A esa decisión respeto al período de cambio le acompañó la de disolver el Consejo Militar de Transición (CMT) y que su jefe, Mahamat Idriss Déby Itno, encabece el la etapa provisional.
El foro del Diálogo Nacional Inclusivo Soberano (DNIS), boicoteado por miembros de la oposición, dos de los tres principales grupos antigubernamentales armados y grupos de la sociedad civil, ratificó el derecho de Deby a postularse para presidente tras concluir la transición.
Con esas precisiones, algunos observadores no perciben de momento transformaciones sustanciales en la arquitectura del poder e incluso hallan lógico permanecer como hasta ahora para asegurar la estabilidad interna y más tarde avanzar hacia la reposición de la autoridad civil.
Mahamat asumió la jefatura del país poco después de la muerte de su padre como consecuencia de heridas sufridas en un combate contra insurgentes, luego de ser proclamado el 11 de abril de 2021 ganador de los comicios presidenciales.
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Luego de tales movimientos en la arena pública, el joven sucesor dio a entender su disposición de lograr paz y reconciliación en Chad, con ese propósito en agosto pasado comenzaron las sesiones del intercambio consultivo.
Pese a su propósito conciliador el evento debió sortear obstáculos tales como el boicot de “miembros de la oposición, dos de los tres principales grupos rebeldes armados y de organizaciones de la sociedad civil”, apuntó el sitio digital .barrons.com.
En su discurso para clausurar el encuentro el 8 de octubre, el mandatario afirmó que este demostró la capacidad de los chadianos de unirse y “que nuestro reto es dar un nuevo impulso a nuestro país”.
“Este diálogo cumplió todas sus promesas y me alegro de sus conclusiones”, dijo el general, quien llamó a la oposición armada a abandonar la lógica bélica y se comprometió “ante Dios y el pueblo chadiano a liberar a todos los prisioneros de guerra”' a cambio de un alto al fuego.
Mahamat Idriss Déby convidó a la comunidad internacional a apoyar el proceso que comienza tras el Diálogo “para retornar al orden constitucional”, con lo cual presumen analistas se dirigió a la Unión Africana y a los países de la subregión del Sahel, donde se halla Chad.
No obstante el interés oficial en la reconciliación, contra esa voluntad se levanta un muro antigubernamental que mostró su músculo militar ya con el deceso de Idriss Deby en 2021, y civil con el descontento con las decisiones de la junta castrense.
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Hay una tercera posición –o conducta intermedia- que desea cambios positivos para el país sin el empleo de la violencia de cualquier signo, pero no le concede legitimidad a los militares para desarrollar el programa de transformaciones, pese a la posible integración de un gobierno de unidad nacional.
“Este diálogo, boicoteado por organizaciones de la sociedad civil y partidos políticos, no podrá resolver los problemas del país. Es un monólogo y no un diálogo inclusivo”, declaró a la prensa hispana Max Loalngar, coordinador del movimiento ciudadano Wakit Tama
Según el crítico, “La posibilidad dada a los líderes de la transición es inadmisible. Es una forma de legitimar una sucesión dinástica”, y afirmó que “la gente quiere imponer a Mahamat Idriss Déby Itno como jefe del Chad tras la muerte de su padre”.
Coexisten dos polos de opinión con matices que deberán definirse en la medida que se cumpla lo acordado y para lo cual necesariamente deberá tomarse en cuenta el papel de los militares, sector decisivo en la actualidad política saheliana.
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