Una canción para Laura de la Uz

Laura de la Uz quería una canción. Había ya muchas dedicadas a otras Lauras, pero ninguna a ella, a la Laura nacida en el 70, hija de Margarita y mamá de Amaranta, que sale por las mañanas a caminar por el Malecón de La Habana, lleva a su niña a la escuela, compra en el agro a la vuelta y se entretiene limpiando la casa cantando a viva voz “Al partir”, de Nino Bravo.

Espontánea, camaleónica y natural, Laura trasladó la sala de su casa al escenario del Teatro Mella este sábado 18, para dejarnos ser testigos excepcionales de un día en su vida, la cotidianidad de una mujer creadora, que según afirmó a Cubahora, “no necesariamente tiene que ser una artista, puede ser una médica, una ingeniera, una bióloga, una maestra”.

“Reality show”, el espectáculo que la actriz escribió y dirigió especialmente para clausurar el II Festival Ellas Crean –organizado del 11 al 18 de octubre por la Embajada de España en Cuba y el Ministerio de Cultura de Cuba—sirvió para hacer realidad un viejo anhelo: plasmar en un guión todas las ideas que a lo largo de los años había reunido, para en algún momento integrarlas en un monólogo, y de paso rendir homenaje a la música y a las mujeres que inspiraron canciones antológicas y muy queridas para los cubanos.

La idea original de que fuera un reality  me la dio Darsi Fernández, yo venía con otro pensamiento, hacía muchos años que quería hacer un unipersonal. Como persona, como actriz, como mujer tenía ganas de decir cosas, y llevaba años recopilando textos, cosas mías que escribía para mi blog, pero no me lanzaba porque no tenía quien me lo dirigiera y si era yo sola, no me atrevía, explicó la recordada Ana de la película de Daniel Díaz Torres.

“Tenía un montón de ideas, vino Darsi y me preguntó si podía hacer la clausura de “Ellas crean” y yo le dije que sí, porque esta fue de esas cosas que yo tengo que son muy intuitivas, ni lo pensé, le dije, sí. No tenía nada, pero dije que sí.”

El escenario del Mella esta vez no tuvo telones para esconder lo que normalmente no ve el público, sus paneles desnudos, telas avejentadas, cables al descubierto, paredes de ladrillo, todo para que quien se sentara a disfrutar de la hora y media que duró el show supiera que lo que se nos mostraba era lo más parecido a la realidad que una obra teatral puede ofrecer.

En un sofá y acompañada por su madre Margarita de la Uz –en la misma bata de casa con que suele prepararle el desayuno- Laura recordó los años 70, década en la que nació. Nos presentó a su hija Amaranta Valenzuela, que debutó junto a su abuela y de paso nos enseñó que el “reguero es algo que se traspasa genéticamente”.

Beatriz Márquez cantó “Espontáneamente” porque ella, según explicó, creció escuchando a la Musicalísima. Con la mente puesta en un nuevo espectáculo salió a rastrear historias de musas, y hasta la oficina de Lynn Milanés se llegó para conocer la historia de Yolanda, su mamá, la mujer detrás de la bella canción de Pablo, que Lynn interpretó coreada por todo el teatro.

El espíritu de Celia Cruz bajó hasta Línea y B, cuando lo invocó al repasar jocosamente el primer viaje a Nueva York con la obra “Delirio Habanero”. “Vimos aparecer las luces de Manhattan al ritmo de “La negra tiene tumbao”, contó, antes de interpretar junto a La guarachera de Cuba, una emotiva versión de La Vieja Luna.

Telmary, que pasaba de camino a un concierto, le contó que su mamá fue la Marilú de la famosa canción de Formell y la retó a cantar con ella la versión que hizo del famoso tema.

Entre la visita de un fumigador –Mario Guerra- que se ofreció a resolverle cemento “a la artista”, el refrigerador roto, la familiaridad de la peluquera que resultó ser la Bárbara de la mítica canción de Santiago Feliú y que se abrió como sólo pueden hacerlo las personas que no tienen nada que ocultar, el abrir la puerta y encontrar a la Maestra Leonor y los muchachos de Sine Nomine pidiéndole de favor que los dejara ensayar “Para Bárbara” en su cuarto, y el apagón que “cerró con broche de oro”; todo nos parecía que podíamos vivirlo nosotros mismos un día cualquiera.

Y entonces la sorpresa, en medio de la oscuridad, el ring ring insistente del viejo teléfono. Del otro la voz conocida de Frank Delgado que anunció: “Ahora para Laura de la Uz, una canción”,…. el resto sólo fueron aplausos.