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lunes, 18 de noviembre de 2024

¡Visca Matanzas! ¡Viva Barcelona! La Fiesta de la Colla

Desde el siglo XIX se mantiene esta celebración de origen catalán que conjuga el componente religioso con la fiesta popular...

Guillermo Carmona Rodríguez en Exclusivo 02/12/2018
1 comentarios
Fiesta de la colla Matanzas
La Fiesta de la Colla, celebración de origen catalán que después de un siglo aún se realiza en la ciudad de Matanzas.

En los libros de mitología griega encontramos bellas ilustraciones del titán Atlas, quien sostiene sobre sus hombros el globo terráqueo. Él es, por antonomasia, el emigrante más triste. Cada viajero lleva a cuesta su pedazo de tierra. Esta carga —las tradiciones, la espiritualidad, el gorrión— no se mide en hectáreas ni en kilogramos.

Los catalanes que arribaron a la ciudad de Matanzas entendieron muy bien esto de que hay cosas que no caben en las bodegas de los barcos, sin importar el calado; por ello, de a poco, intentaron convertir estas costas del mar Caribe a las que llegaron en las costas del mar Mediterráneo, desde las que partieron. Para sentirse un poco más cerca de casa realizaban actividades de carácter religioso y popular. Una de las más importantes y que se mantiene hasta nuestros días es la Fiesta de la Colla.

UN FESTEJO DE HARINA Y FE

La celebración se realiza por primera vez en 1871 e incluía varias jornadas de jolgorio. Un año después se crea la Sociedad de Cataluña y las Baleares, que financia la construcción de una ermita, a semejanza de la ya existente en su tierra natal, dedicada a la virgen de Monserrat, patrona de esa comunidad española, en una de las alturas de la ciudad. Las obras constructivas concluyeron el 8 de diciembre de 1875.

Entonces lo más conocido pasó a ser la procesión, en el segundo día, desde el centro del pueblo hasta las Alturas de Monserrat, como se comienza a llamar al lugar.

Los participantes en el desfile cargaban un pan gigante que luego se repartía entre los asistentes como gesto de buena voluntad. Según documentos de la época desfilaban un capitán, dos secretarios, un cabo de escuadra, un cocinero mayor, un secretario de cocina, dos ayudantes y un abanderado; además, treinta y cinco hombres con instrumentos de cocina de tamaños desproporcionados: un cucharón, cuatro cuchillos, cuatro tenedores, cuatro cucharas, cuatro sartenes, cuatro cacerolas, cuatro coladores, dos tenazas y cuatro espumaderas; aunque esta distribución cambió con el transcurso de los años.

Los participantes en el desfile cargaban un pan gigante que luego se repartía entre los asistentes como gesto de buena voluntad. (Foto:Abel López Montes de Oca/ radio26.cu).

La Colla para el año 1890 creció notablemente en tamaño y en aceptación pública, y ya no solo participaban los catalanes o sus descendientes, sino cualquiera de origen hispánico. Al respecto Ernesto Chávez, en su libro La Fiesta catalana, describió: “Con los años, las Alturas (…) presentaban un cuadro indescriptible: numerosas tiendas de campaña adornadas con banderas y estandartes, con inscripciones alegóricas a las romerías y los escudos de distintas provincias convertían aquellos parajes campestres en una especie de arrabal español”.

En el siglo XX, en un primer momento, con las reformas en las edificaciones de Monserrat (la instalación del sistema eléctrico, la apertura de una nueva entrada a los recintos, entre otras) mejora la calidad de la fiesta; sin embargo, con el tiempo decae con rapidez. En los años 40 las obras de restauración y mantenimiento se hicieron mínimas, en la década de los 50 perdieron su oficialidad y tomó un carácter familiar; para 1959 ya no se efectuaba ningún tipo de festejo.

En el año 1981, como parte de las actividades por la semana de la cultura matancera, se rescata el recorrido en representación de la antigua Colla. Esto constituye uno de los salvamentos más importante de festividades de origen español en Cuba después del triunfo de la Revolución.

MUJERES POR LAS CUALES SE SUBEN MONTAÑAS 

En Cataluña, siglo atrás, unos niños pastores observaron una luz proveniente desde las montañas. Cuando investigaron el inusual fenómeno encontraron una estatua de la virgen María dentro de una cueva. El obispo de Manresa, localidad cercana, ordenó el traslado del hallazgo hasta el poblado donde él comandaba las almas fieles; sin embargo, la tarea resultó imposible porque la figura religiosa pesaba demasiado. El sacerdote interpretó esto como señal divina y ordenó que ahí, en las alturas de Monserrat, se erigiera un santuario.

Esta advocación de la matrona cristiana está entre las llamadas vírgenes negras, por ello popularmente se le conoce como La Moreneta; aunque al resto de las estatuas se les denomina así por los materiales con que fueron esculpidas, esta tomó ese color por los incontables incensarios que los creyentes pusieron a sus pies para pedirle milagros y que le tiznó el rostro.

La urbe yumurina, desde la perspectiva de Matías Pérez, parece un anfiteatro griego. En la última fila, al borde el Valle de Yumurí, se encuentra una franja fronteriza. Los catalanes al ver la elevación, entre esos dos taconazos de dios, recordaron su tierra natal y por tanto la convirtieron en el punto culminante de sus peregrinaciones. Aunque la palabra Monserrat se acriolló y se convirtió, al agregarle una E al final, en Monserrate.

En la actualidad, cada 8 de diciembre La Fiesta de la Colla aún deja esa estela de pan recién horneado ciudad arriba; mas, cada día resultan menos los asistentes. Quizás el motivo sea el gradual alejamiento de los descendientes catalanes de sus raíces, en un proceso de cubanización; sin embargo, su mantenimiento es de vital importancia, porque aunque importada desde la península ibérica, esta celebración también forma parte de la identidad matancera y cubana.


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Guillermo Carmona Rodríguez

Periodista y escritor. Bibliómano y grafómano. Matancero y cubano.

Se han publicado 1 comentarios


Primo72
 13/12/18 14:38

Fenomenal.... podrán poner más fotos. Tengo varios conocidos, contando a mi hijo.... que se encontraban en dicha celebración

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