalino Álvaro Noboa, -representantes de quienes siempre los han explotado- para seguir adelante con su plan de desestabilización el país y derrocar al líder del partido Alianza País.
El Mandatario advirtió este jueves que las élites latinoamericanas “ya no están dispersas”, sino articuladas nacional e internacionalmente y con “la descarada complicidad de la prensa”, por lo que invitó a no subestimar a los adversarios, que realizan en la región golpes blandos.
Correa habló ante una multitud durante el Encuentro Latinoamericano Progresista de Juventudes 2015, celebrado en Quito, donde aseguró que “como ya no pueden dar golpes de Estados tan descarados” tienen una “nueva estrategia” conocida como los golpes blandos, “una estrategia continental” para los Gobiernos de izquierda de Latinoamérica.
Desde la Plaza Grande y ante miles de personas, Correa rechazó el cierre de carreteras como una forma de chantaje a las autoridades, mientras los agolpados en la Plaza General lo vitoreaban y expresaban su apoyo a la Revolución ecuatoriana.
Acompañado del secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), Ernesto Samper, precisó que el paro “fue un fracaso y siempre "fracasarán", y retó en su discurso a la oposición, si así lo desea, a salir a la calle a recoger las firmas necesarias para pedir la revocatoria de mandato, pero aseguró que los enfrentará en las urnas en el 2017, lo que precisamente trata de evitar la derecha, pues conocen que fracasarán una vez más en las elecciones.
También se refirió a las marchas de indígenas de oposición y precisó que se debe “mitificar el mundo indígena...hay indígenas de derecha y de izquierda, hay indígenas honestos y deshonestos” y recordó que esos reducidos grupos autóctonos se expresan contra la reforma de impuestos, aunque ellos no los pagan.
Respecto a la posibilidad de diálogo con la oposición, fue tajante: “Es imposible conversar con personas que no respetan la institucionalidad, la democracia, se creen independientes porque se dicen ancestrales", añadió ante sus seguidores que, dijeron a periodistas, no se moverán de la plaza situada frente al Palacio Carondolet, sede del gobierno, para impedir un eventual asalto contrarrevolucionario.
También el canciller Ricardo Patiño, en conversación con el canal Telesur, declaró la víspera que la oposición encontró una clara muestra de debilidad en términos de convocatoria. “Llegaron 250 indígenas desde el sur del país y unas decenas de trabajadores, la mayoría médicos”, puntualizó.
Tras evaluar a la contrarrevolución como “extremadamente violenta”, Patiño recordó que esta intentona de golpe de estado (el primero fue en el 2010 y apenas duró horas) le hace daño a la democracia instaurada hace ocho años y medio, la que hace honor a la Constitución Nacional, dijo, con el dialogo permanente, como ocurre ahora cuando el gobierno está enfrascado en las conversaciones con la inmensa mayoría de la sociedad para definir qué tipo de sociedad quieren construir en la nación suramericana.
Reafirmó que los opositores no buscan el apoyo de la gente debido a su fracaso; nadie se les sumó y entonces usan la violencia. La policía tendrá que ser abrir las calles expeditas, resumió el Ministro de Relaciones Exteriores.
Un incidente grave ocurrió cuando el Ministro del Interior, José Serrano, intentó dialogar con dirigentes del Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi para que desalojaran la Panamericana Sur, que une a esa localidad con Quito, y habilitar la circulación vehicular.
Serrano buscó intercambiar con los manifestantes que, dijo, estaban “atentando contra la seguridad del Estado, que les ha dado todo”, pero fue rechazado en una trifulca entre policías y quienes intentaron agredir al Ministro con piedras y palos.
El centro histórico de Quito está en estos momentos resguardado por un dispositivo policial que busca la seguridad tanto de seguidores como opositores, pues se espera que continúen las acciones contra el Ejecutivo.
En respaldo a la Revolución Ciudadana, las naciones de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) realizaron un twitazo mundial, según acordaron en Caracas, capital de Venezuela, el pasado lunes, durante la IV reunión extraordinaria del Consejo Político de esa organización integracionista.
En la cita caraqueña, la ministra venezolana de Relaciones Exteriores, Delcy Rodríguez, informó que el ALBA-TCP pondrá en práctica un plan de acciones para enfrentar los actuales ataques contrarrevolucionarios contra los pueblos y gobiernos de Ecuador y El Salvador.
El ALBA-TCP está integrado por Bolivia, Nicaragua, Dominica, Santa Lucía, Granada, Ecuador, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda, San Cristóbal y Nieves, Cuba y Venezuela.
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