sábado, 28 de septiembre de 2024

Un panal que cumple sueños

La Colmenita representó, y representa, para los niños cubanos, el sueño palpable de verse sobre un escenario, un espacio de creación y participación...

Laura Mercedes Giraldez Collera en Exclusivo 16/02/2020
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Aniversario de La Colmenita
La compañía fuera merecedora de la condición de Embajadora de Buena Voluntad de UNICEF, lo que la convierte en la primera agrupación cubana y el primer grupo teatral en el mundo en ostentar dicha distinción (Abel Rojas Barallobre / Cubahora)

Tengo que confesarlo, aunque no es un secreto para quienes me conocen: mi sueño siempre han sido las tablas, el escenario, las luces, la interpretación. Pertenezco a la generación que creció frente al televisor o disfrutando en vivo de espectáculos del Festival de la Canción Infantil Cantándole al Sol y de La Colmenita. Siempre sentí envidia, porque no hay otra palabra que lo defina, ante aquellos niños que, micrófono en mano, dejaban boquiabiertos a otros pequeños y a los adultos por su destreza y ausencia de miedo escénico. Mi envidia era sana, pero envidia al fin, me ponía a soñar con disfraces de abejas, antenas, canciones y aplausos. La dulzura de esa miel que repartían aquellos retoños de artistas —no lo dudo— hizo que muchos pequeños se inclinaran por el arte o participaran en matutinos en sus escuelas. La Colmenita representó, y representa, para los niños cubanos, el sueño palpable de verse sobre un escenario, un espacio de creación y participación.

La construcción de La Colmena (grupo para adultos que dio origen más tarde a La Colmenita) comenzó el 14 de febrero de 1990, de manos de Iraida Malberti y Carlos (Tin) Cremata, quien en ese momento era estudiante de tercer año del Instituto Superior de Arte (ISA), en la especialidad de Dirección Teatral. El joven Tin alternaba presentaciones de adultos y niños, llevando a la escena clásicos de la cultura cubana y universal.

Sus espectáculos alcanzaron tal popularidad, al punto de crear una furia colmenera —la que yo padecí— que obligó al joven director a llevar a sus abejitas hasta los rincones más recónditos de la geografía nacional y hasta a varios países, evidencia del sacrificio y empeño puestos en función de un proyecto cultural, pedagógico, promotor de salud, que creó en sus integrantes, e intentó transmitir a los públicos, valores éticos y estéticos, garantizando a la vez, una recreación sana, segura y culta.

Toda esa labor en beneficio de los más pequeños de casa hizo que el 3 de octubre de 2007, la compañía fuera merecedora de la condición de Embajadora de Buena Voluntad de UNICEF, lo que la convierte en la primera agrupación cubana y el primer grupo teatral en el mundo en ostentar dicha distinción.

Aunque, gracias al esfuerzo de la Oficina del Historiador de la Ciudad, la tropa colmenera disfruta hoy de su panal en la Sala de Teatro de la Orden Tercera del Convento de San Francisco de Asís, en La Habana Vieja, la miel de esa colmena es para todos. Basta con decir que existen extensiones de la compañía en distintos municipios de la capital y varias provincias del país, como Sancti Spíritus y Villa Clara. También se han impartido talleres que promueven la inclusión de los niños en las manifestaciones artísticas, sin distinción alguna: La Colmenita de la Escuela Especial de Discapacitados Físico-Motores Solidaridad con Panamá y el Taller con niños sordos e hipoacúsicos de la escuela especial René Vilches Rojas, a lo cual se le suma la creación de la Colmenita Bolivariana, proyecto que surgió como parte del Convenio de Cooperación Integral Cuba-Venezuela y la Fundación Misión Cultura.

De esta ya histórica agrupación infantil han salido no pocos adolescentes y jóvenes que hoy engrosan los elencos de destacados grupos de teatro, seriales televisivos y repartos de filmes, muestra ineludible de la eficacia y seriedad con que se trabaja en La Colmenita.

Esas abejas laboriosas se ganaron también un espacio en la pantalla chica de nuestros hogares, con la producción de La Colmena TV, una oportunidad para los niños cubanos de mostrar su talento y comenzar a desarrollarlo. Así, algunos pequeños, que como yo quisimos despuntar como artistas, pero varias limitaciones —en mi caso diré que geográficas— nos frenaron, ahora tienen la ocasión de brillar y convertirse en mejores seres humanos, porque allí se aprende que “tener talento, es tener bueno corazón”.

Este 14 de febrero el proyecto arribó a sus tres décadas de satisfactoria existencia, tiempo suficiente para colmar de alegría el corazón de nuestros pequeños y el alma infantil de quienes aún creemos en la magia de los cuentos infantiles, que intencionalmente escogidos son interpretados por las jóvenes abejitas. No en balde La Cucarachita Martina, Meñique, Ricitos de oro, Alicia en el país de las maravillas, Pedro y el Lobo, La Muñeca negra, El mundo al revés, Las Aventuras del Capitán Plin, Travesía Mágica… han resultado de los espectáculos más populares de la compañía, por la carga de valores y enseñanzas que trasmiten.

Espero que durante 30 años más La Colmenita siga produciendo su miel y captando abejitas laboriosas —que como yo— tengan el sueño de llenar un teatro, de subir a escena, de ser útiles desde el arte.


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Laura Mercedes Giraldez Collera

Periodista


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