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domingo, 22 de diciembre de 2024

De logros y de sandeces

Moscú y Beijing intiman…y Washington berrea...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 05/02/2022
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Putin y Xijinping
Rusia y China acaban de confirmar en Beijing que su alianza es sólida y creciente.

Como lobo desdentado, la Casa Blanca ha amenazado una vez más al gigante asiático con severas, tremebundas y demoledoras sanciones si Beijing se apega a “colaborar con Rusia” para hacer fracasar potenciales penalidades gringas contra Moscú por una presunta invasión militar a Ucrania.

Los relinchos están aparejados al encuentro personal de Vladímir Putin y Xi Jinping en la capital china, a la que viajó el presidente ruso para efectuar conversaciones con su homólogo local y asistir a la apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno 2022, con sede en esa ciudad.

Así, la primera potencia capitalista, cuya deuda pública acaba de llegar al monto récord de 30 billones de dólares, y que suma una inflación galopante que ya se refleja de manera notoria en la vida de sus ciudadanos, “advirtió” a Beijing que un desliz favorable a Moscú le acarrearía el despliegue por los Estados Unidos de un paquete de “duras medidas económicas” en su contra.

El vocero del Departamento de Estado, Ned Price, encargado de la diatriba, recordó a sus pares chinos que los planes norteamericanos apuntan, en caso de guerra en Ucrania, a “degradar significativamente la capacidad productiva y el potencial innovador ruso”, y reiteró que si China se inclina por colaborar con el Kremlin enfrentará medidas que “harán más frágil su economía”.

En pocas palabras, todo un ultimátum con tono de edicto real, de un “soberano global” que con ello no estrena precisamente arbitrariedades y hostilidad contra los dos grandes países que considera sus rivales a muerte por la acariciada “preponderancia mundial”.

Lo interesante de toda esta trama es, justamente, que ni Rusia ni China parecen haberle dado mucha trascendencia a tan urticante parafernalia, para concentrarse, eso sí, en hacer más fuertes los lazos comunes a partir de las grandes coincidencias políticas que les unen y de los acelerados planes de asociación económica que les animan.

Poco antes de su partida a Beijing, en el primer encuentro personal con Xi Jinping luego del estallido de la pandemia de la COVID-19, el líder ruso envió una misiva al pueblo chino donde precisamente destacaba el avance de la alianza estratégica entre ambos colosos como garantía de un planeta equilibrado, seguro, cooperativo, solidario y justo, con igualdad de oportunidades, derechos y deberes para todos.

Por demás, ya en Beijing, ambos presidentes concretaron aún más sus voluntades, al rechazar China el despliegue de Washington y sus comparsas de la OTAN hacia el este, sobre las fronteras occidentales de Rusia, y la conversión de Ucrania en un antro de agresión y hostilidad contra el gigante euroasiático.

Putin reafirmó por su parte el apoyo ruso a la integridad territorial china, amenazada también por los Estados Unidos y sus aliados, a la vez que ambos concordaron en la gran responsabilidad que tienen los países poseedores de armas nucleares de no provocar situaciones límites que puedan insinuar siquiera el uso de tan destructivos artefactos.

Armonizaron además en su apego a los principios de convivencia internacional consagrados por la ONU y en la validez de los criterios que propugnan que ninguna nación puede asumir el abogar por su propia seguridad a expensas de quebrantar y desconocer la de otros.

Y si de cooperación económica se trata, baste el anuncio de Putin acerca de los multimillonarios suministros energéticos pactados recientemente entre los suministradores de su país y China, como una muestra de la integración que se va logrando entre ambos interesados.

En fin, todo un abanico de principios políticos y disposiciones que, en buena medida, responden precisamente a la descalabrada actuación internacional de Washington, al emprenderla contra dos países con la suficiencia propia, y mucho más a dúo, como para dar contundentes respuestas a la sarta de prácticas irracionales de factura Made in USA en todos los escenarios.

Por lo demás, de palos a ciegas está ahíto el devenir de una potencia en baja, cuyas coces y gritos ya no coaccionan a muchos, ni siquiera entre los que todavía temen decir claramente lo que piensan y sienten.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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