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jueves, 7 de noviembre de 2024

¡Vámonos a hacer milagros!

El reconocimiento a este clásico del cine mexicano llegó varias décadas después de su menospreciado estreno...

Frank Padrón en Cenesexualidad 01/09/2020
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Vamonos
Vámonos… es una película medular en la historia del cine mexicano

Durante la Revolución Mexicana, un grupo de rancheros conocidos como los Leones de San Pablo, que han sufrido abusos del gobierno y tienen ideas progresistas, se unen al ejército de Pancho Villa. Después de algunas batallas, con más derrotas que victorias, el grupo original es reducido a dos: Tiburcio Maya y el joven Becerrillo. Una epidemia de viruela se desata entre la tropa y este último cae enfermo. Villa ordena a Tiburcio matar al joven e incinerar su cuerpo. Desencantado, Tiburcio abandona la revolución y regresa a su pueblo.

El reconocimiento a este clásico del cine mexicano llegó varias décadas después de su menospreciado estreno, ocurrido el 31 de diciembre de 1936 y con una sola semana en taquilla. Para entonces, su director Fernando de Fuentes había estrenado el que sería el primer “taquillazo” del cine azteca: Allá en el Rancho Grande, de ese mismo año.

La popularidad que alcanzó esta comedia estelarizada por Tito Guízar y Esther Fernández eclipsó en su tiempo el poderoso drama sobre el desencanto de la revolución que es Vámonos con Pancho Villa. A principios de los años 60, la crítica y el movimiento de cine clubes mexicanos lo rescataron del olvido. La cinta se convirtió, junto con El compadre Mendoza, también de De Fuentes, en el paradigma del mejor cine nacional.

Vámonos… es una película medular en la historia del cine mexicano. En ella se dan los elementos esenciales para ser considerada así: un director de talento como Fernando de Fuentes, “un artesano que tiene momentos de creación excepcionales” (como dijera un colega coterráneo suyo), apreciables aquí desde la primera escena, y que reunió a colaboradores de lujo (el excepcional músico Silvestre Revueltas, el fotógrafo Gabriel Figueroa, notables actores de la época…).

A juicio del crítico César Benítez, Vámonos con Pancho Villa “representa el momento en el que el cine mexicano se encuentra consigo mismo; o sea, el cine de México tiene qué decir y cómo decirlo: historia, director, actores, escenarios, público, y marca, junto con Allá en el rancho grande, del mismo De Fuentes, no solamente el nacimiento de una industria, sino el inicio de la época de oro del cine nacional”.

Esa industria se consolidó, prosiguió con semejante esplendor pese a sus devaneos y momentos difíciles, y así llegamos a los años 90 del siglo pasado, con más de un título ejemplar. Uno de ellos es El callejón de los milagros, del ya veterano entonces Jorge Fons (Fe, esperanza y caridad).

Filme de estructura capitular, dividido en cuatro episodios que transcurren en el escenario central de la callejuela llamada como el filme, los tres primeros se centran en personajes que les dan título, pero en verdad hay muchas historias paralelas. En los tres primeros afloran la homosexualidad descubierta en la madurez, el machismo y la homofobia; el amor traicionado que desemboca en la prostitución y la soltería femenina que solo deja margen a los sueños. En el cuarto, “El regreso”, como su nombre sugiere, las historias anteriores se anudan y 


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Frank Padrón

Crítico de cine


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