A partir de este lunes, el gobierno del presidente chileno Gabriel Boric está obligado a buscar nuevos mecanismos políticos de unidad nacional con partidos progresistas nacionales, y otros incluso de derecha, tras la contundente derrota del proyecto de Constitución Nacional presentada al pueblo.
El rechazo a la redacción de la Carta Magna, no a la exigencia popular de suprimir la vigente, redactada por un equipo del dictador Augusto Pinochet, ratifica la complejidad de la política chilena. De una parte, muchos y pequeños partidos políticos surgidos tras el primer estallido social del 2011, junto a los tradicionales Socialista y Comunista, y la poderosa derecha dividida en una fracción dura y arrasadora, y otra que se acerca a posiciones más moderadas.
Al cierre del escrutinio del domingo, el resultado fue irrefutable; 61.88% el Rechazo y 38.12% el Apruebo, con participación récord de casi 13 000 000 de electores, 4 millones 500 000 más que en diciembre de 2021.
La presencia de más de 3 000 000 de los votantes previstos demuestra el interés del electorado en la consulta, pero primó la advertencia que el pueblo desea mucho más que el documento elaborado durante un año por la Convención Constituyente de 154 miembros.
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Son varias las razones de este revés que sorprendió, por su magnitud, incluso a quienes lo preveían por el resultado de diferentes encuestas de opinión, no muy confiables en Chile, que pocas veces atinan en sus predicciones.
Tras una aplastante victoria en el plebiscito de entrada de 2020, con más de un 80% que reclamó una nueva Constitución, este domingo más de 7,8 millones de personas en el de salida rechazaron la proposición.
Analistas consideran que el voto en contra refleja la aspiración a un nuevo proceso que escriba un proyecto más representativo de las necesidades poblacionales y de la nación en su conjunto.
La Convención Constituyente fue blanco de numerosas criticas. Los 155 miembros del órgano que escribió el documento descartado fueron elegidos en mayo de 2021, tratándose en su mayoría de independientes.
Desde su instalación, el 4 de julio de 2021, hasta su culminación, exactamente un año después, esta instancia y sus integrantes estuvieron involucrados en diversas polémicas que impactaron sobre la confianza de la ciudadanía en el organismo.
Las propuestas de artículos radicales durante la etapa de discusión generaron controversias y cuestionamientos. Las críticas a la versión final hicieron que las agrupaciones oficialistas tuvieran que comprometerse a reformar una serie de aspectos del texto, en caso de que hubiese sido aprobado.
Las últimas semanas de campaña hubo episodios que afectaron al Apruebo, pese a que el comando político de esta opción intentó aumentar la participación en Santiago, la capital, donde el voto era clave. Sin embargo, algunos eventos afectaron la campaña, y reforzaron al Rechazo, entre ellos fue la llamada de una asesora de Jeannette Vega, hasta hace unos días ministra de Desarrollo Social, al mapuche radical Héctor Llaitul, lo que remeció al Gobierno y provocó la primera salida del gabinete de Boric. Otro hecho candente resultó un ultraje a la bandera chilena en un acto del “Apruebo” en Valparaíso, lo que perjudicó a esta campaña y fortaleció al “Rechazo”.
Según los cómputos, la coalición oficialista Apruebo Dignidad perdió en todo el país, a pesar del impulso de los últimos días a la campaña por el Apruebo.
En la noche del domingo, en cada uno de los grupos del Rechazo compuesto por partidos tradicionales conservadores, sus dirigentes marcaron posiciones.
“Lo que ha votado Chile es seguir adelante, darse una nueva oportunidad, Chile necesita algo mejor que lo que propuso el texto de la Convención Constitucional (…) estamos plenamente comprometidos, sin ninguna duda, para dotar a Chile de una nueva Constitución”, afirmó, por ejemplo, el vocero del Comando de Centro-Izquierda.
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Todos los dirigentes del Rechazo reafirmaron la voluntad de ir hacia un nuevo texto. “Nuestro compromiso es con una buena y nueva Constitución, el proceso constituyente no ha terminado”, ratificó el vocero de Chile Vamos, coalición a la que pertenece el tradicional derechista partido Unión Demócrata Independiente (UDI).
Para Boric era importante el triunfo en el plebiscito, pues de haberse anulado la actual Constitución, para él sería más fácil implantar sus proyectos transformadores, entre ellos el de justicia social, ya que en estos siete meses de gobierno prácticamente no le ha sido posible estabilizar su mandato y ha tenido que enfrentar situaciones complejas.
Hasta ahora, y solo con un 38% de popularidad, el presidente de 36 años, formado en la lucha estudiantil del 2011, declarado progresista, no ha enmendado cuentas pendientes de su antecesor Sebastián Piñera.
Todavía siguen encarcelados, por ejemplo, los jóvenes que participaron en las revueltas del 2018 y 2019 y que exigían una nueva Carta Magna para alejarse de los principios neofascistas de Pinochet; tampoco ha revisado el rol de la Gendarmería represiva que en esos años de protesta dejaron cientos de jóvenes heridos, la mayoría con pérdida de visión, ni se ha enfocado en los graves problemas con las comunidades indígenas del Sur.
