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sábado, 21 de diciembre de 2024

Un siglo y 25 años con La Edad de Oro

Dicen los investigadores que editar La Edad de Oro es un verdadero acto de amor. ¿Qué ocurre cuando, 125 años después, un investigador se lanza a preparar una nueva edición facsmilar?...

María del Carmen Ramón en Exclusivo 22/02/2014
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La Edad de Oro, versión facsimilar
Edición facsimilar de La Edad de Oro publicada en esta Feria.

“Es un periódico para los pequeños, que merece toda la atención de los grandes”, decía en el lejano 1889 Enrique José Varona, cuando apareció por vez primera La Edad de Oro. No se equivocaba Varona, poco tiempo después el poeta Manuel Gutiérrez Nájera lo respaldaba, y en el 1974 Salvador Arias defendería: “…si el niño puede disfrutar y enriquecerse con la lectura de cualquier trozo de  La Edad de Oro, no menos le resulta al adulto.

Quizás por esa relación extraña que establece un hombre con La Edad de Oro llegue yo a ella. Fue esa conexión la que me ha llevado a comprarla cada vez que la tengo delante, por el casi obsesivo deseo de comparar las ediciones, y también porque disfruto regalarla a cuanto niño quiero.

Durante las jornadas dedicadas a José Martí durante la XXIII Feria Internacional del Libro tuve el placer de encontrarme con una nueva edición fascmilar de esta revista publicada por primera vez hace 125 años, con un diseño exquisito y múltiples notas que resultaron de la investigación para la Edición Crítica de las Obras Completas y no pude evitar acercarme a la investigadora y editora del libro.

Maia  Barreda Sánchez es una filóloga nacida en 1974, que durante más de 10 años ha emprendido el camino de la edición crítica de las Obras Martianas. Al igual que yo, llegó a Martí siendo una niña, y lo conoció de la voz de su madre, quien cada noche leía a su pequeña un nuevo cuento de la Edad de Oro.

—Cuéntame de esa niña que se acercó a Martí. ¿Cómo descubriste La Edad de Oro?

—Mis padres son de la década del 60 y,  a pesar de que no eran universitarios, leían mucho, compraban muchos libros y tenían un alto nivel cultural. Tenían las obras completas de José Martí en la casa y mi mamá tenía la costumbre de leerme un cuento cada noche. Entonces en un momento determinado me empezó a leer los cuentos de La Edad de Oro, porque La Edad de Oro es como el libro de cabecera de los niños de la Revolución. Recuerdo que ella me empezó a leer el libro metódicamente hasta llegar al cuento Meñique, que se convirtió en mi favorito, por eso la tuve leyendo el mismo cuento por casi dos años. Nunca más pasé de ahí, porque de pequeña era muy cabezona.

Pasó el tiempo hasta que entré a la carrera de Filología, donde siempre me incliné por los estudios de traducción. Hablo bastante bien el inglés, y leo perfectamente y siempre me ha dado mucha curiosidad saber qué dicen los originales, porque siempre son distintos a la traducción. Entonces, en la carrera damos una asignatura que es Estudios Martianos, y me empeñé en hacer el trabajo final sobre la traducción de Meñique, pero la doctora Ana Cairo me exhortó a analizar  la novela Ramona. Hice el trabajo sobre eso y a partir de ese momento me enlacé con los estudios sobre Martí. Cuando llegué a trabajar en el Centro de Estudios Martianos me captaron para trabajar en la edición crítica, y allí estuve trabajando prácticamente 10 años en la edición críica de las Obras Completas.  Hice los tomos donde están las traducciones e hice la edición crítica de La Edad de Oro.  

—¿Y cuánta es la diferencia cuando uno se acerca a Martí por el puro placer de leerlo, o desde el ejercicio de investigación?

—Es difícil con Martí, porque desde la primaria, todos los medios masivos de comunicación te inculcan que es algo muy bueno, y eso a veces a algunos hace difícil apreciarlo, porque están tan acostumbrados, que les es difícil ver si belleza. Martí es un gran escritor, la representación de sus ideas es de un alto nivel, y no solo es un buen pensador, sino también escritor. Es un buen caso como objeto de estudio, y en muchos casos logras, gracias a que entiendes cómo lo está escribiendo y el contexto de la época, saber exactamente cuáles son los valores, y empiezas de nuevo a disfrutar: dejas de sentir que estás leyendo por obligación y empiezas a amarlo.

—¿Qué complejidades trajo para tu equipo el reto de realizar una nueva edición facsimilar?

—Es una reproducción exacta de lo que estás viendo en el original, o sea, no se transcribe. Antes se hacía tirándole una foto la libro que vas a reproducir, en este caso se escanea el original. Desde mi punto de vista como editora e investigadora, es muy importante tener ediciones facsimilares, porque cuando se publica un libro y se edita siempre hay cambios, siempre hay un fragmento que se pierde por muy pequeño que sea, hay erratas, es inevitable. La edición facsimilar lo que hace es conservar el texto tal cual.

