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viernes, 15 de noviembre de 2024

Balotaje en Brasil con marcado antagonismo (+Audio)

El próximo día 30 volverán a medir fuerzas el líder del PT, Luiz Inacio Lula da Silva, y el presidente Jair Bolsonaro, un ultraderechista con más músculo del esperado...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 04/10/2022
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Lula y Bolsonaro
El próximo día 30, Lula da Silva, ganador de la primera vuelta por estrecho margen, volverá a verse la cara con Bolsonaro, cuya fortaleza política sorprendió al progresismo brasileño.

Brasil amaneció esta semana con la certeza de que comienzan días de fuerte lucha electoral, luego que el líder del Partido de los Trabajadores, Luiz Inacio Lula da Silva, ganara la primera vuelta celebrada el pasado domingo, pero por estrecho margen contra su rival, el ultraderechista presidente Jair Bolsonaro, a quienes muchos subestimaron en cuanto a su arraigo en una porción poblacional.

Lula da Silva, de 76 años, y mandatario del gigante suramericano entre 2003 y 2010, obtuvo la victoria en esta primera ronda con un 48,3 % de los votos válidos, mientras Bolsonaro, quien es patriarca de los evangélicos brasileños, obtuvo 43,2 %, algo impensado por las principales encuestadoras nacionales, que preveían entre un 31 y 35% para el candidato del Partido Liberal.

La batalla por el Palacio de Planalto será ahora más reñida, aunque es difícil que el mandatario suba más del porcentaje alcanzado. Sin embargo, y el PT lo sabe, no puede descuidarse un momento, dado los intereses en juego en la nación suramericana en la que, a pesar de las numerosas críticas al régimen derechista, sin duda este posee una plataforma poderosa.

Bolsonaro, de 67 años, dio la gran sorpresa, porque su administración es catalogada por expertos como pésima. En sus cuatro años de gobierno no hay éxitos palpables, y cuando ocurrió la gran tragedia de la pandemia de COVID-19 su actitud negativa, incluso por razones ideológicas, impidió la llegada de las vacunas rusas, entonces las más seguras. Murieron, por su irresponsabilidad, 680 000 brasileños, privatizó parte de las empresas más importantes, permitió la destrucción de parte de los bosques de la Amazonía, está acusado junto a sus hijos de corrupción, el desempleo subió hasta el 13 % y 28 000 000 de personas retornaron a la pobreza, de donde los había sacado los tres gobiernos del PT.

Ese dechado de imperfecciones políticas y humanas es seguido, sin embargo, por millones de fanáticos y de quienes temen que la llegada de Lula traiga consigo lo que llaman comunismo. La base orgánica de estas mentiras están en los medios evangélicos que reproducen las opiniones de su llamado Mesías –el segundo nombre de Jair- quien asegura que Lula meterá en la cárcel a quienes profesan esa religión y cerrará los templos.

Hay que mencionar que una gran parte de los brasileños carece de cultura política e incluso instructiva, y se mueven en el campo de la propaganda, que muestra la imagen de un Bolsonaro guapetón y machista, que anda a caballo y en una moto, vocifera y se alía con políticos de su mismo pensamiento neofascista, como el estadounidense Donald Trump, de quien se dice amigo personal, alejándose de la actual administración demócrata de Joseph Biden.

Para ellos, y aunque su gobierno carece de planes sociales, es su Dios en la tierra.

Lula, en cambio, tuvo dos mandatos y cedió el cargo a otra dirigente petista, Dilma Rousseff, quien sufrió un golpe de Estado parlamentario en 2016, lo que dio inicio a la pesadilla del régimen títere de Michel Temer y luego Bolsonaro.


Lula y el PT deben emplearse a fondo para ampliar la ventaja en el balotaje sobre el actual mandatario, quien advirtió que si pierde es porque hay fraude. (Tomada de Telesur)

Aunque ganó la primera vuelta, pero estrechamente, Lula hizo, por el contrario, dos mandatos en que puso énfasis en lo económico y social y logró sacar de la miseria a 48 000 000 de brasileños y puso en práctica proyectos que permitieron empezar o retornar a las escuelas a millones de niños y adolescentes. Son solo tres ejemplos, pero que cambiaron la vida de los más empobrecidos de la llamada locomotora de la economía latinoamericana. En el orden internacional, colocó al país en una posición de liderazgo en cuanto a la integración regional y mundial, lo cual el llamado Bolso destruyó en los últimos cuatro años.

En estos días que aun restan para el balotaje, el PT debe utilizar una estrategia que combine las alianzas con los candidatos presidenciales con porcentajes definitorios en su momento y las reuniones y mítines con distintos sectores políticos, sociales y económicos.

