El continente reportó esa dolencia en 15 países y el estado de la enfermedad ya sobrepasó en 30 por ciento al registrado en 2022, alertó a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según la OMS, desde el inicio de 2023 hay brotes activos en 10 países y en enero se registraron 26 000 casos con 660 muertos, mientras que en 2022 se detectaron 80 000 pacientes y 1 863 decesos en 15 Estados.
Presenciamos un escenario preocupante en el que conflictos y sucesos climáticos extremos empeoran los desencadenantes del cólera y aumentan su coste en vidas, admitió Matshidiso Moeti, directora de la Organización para África.
Para observadores el enfrentamiento a la COVID-19 impuso un enfoque mundial de urgencia que superó la atención por los casos de otras enfermedades las cuales sin embargo perduran.
- Consulte además: Detener al cólera, otro desafío africano
La persistencia del cólera, dolencia curable relacionada con bajos niveles de atención higiénico-sanitaria, se asocia con indicadores de altos niveles de pobreza, que por ejemplo obstaculizan el consumo de agua saludable.
Asimismo, las escasas infraestructuras para la descontaminación de albañales, multiplican las posibilidades de consumo masivo de fuentes hídricas seriamente afectadas por impurezas.
Aunque los reportes de la OMS abarcan a países de África occidental y oriental es
Malawi, en la región meridional el Estado más golpeado, donde un brote ocurrido hace casi un año pasó a ser el más letal de su historia con 40 284 casos y 1 316 muertes.
Resúmenes estadísticos de prensa notifican que en ese país desde el año pasado hasta febrero de 2023 la dolencia causó 1 200 fallecidos por lo que el gobierno decidió aumentar los controles epidemiológicos.
El cólera es una enfermedad bacteriana que generalmente se propaga por el uso e ingestión de agua contaminada, causa intensas diarreas tendientes a la deshidratación y de no tratarse con rapidez puede ser mortal.
Sin embargo, es un mal curable, opción notablemente afectada por la desigualdad en la distribución socioeconómica mundial, de ahí que su presencia constituya un indicador de pobreza ubicado mayormente en el Tercer Mundo.
El portador de la enfermedad, el vibrio cholerae, resulta recurrente en áreas donde escasean o no existen redes de saneamiento higiénico-sanitarias que permitan consumir agua de calidad.
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