En este caso por ejemplo, muy pocas personas tienen acceso a la revista que se publicó en el siglo XIX. Nosotros utilizamos la versión de la Biblioteca del CEM, que fue donada por la Biblioteca de la Universidad. Tuvimos que trabajar con el color de cada una de las páginas, reconstruirlas digitalmente. La idea era hacerlo en cuatricromía, que tuviera el color original, pero eso depende de la imprenta y de otros factores. Como investigadora trabajé con las notas para la edición crítica, pero Martí menciona tanta información y la sintetiza, que es difícil pasado el tiempo localizar de qué está hablando.

Esta edición facsmiliar no es tanto para niños, sino más para profesores porque es muy compleja desde el punto de vista de edición, y a los niños no les gusta leer textos con notas. Normalmente en el centro se publica una para niños, que desde el año pasado está saliendo muy similar a la original.

—¿En tu opinión, cuál ha sido la edición facsimilar más lograda de La Edad de Oro?

A mí me gusta la del siglo XIX, porque tengo la posibilidad de trabajar con ella. Pero quizás de las facsimilares más logradas sea una que fue publicada al inicio de La Revolución en forma de cuadernos, una revista exactamente del tamaño del original.

Según explicaba la directora del CEM, La Edad de Oro se encuentra entre los libros más vendidos del Centro. ¿Qué factores inciden en que exista ese interés por ese libro?, ¿qué lleva a los niños a querer tener La Edad de Oro?, ¿a los padres a querer que sus hijos la lean?

Es una realidad es que a todos los eventos donde vas las personas te preguntan, ¿por qué no se venden más libros de Martí?, ¿por qué no se le baja el precio a La Edad de Oro?, ¿por qué no se venden más ejemplares? Siempre en cualquier reunión en la UNEAC, en la Feria del Libro, en cualquier presentación, todo el mundo dice que la publiquen más y que la vendan más barata, por lo que hay mucha demanda.

La Edad de oro se utiliza como material de estudio en la escuela primaria. Además, los padres tienen como una tradición comprar La Edad de Oro y regalársela a sus hijos, porque la necesitarán en la escuela y porque pueden leer cuentos ahí. Se vende bastante, de hecho, es el libro que más se vende del Centro de Estudios Martianos y de José Martí, se agota todos los años, y tenemos que hacer nuevos ejemplares siempre.

—¿Cómo valoras La Edad de Oro desde el punto de vista literario? ¿Cómo logra Martí ese diálogo del texto con sus ilustraciones?

—Martí preparó las ilustraciones y los textos de La Edad de Oro pensando que incidiera positivamente en los niños hispanohablantes que pudieran comprar la revista. La idea era hacer hombres mejores, más inteligentes, que adecuaran los conocimientos a la vida real de sus propios países latinomaericanos. Ese afán de universalidad y autoctonía lo integró muy bien. Las ilustraciones, como las escogió precisamente él para reflejar su interés, tienen el valor de que no se pueden separar del texto. No soporto cuando La Edad de Oro se publica con unas ilustraciones nuevas, porque por muy novedosas que sean o que tengan valores artísticos no es igual.

Las ilustraciones de la Edad de Oro tienen el valor de que son una unidad con respecto al texto, y se corresponden con las intenciones de la persona que creó que la revisa. Funcionan muy bien, porque escogió grabados muy apropiados para una revista que se hizo en esa época. Actualmente ha cambiado un poco el concepto de lo que es una revista para niños.

La Edad de Oro es una revista de la época en que se creó, hay varios estudios sobre revistas modernistas para niños que se han dedicado a analizar la relación entre La Edad de Oro y las otras revistas de la época latinoamericanas, norteamericanas e inglesas. En ese contexto está el nivel de esas revistas, y está a un nivel bastante alto porque él tenía un concepto muy avanzado de lo que era la educación.

—Están trabajando en la edición de una multimedia sobre La Edad de Oro. ¿Qué características tendrá?

—Este es un proyecto que se inició hace más de una década, salvador arias creo un CD donde venía una edición facsimilar de la revista, una selección de artículos importantes, y de la mayor cantidad de estudios importantes que se han hecho sobre la misma, imágenes aparte, sonidos, videos, así como toda la bibliografía activa y pasiva de La Edad de Oro, desde las cartas de Nájera cuando salió la revista, hasta los trabajos más recientes. Salvador Arias es el  investigador principal,  y yo la editora, estamos en el periodo de validación, pero es muy complicado, porque tiene mucho texto e imágenes. Esta será la celebración más importante del 125 aniversario.

 


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María del Carmen Ramón


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