A veces se confunde su cuerpo con una guitarra, se desdibujan los límites de sus manos sobre las cuerdas, y entonces parecen un solo objeto. Ella me convence cuando a guitarra limpia alza su voz y las melodías se acoplan. Dice que se siente más cómoda cuando suena el instrumento y canta.
Hago por escuchar “Un abrazo cada vez”, uno de los temas de su nuevo disco Mi Libertad, y que, además, le dedicó a la guitarra. Basta con oírla, verla, sentirla para descubrir que Yaíma Orozco vive para la trova.
Su carrera llegó de la mano de La Trovuntivitis, proyecto en el cual desarrolló el quehacer como artista, pero en el que ha descubierto más que horas de trabajo. “Aquí encontré el arte que quería hacer, la canción que quería cantar y también una familia inmensa, que no solo son sus integrantes, sino un millón de amigos dentro y fuera de Cuba. Es un crecimiento constante, profesional y de vida”, cuenta.
Cautivadoras, como ella, florecen sus canciones. La inspiración parece llegarle de los sucesos del día a día, de los recuerdos, los viajes, el amor. Generalmente compone letra y melodía a la vez, como si vinieran ya formadas. Después se hacen pequeños retoques. “Toda vivencia en mí puede acabar siendo motivo para hacer una canción. Suceden, y un día reaparecen en forma de música. Es muy bonito volver a mirar cada momento desde ese lugar emotivo que trae implícita la creación”.
Por estos días Yaíma revive sus memorias, las que tienen algunos años y las recientes. Estrena disco, el primero con una disquera cubana y que resulta de la constancia de su entrega a la trova.
“Es muy bonito volver a mirar cada momento desde ese lugar emotivo que trae implícita la creación”. (Lurdes R. Basolí/Cortesía de la entrevistada)
Entre finales de septiembre y principios de octubre del 2019 comenzó en La Habana la grabación de Mi Libertad. Diez temas de su autoría se arreglaron especialmente para esta ocasión con diferentes formatos, como dice ella, sin apuro. “El proceso de creación fue muy intenso, un trabajo en equipo junto a Alfred Artigas, el arreglista y productor musical. En la etapa final hicimos el montaje con todos los instrumentos y los ensayos en casa, porque queríamos grabar a la vez las bases, la cuerda de vientos y un cuarteto de cuerdas, buscando la calidez de la música en vivo”.
“Al público nos damos con sinceridad, siendo auténticos, con un canto que nos identifique como cultura”.
Este material, además de tener canciones nuevas, cuenta con una mayor elaboración en cuanto a arreglos musicales, timbres, colores, variedad de géneros. La cantautora recalca que tiene un sonido de calidad gracias al respaldo de la Casa Discográfica Bis Music, lo cual constituye un hecho de relevancia para que la canción llegue con claridad.
“A cargo del sonido estuvo el ingeniero argentino Sebastián Perkal, que viajó a Cuba expresamente a grabar este material. Luego se mezcló y masterizó en Buenos Aires. Parte importante también es Raúl Marchena, impulsor y organizador de todo desde la primera idea, cuando aún era un sueño. Con él pensé y armé todo el proyecto, y a él le debo esta alegría de haber logrado el disco que quería”.
Mi Libertad resulta un trabajo colaborativo en el que participan 27 músicos incluyendo a La Trovuntivitis, por eso el premio al Mejor Disco de Trova en el Festival Cubadisco 2020-2021 acaba por ser el reconocimiento a muchas manos.
Cuando le pregunto a Yaíma por el camino de la trova en nuestro país, ahora que quizás tienen más popularidad otros géneros musicales, ella explica que existe un buen circuito de festivales que mantienen bastante activa a la canción trovadoresca en Cuba; sin embargo, tiene algunas reservas. “Ni remotamente un trovador se acerca a la visibilidad que en los medios tienen otros artistas, siendo la trova tan popular también. A mi juicio falta inclusión y presencia de los trovadores en la televisión y la radio, habiendo tantos consagrados con carreras consolidadas y hermosas: Ariel Barreiros, Fredy Laffita, Roly Berrío, Leo García y solo menciono a algunos.
“Al público nos damos con sinceridad, siendo auténticos, con un canto que nos identifique como cultura y que, hurgando en sus raíces, las renueve y sea actual, acorde a estos tiempos, apuntando a la belleza de una manera poética. Entonces, es un amor que se retroalimenta”, insiste la santaclareña, que cree en el poder del arte para hacer pensar y transformar.
La pandemia la ha alejado, como a todos, de las descargas en directo. Dentro de algún tiempo, cuando el coronavirus sea historia vieja, Yaíma Orozco regresará al Mejunje. Y, cerca de la media noche, volverán a mezclarse sus manos con el instrumento de cuerda.
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