El complot urdido por la derecha contra Lula –acusado, preso y declarado inocente después por cargos de corrupción- aun gravita entre los votantes gracias a las campañas de falsedades comandadas por los tres hijos del primer matrimonio de Bolsonaro, quienes encabezan la propaganda electoral mediante el uso de las redes sociales.

Son momentos difíciles, pues si Bolsonaro, como aseguraron las encuestadoras, hubiese tenido menos votos no cabría la posibilidad de que reclamara una victoria, pero la diferencia entre ambos aspirantes es muy pequeña. En una segunda vuelta, y aunque Lula ganase, tendría que ser con mayor ventaja para no dar posibilidades a las dudas.

Por eso, desde el pasado lunes se abrió paso una decisiva campaña de apoyos para atraer el voto de los postulados menores, que juntos suman un 7 %, y del 20 % de abstencionistas.

Para garantizar la victoria ampliando la diferencia con su rival, Lula deberá ganarse la confianza del tercer y cuarto colocado en la primera vuelta,

la senadora de centroderecha Simone Tebet y al centroizquierdista Ciro Gomes.

Tebet, de 52 años, quedó en tercera posición (4,16 %), tras superar a Gomes (3,04 %), considerado el gran perdedor.

Tras los resultados, ambos pidieron tiempo para posicionarse de cara al balotaje.

La senadora afirmó que, a pesar de que su decisión personal ya está tomada, deberá conocer la posición de los dirigentes de los partidos que representa: el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el Partido Ciudadanía y Podemos.

Por su parte, Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT), quien disputó  cuatro elecciones presidenciales (1998, 2002, 2018 y 2022), se mostró "profundamente preocupado" y exigió "algunas horas para conversar con sus amigos y su partido".

En 2018, este político de Ceará, quien fue ministro de Lula y ahora es un duro crítico del exmandatario, obtuvo un decisivo 12,47 % en primera vuelta, pero se marchó a Europa antes de la segunda, sin inclinarse ni por el candidato petista de entonces, Fernando Haddad, ni por Bolsonaro. Según medios de prensa, con su actitud proporcionó la victoria del ultraderechista.

LA OTRA CARA DE LAS ELECCIONES

En los comicios generales del pasado día 2 también fueron electos los 513 diputados y un tercio del Senado del Congreso Nacional, así como gobernadores y autoridades municipales y regionales.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) comunicó que el Partido Liberal de Bolsonaro surgió como la principal fuerza del órgano legislativo, con 99 escaños. En segundo lugar quedó el PT, con 79 puestos federales.

En este escenario, la izquierda, con los partidos Socialista Brasileño (14), Democrático Trabalhista (17), Socialismo y Libertad y Red de Sustentabilidad (14), reunirá 124 diputados.

Mientras, el llamado Centrão (centro-izquierda) tendrá 253 por las organizaciones políticas Republicanos (42), Progresistas (47), Liberal (99), Social Democrático (42), Patriota (cuatro) y Trabalhista Brasileño (uno).

Los resultados indican un crecimiento del grupo del que forma parte el Liberal, lo cual, si Lula gana el balotaje, significaría tropiezos para la gobernabilidad en su eventual gobierno de izquierda. Si Bolsonaro ganase, se le facilitaría la continuidad de su régimen ultraderechista.

El Senado está integrado por tres congresistas elegidos por cada estado y por el Distrito Federal, con mandato de ocho años. La renovación de la asamblea legislativa de 81 miembros se realiza cada cuatro años, de forma alternada por uno y dos tercios. El Partido Liberal y agrupaciones aliadas de Bolsonaro consiguieron 14 de los 27 curules en liza.

Captó la atención en el avance del bolsonarismo, que el exministro de Salud, Eduardo Pazuello, muy criticado por su gestión de la pandemia del Covid-19, logró ser uno de los diputados más votados en el estado de Río de Janeiro y estará los próximos cuatro años en Brasilia.

También será diputado federal el exministro de Medio Ambiente Ricardo Salles, conocido por desmantelar los órganos de control de delitos ambientales y por minimizar la deforestación de la Amazonia.

Un llamativo ganador en el Senado fue el exjuez federal por Curitiba Sergio Moro, el magistrado que acusó y condenó a Lula a la cárcel. Ministro de justicia de Bolsonaro, Moro se alejó del gobierno debido a las directrices presidenciales, que lo ignoraban como titular.

También el bolsonarismo ganó las gobernaciones de tres de las más importantes ciudades del país: Sao Paulo –donde hasta hace unos días el candidato de izquierda era favorito, o al menos así parecía- Río de Janeiro, un reducto progresista, y Minas Gerais.

Varias son las lecciones que dejan estas elecciones generales. La principal, que el bolsonarismo, contradiciendo las convicciones optimistas del progresismo, no está derrotado, y ni siquiera debilitado. Bolsonaro se irá, es muy posible, pero el movimiento bolsonarista se queda y más fuerte.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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