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miércoles, 20 de noviembre de 2024

China-USA: Tanto va el cántaro a la fuente…

Los hegemonistas de USA quebraron seriamente los puentes bilaterales...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 25/08/2022
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China-maniobras-Xinhua
China se mantiene en alerta para frustrar toda injerencia foránea en Taiwán.

Hubo un tiempo en que personajes como el secretario norteamericano de Estado, Henry Kissinyer, acariciaron la idea de establecer un cisma perpetuo entre dos gigantes vecinos: la URSS primero y Rusia hoy, y  la colindante, hostilizada, y preterida por decenios República Popular China.

Se pensó en echar mano a todo, desde el presunto “acercamiento amistoso” al coloso asiático, hasta el utilizar a su favor los criterios divergentes en los años setenta del pasado siglo entre el Moscú y el Beijing de entonces.

El asunto clave era debilitar y derruir dos muros que ya cerraban el paso de los Estados Unidos al trono global (especialmente en la codiciada conquista del estratégico espacio euroasiático) a partir de sus presupuestos políticos, y de un poderío y potencialidades económicas y militares realmente envidiables.

La “culpa” de no haber retrotraído el avance de tan formidable dúo, desde luego, tiene varias caras. La primera, que Rusia ha remontado con éxito y seriedad la transición al capitalismo dependiente que se le diseñó en Occidente para sustituir los despojos del “socialismo real”.

La segunda, que China instauró un inédito programa de avance multifacético que en tiempo récord la ha convertido en  el principal pilar productivo y comercial del orbe, con las implicaciones que ello conlleva en materia científico técnica, económica, social y militar.

Tercera, que Washington no ha superado en nada sus históricos pujos de hegemonismo planetario, y por tanto el descalabro es la nota decisiva en sus irracionales intentos por sacarse de encima a otros competidores mundiales, incluidos por cierto, sus “dilectos” aliados de Europa Occidental.

Y como quien quiere y es capaz de defenderse no comulga con agachar la cabeza y dejarse aplastar por caprichos ajenos, ni tampoco hace feo a un atendimiento respetuoso con otras víctimas del mismo agresor, entonces no debería ser extraño ni escandaloso para nadie que Rusia y China pongan píe firme para evitar ser engullidos, y que sus relaciones mutuas se hayan convertido en una real, inteligente y creciente alianza estratégica que apunta a transformar de una vez los asimétricos vínculos impuestos por los Estados Unidos al resto de la humanidad. De manera que quien sembró vientos ahora debe vérselas con las tempestades.

Y, dada la prevalencia de los “halcones” bipartidistas al frente del comportamiento externo gringo, era de esperar que la ejecutoria norteamericana y de sus escuderos no fuese otra que la de asumir los carriles de la tensiones extremas, como ocurre en Ucrania y se proyecta en el caso de Taiwán a cuenta del reconocimiento desmedido que le viene dando Washington a los estamentos separatistas de ese islote, parte inalienable de la República Popular, incluida la disparatada reciente visita de Nancy Pelosi, tercera en la línea de sucesión en la presidencia norteamericana.

Un aparatoso periplo que analistas y medios de prensa como el francés La Haine, el mexicano La Jornada, el ruso Sputnik, o el norteamericano The Washington Post, han coincidido en afirmar que ha desencadenado una crisis bilateral con China cuyas consecuencias ya empiezan a sentirse en el balance de fuerzas mundiales.

Por demás, la “receta antichina” de Taiwán resulta más complicada de enmarañar para Washington que la urdida contra Rusia a través de Ucrania,

En el segundo caso la campaña mediática occidental ha podido invocar a secas una “invasión rusa a un país vecino” que desde luego –y eso no se dice- ha pretendido convertirse en punta de lanza del absolutismo Made in USA  contra Moscú.

Sin  embargo, una respuesta militar de Beijing en Taiwán no pasaría de ser un tema de carácter interno, toda vez que hasta los propios Estados Unidos reconocen oficialmente que ese territorio es parte de China, y por tanto toda intromisión externa se convierte de inmediato en una injerencia en los asuntos locales del gigante asiático con las incalculables consecuencias que ello supondría.

Por lo pronto China ha hecho constar con fuerza cuales son las líneas rojas para los intereses foráneos en el caso taiwanés, y marcado claramente en su hoja de ruta que los Estados Unidos es el interlocutor menos confiable con el que hoy trata Beijing…y eso equivale a la irremediable rotura  del cántaro.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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