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miércoles, 25 de diciembre de 2024

Cierre con sangre

Los atentados dinamiteros de fines de este diciembre en Damasco se inscriben en las cada vez más descarnadas acciones injerencistas contra Siria...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 26/12/2011
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Atentados en Siria
Atentados en Siria

No es un secreto. Lo han denunciado con claridad, desde las autoridades oficiales sirias, hasta los más altos dignatarios de todas las religiones presentes en esa nación mesoriental; desde la gente común, hasta los más avezados analistas.

Y es que la mano de los poderes extranjeros que desean soliviantar al gobierno de Damasco ha estado detrás de los ataques con coches bombas contra dos dependencias de orden interior en la capital siria, bárbaras acciones que a fines de este diciembre se cobraron la vida de casi cincuenta personas, en su mayoría civiles que transitaban por la zona en medio de los festejos por la Navidad.

De manera que si algunas retorcidas voces han intentado sembrar la idea de un auto golpe ocurrido a las puertas del arribo a Damasco de una comisión de la Liga Arabe, la malsana maniobra parece haber caído al piso como un castillo de naipes.

La condena a semejante brutalidad ha sido aplastante en la sociedad siria, y destacan en particular las fuertes y contundentes declaraciones de líderes religiosos de las más diversas congregaciones, no solo de repudio a una matanza que ha enlutado los festejos de fin de año, sino además de respaldo y reconocimiento a las autoridades oficiales por sus probados esfuerzos para crear un clima nacional estable y de total entendimiento y concordia, a pesar de la abierta hostilidad de Occidente y de sus servidores internos.

Lo subrayaba el vicario de la Iglesia Cristiana Ortodoxa Romana, Obispo Luka Khoury, quien se preguntaba públicamente como los grupos de poder en los Estados Unidos y Europa pueden hablar de honrar el Nacimiento de Jesús “mientras con sus actos apuñalan a Cristo y violan sus enseñanzas y doctrinas.”

“Cómo esos que cometen asesinatos, organizan y pagan revueltas y perpetran actos de sabotajes en este país, pueden vivir en paz”, inquirió además el prelado.

No obstante, se hace evidente que la brutal fórmula que perecería empezar a aplicarse contra Siria, la del terror generalizado, no va a contribuir precisamente a la desestabilización interna y a la caída del país en la órbita imperialista.

De hecho, las masivas manifestaciones de duelo nacional se han convertido, junto a profundas muestras de dolor, en actos de indignación y apoyo a las autoridades gubernamentales, mientras crece el descrédito del titulado Consejo de Estambul, creado a empujones por los enemigos de Siria a partir de oportunistas y gente violenta a las que se les ha endilgado el rótulo de “opositores”.

Segmento que además, suma a agentes de la CIA norteamericana y de los servicios israelíes de inteligencia, a mercenarios y servidores de los regímenes derechistas del área, y a connotados terroristas de Al Qaeda, expertos en asesinatos masivos al estilo de Abdelhakim Belhaj, alias Abu Abdallah al-Sadek , que con su grupo de extremistas fue entrenado durante dos meses por las Tropas Especiales de los Estados Unidos para utilizarlo en las acciones armadas contra las defenestradas autoridades de Trípoli.

Pero si la conspiración no cede, a escala internacional tampoco será tarea cómoda establecer la alfombra sobre la que desfile la agresión a todo traspo.

Los atentados en Damasco han concitado un amplio repudio entre diferentes sectores regionales y de otras partes del planeta. En ese sentido, Moscú calificó la acción de crimen contra inocentes con el claro propósito de agredir a Siria, y emplazó a la Liga Arabe, enfrascada en una política de sanciones a Damasco, a valorar objetivamente lo que realmente está sucediendo contra uno de sus integrantes.

Cuba, por intermedio de su cancillería, también se sumó a otras naciones latinoamericanas que rechazan tales prácticas terroristas y abogan por el respeto absoluto a la voluntad del pueblo sirio y a su autodeterminación sin injerencias foráneas.

El cuadro, por tanto, no ofrece a los agresores vías expeditas, a pesar de que el peligro de una escalada más violenta se respire aún en el ambiente.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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