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domingo, 22 de diciembre de 2024

Aferrado al dogma

Washington insiste en un poder global inadmisible e imposible a estas alturas...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 28/12/2021
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Washington-afanes hegemonistas-Moscú-Beijing
Washington ha provocado un cierre de año global de multiplicado peligro de guerra en sus afanes hegemonistas contra Moscú y Beijing.

Dos mil veintiuno termina con el horno en llamas. Y como muchísimas veces desde que los Estados Unidos irrumpieron en la arena mundial como la primera potencia capitalista, los caprichosos vientos pútridos que baten desde su geografía son la causa de semejantes explosivos trances.

Y, si tiempos atrás la disputa central era con las viejas potencias coloniales europeas y luego con la desaparecida URSS, ahora el encono y la furia apuntan a Rusia y China, dos pilares de las relaciones internacionales simétricas y equilibradas y, por tanto, incompatibles con los patrones hegemonistas que postula la claque dominante gringa.

Vale recordar que los Estados Unidos, derruida la Unión Soviética, pudo tener relaciones apacibles con Rusia, sin embargo, optó por el descrédito y la humillación de un viejo enemigo en desgracia que, para suerte de todos, ha sabido recuperar y multiplicar sus bríos a partir de un devenir histórico rico en heroísmo y sapiencia.

En el caso del gigante asiático, también menospreciado y preterido por siglos, su despertar fabuloso y su paso multiplicado hacia el primer plano mundial es inadmisible para quien ya ha debido desocupar más de un cetro cimero frente a la pujanza del coloso oriental.

En pocas palabras, el castillo de naipes Made in USA se va a pique, y como la estrategia de dominación es común a su clase política, nada que esperar de positivo —ni de republicanos ni de demócratas— a favor del razonamiento lógico y el reconocimiento y aceptación de la realidad.

En consecuencia, el año concluye con los riesgos ciertos de un conflicto militar generalizado en la frontera oeste de Rusia y la ribera este de China, que por tratarse de los contendientes nucleares de que se trata, bien puede llegar a niveles de destrucción masivos y definitivos a escala planetaria, aún cuando tal vez algún sórdido e iluso personaje gringo todavía estime que, por estar aposentados geográficamente lejos de los escenarios militares (donde no repararía para nada en quemar a sus aliados), podría USA aún alzarse intacto sobre las cenizas ajenas.

Y en la medida que va concluyendo diciembre los tonos son más grises. Washington y sus aliados de la OTAN no reparan en seguir enviando tropas a Ucrania y otras ex repúblicas soviéticas o a naciones con frontera común con el espacio ruso, para apretar un cerco que prometieron formalmente que nunca existiría en la década de los noventa luego del derrumbe soviético.

Un avance que Rusia ha declarado de “vida o muerte” para su seguridad e integridad y, por tanto, no permisible a cualquier precio, aun cuando ha tenido la serenidad de llamar a negociaciones sobre el tema que desde el oeste no han recibido aún una respuesta positiva adecuada, al menos hasta que se redactan estas líneas.

Mientras, Beijing enfrenta el intento de resquebrajar su intento sagrado de reunificación nacional mediante actos subversivos en Hong Kong y el estímulo al separatismo definitivo en Taiwán, al tiempo que sus áreas marítimas se congestionan de buques de guerra estadounidenses y de sus socios segundones, y se imponen a la carrera nuevas alianzas antichinas en puntos geográficos aledaños.

Ello sin contar las constantes sanciones, dislates económicos y financieros, y campañas mediáticas de descrédito ejecutados o en marcha para pretender justificar el desborde agresivo gringo sin precedente al que asistimos por estas fechas.

Razones todas que han promovido la clara respuesta de una alianza estratégica ruso-china que alcanza ya ribetes inéditos en la historia de ambos colosos vecinos, y que constituye un muro de altos quilates para la defensa mutua y efectiva en horas tan complicadas y aventuradas para todo el género humano.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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