Las personas que votaron por él y derrotaron al candidato de la ultraderecha Sebastián Kast, con su ahora voto negativo a la Carta Magna, le están repitiendo, de manera pacífica y democrática, que es imprescindible un cambio urgente al interior de su gobierno, pues ahora funciona mal o no lo hace.
¿QUÉ PIENSA HACER BORIC?
Tras conocerse los números finales del escrutinio, Boric se dirigió a la población, donde de manera autocrítica, aceptó el resultado del plebiscito y prometió que no dejaría morir el anhelo de un cambio constitucional.
“La mayoría de la ciudadanía, reflexionó ante las cámaras, se manifestó, y a pesar del vivo anhelo por tener una nueva Constitución, rechazó la propuesta de la Convención Constitucional. Como país, dijo, merecemos una nueva Constitución que contenga el sentir mayoritario del pueblo de Chile”.
En las primeras horas del lunes, y como medida inmediata, el dignatario se reunió con los presidentes de las Cámaras de Diputados y de Senadores del Congreso Nacional, donde el oficalismo cuenta con solo un 24% de escaños.
La dispersión de los nuevos partidos, que no poseen alcance nacional, impide que Apruebo Dignidad cuente con mayoría en el órgano legislativo. Por tanto, se impone tratar de crear tejidos unitarios para llevar adelante las futuras leyes.
En la tarde, tuvo una cita con los jefes de los partidos tradicionales de la izquierda y la derecha (con todos los matices en estas ideologías fraccionadas históricamente en Chile), para crear formulaciones unitarias que reboten en el Congreso y alivie la tensión social.
Boric también anunció cambios en su gabinete. Al menos dos ministerios deben cambiar de nombre: el que sirve de enlace con el Congreso, y la ministra del Interior, Izkia Siches Pastén (1986), poco afortunada en la toma de decisiones.
En opinión del catedrático y politólogo chileno Marcelo Mella, la sensatez y el buen juicio deben imponerse en el poder Ejecutivo.
Entrevistado por la cadena multinacional Telesur, Mella señaló que Boric debe incorporar a sus gobiernos a dos partidos con proyección nacional: el Comunista, muy apegado a la clase obrera, y el tradicional socialista.
De esa manera, el presidente debe reforzar su liderazgo. Las alianzas con las organizaciones de mayor fuerza, y la posibilidad de unir pequeñas agrupaciones progresistas, puede convertirse en la llave del éxito del gobierno, que a partir de ahora debe separar las aguas.
Se impone, por tanto, una recomposición del tejido político en las bases partidistas, pues, al parecer, el presidente careció de realismo en sus primeros meses en el Palacio de La Moneda.
Nada desechable es el rol que en esta nueva etapa gubernamental tienen los poderosos movimientos sociales, líderes de las protestas del 2011 y del 2018 y 2019, que, alejados de las organizaciones políticas apegadas a las mañas derechistas, son capaces de movilizar en horas a millares de personas. Boric y su Ejecutivo conocen esta situación, de la que en su momento formaron parte.
Existen en Chile importantes territorios –son 16 regiones, divididas en provincias y comunas, con mas de 15 000 000 de habitantes, donde el Estado no tiene control de los territorios, en manos de narcotraficantes.
Boric tiene muchos asuntos pendientes y de ello está consciente, y en especial reconoció la existencia de sectores molestos por su incumplimiento respecto a las demandas sociales, aunque en seis meses –lo que no parece tomar en cuenta una población pobre harta de promesas y represiones- poco se puede hacer si se hace una valoración crítica de la situación nacional. Chile, como muchos otros países, sufre una baja económica, y en lo social, como una gran mayoría de países, el empobrecimiento colectivo debido a los estragos de la COVID-19 y ahora el conflicto militar entre Rusia y Ucrania.
El camino chileno parece estar trazado, aunque este septiembre siempre alerta sobre la necesidad de la unión y de la inteligencia para que no se repitan lo trágicos sucesos contra el presidente socialista Salvador Allende, un político demasiado confiado en las instituciones y la Constitución Nacional.
La ideología del general Pinochet, quien dio un golpe de Estado militar a Allende el 11 de septiembre de 1973, está aún vigente en Chile y así lo demuestra las virulentas campañas derechista contra el actual proceso político.
El traidor firmó en 1990 la Constitución Nacional vigente, redactada por uno de sus equipos asesores en 1990, y que mantiene al país dominado por una visión burguesa y neoliberal de su base estructural.
Ojalá prime la ahora la unidad en la nación austral, tan apegada a sus raíces europeizantes y polarización política. Ojalá la inmolación del presidente socialista en el Palacio de La Moneda no haya sido inútil en el tiempo. Hasta ahora, el fantasma del fascismo recorre Chile.
Henry
6/9/22 12:00
..la Constitución que está vigente debe ser del 1980, ..y en el 1990 debe haber fallecido Pinochet.
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