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sábado, 16 de noviembre de 2024

Así respira África

Una tierra, una cultura y una sangre, distantes y a la vez cercanas, a las de esta América nuestra...

Yoerky Sánchez Cuellar en Exclusivo 25/05/2015
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Así se muestra: imponente, con la majestuosidad de sus ancestros. Lleva la carga del sufrimiento acumulado, como quien sabe hablar de todo, porque todo lo ha vivido, porque nada le asombra después de tanta lucha. Así respira África, bañada por los mares, inmortalizada por los poetas, naufragante de guerras fratricidas y del paso del tiempo.

Sus deidades la arropan con cierto misticismo. Y el dios Ra aparece desde el Egipto antiguo iluminando las pirámides, mientras en otros lares se oyen las voces yorubas. Nadie se lanza contra sus misterios. Ella es la madre de las civilizaciones, la raíz que sostiene el tronco común humano.

Recuerdo aquella tarde cuando pisé por vez primera tierra africana, al llegar a Argel. Más de cuarenta grados de temperatura. Incalmable sed. El polvo inundaba los zapatos y a cada pasoaparecíauna nueva revelación de la cultura árabe. Me impresionaban los camellos sobre la arena desértica. Los mercados repletos de mantas y objetos, las muchachas que apenas enseñaban los ojos mientras mantenían sus cuerpos totalmente cubiertos de tejidos de algodón.

Pero lo que más impregnó mi espíritu fue la amabilidad de sus moradores, el respeto al visitante, la nobleza de un pueblo apegado a tradiciones, el canto permanente que llamaba a la unión y a la paz entre todos.

Recuerdo que en el viaje desde La Habana leía poemas de Wole Soyinka, el nigeriano Premio Nobel de Literatura, primer poeta en recibir este galardón en ese continente. Y copié en un pequeño cuaderno algunos de sus versos:

Deja que la aurora sosiegue tus lámparas. Y mira
languidecer el ataque de las espinas ante la luz
Pies algodonosos para disolver en el azadón
las lombrices tempranas

¿Cómo se fomentó tanta riqueza cultural?, me preguntaba entonces. ¿De dónde surge la savia infinita de estos pueblos?¿Cuál es el legado que nos transmite esa cultura a los que desde América buscamos lo autóctono identitario?

“Sin el negro Cuba no sería Cuba”, expresóel antropólogo e investigador Fernando Ortiz, considerado el tercer descubridor de nuestro país por sus estudios socio-culturales del componente africano. Y es que África vive en nuestramúsica,en la cocina, en las fiestas tradicionales, en el español que hablamos. Forma parte de la identidad cubana.

Años después retorné a esas queridas tierras. Esta vez no iría al norte, sino al sur del continente, al país donde Nelson Mandela libró una batalla gigante contra el apartheid. Sudáfrica había culminado recién el Mundial de futbol y todas las miradas del mundo estaban puestas en la nación de Madiba, quien ya enfermo, asistió a la clausura  del evento deportivo. Se hablaba más del espectáculo futbolístico y del Waka waka de Shakira, que de la historia de esta sufrida nación.

Una de las impresiones más fuertes la sentí al visitar el museo que representa las cárceles  y centros de tortura del régimen segregacionista. Se podía hacer el recorrido por dos sendas: la de los blancos y la de los negros, de modo similar a cómo sucedía realmente con los condenados. Terrible historia la que cuentan sus salas. Indescriptible el sufrimiento de un pueblo que supo quitarse de encima la bota usurpadora del racismo y construir una nueva patria, con un líder extraordinario al frente.

En Soweto palpé la extrema pobreza que contrasta con los edificios lujosos de Johannesburgo, donde vive la clase pudiente que se ha beneficiado del oro de estos suelos ricos en minerales preciosos. Mientras miraba las chabolas, pequeñas comunidades marginales convertidas en barracones de cemento y techo de hojalata, se me encogía el corazón. Por sus calles polvorientas transitaban los niños descalzos, semidesnudos, hambrientos…. Ninguno de ellos pudo entrar al cercano estadio Soccer City, en el que se jugaron los partidos de fútbol. Estaban  frente a nuestros ojos, para demostrarnos que aunque el régimen del apartheid fue exterminado, aún la humanidad tiene una deuda muy grande con África.

Finalmente llegamos a la casa natal de Mandela, donde se resumía el latir africano, una mezcla de nobles sentimientos. Las ideas de Madiba se multiplicaban en las paredes. Sus imágenes mostraban al hombre que alzaba en cada palabra la voz del continente.

No he vuelto a pisar suelo africano. Pero este 25 de mayo, cuando celebramos el Día de África, recuerdo nuevamente a los amigos que hice por aquellas tierras, busco lo que escribí durante esas jornadas, pienso en los médicos cubanos que allí se encuentran y respiro profundamente, porque en el sentir de todos, también respira África.


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Yoerky Sánchez Cuellar

Soy un joven cubano, periodista y soñador, un loco de esperanzas. Me gusta tanto la literatura como la política. Mi más sincera convicción es el pensamiento martiano de que los buenos son los que ganan a la larga.


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