viernes, 27 de septiembre de 2024

Truffaut en La Habana

Cuatro filmes emblemáticos del realizador parisino se exhibieron en una reotrspectiva durante el 17º Fsertival de Cine Francés en Cuba...

Pedro Antonio García Fernández en Exclusivo 30/05/2014
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Cuatrocientos golpes.
Los 400 golpes, una obra maestra.

Doinel huye por terraplenes, llega a la playa y se detiene ante el mar, frontera final que tiende inmenso sus olas como obstáculo infranqueable. Catherine acelera el auto, emprende loca carrera con el amor que le es esquivo hacia el puente inconcluso, las aguas turbulentas que le aguardan desde el fondo de los tiempos.

No se equivocan los lectores, hablo de François Roland Truffaut (1932–1984), el célebre realizador francés y de dos de sus obras maestras, Los 400 golpes (1959) y Jules et Jim (1961), ambos incluidos en la retrospectiva que sobre este autor se exhibiera en el 17º Festival de Cine Francés en Cuba.

De cuatro documentales y dieciséis largometrajes, incluyendo dos animados y los cuatro filmes de la retrospectiva de Truffaut (los mencionados anteriormente, además de El último metro y Confidencialmente tuya) constó la edición de este ano del Festival de Cine Francés.

En realidad los organizadores tenían previsto más cintas, pero varias no pudieron exhibirse por las leyes extraterritoriales anticubanas (léase bloqueo, embargo o como usted lo califique) del gobierno de Estados Unidos, que le prohibieron hacerlo a las distribuidoras norteamericanas so pena de fuertes sanciones.

Toda retrospectiva de Francoise Truffaut debe empezar con Los 400 golpes. Filme insignia de la llamada Nueva Ola francesa, goza de una impactante actualidad, como si se hubiera rodado hace meses. Pocas veces los problemas de la infancia de posguerra han sido tratadas con tanto verismo y poesía.

Jean Pierre Leaud se revela tan orgánico encarnando a Doinel como si fuera un actor experimentado. Este era su segundo filme, había debutado junto a Jean Marais en El guerrero del rey. En la muestra principal del Festival, los espectadores pudieron ver a Leaud, ya envejecido, como el relojero de Camilla despierta.

Más allá del protagónico y de la formidable fotografía de Henri Decae, el pulso de Truffaut, el ritmo que le imprime (de cierta forma un homenaje a sus maestros, desde Griffith a Hitchcock), hacen a esta cinta memorable.

Para el crítico cubano Luciano Castillo, Jules et Jim es un filme capital de la cinematografía francesa. Al igual que Los 400…, apenas ha envejecido. Si esta última es un testimonio de la Francia de la era DeGaulle, Jules… nos ofrece un retrato fidedigno de loa años entre guerras (1918-1939)

Jim es francés; Jules, austriaco. Ni la contienda bélica mundial (la de 1914), que puso a sus respectivas naciones como contrincantes, pudo torpedear la amistad. Ni siquiera la sensual, coqueta y alocada Catherine, quien termina casándose con el segundo.

Una vez más la fotografía (esta vez a cargo de Raoul Coutard)  deviene personaje más, apuntalando dramatúrgicamente cada secuencia, aunque con la complicidad de la música de Georges Delerue, que se fusiona de tal manera con la atmósfera de la trama que al solo oírla evocamos momentos de la película.

Jeanne Moreau (Catherine) actúa cada vez mejor en cada nuevo visionar que hagamos a la cinta. Para muchos resultó una sorpresa ver, todavía una niña, a la actriz Sabine Haudepine en el papel de la pequeña hija de Catherine. Años después Truffaut hará que encarne a una joven ambiciosa en El último metro.

Esta película me demostró que vivir de la crítica de cine tiene su encanto. Había visto todos los filmes de Truffaut, excepto este título que me había sido esquivo durante años, a pesar de haber sido proyectado incluso por la televisión cubana. Ahora pude capturarlo.

La trama transcurre en París, durante los días de la ocupación nazi. Un colectivo teatral, antaño dirigido por un judío, trata de sobrevivir en el nuevo orden fascista en el cual toda puesta en escena debe ser supervisada por un mediocre crítico de arte devenido informante de la GESTAPO..

Toda una fauna se nos presenta, desde la diva devenida empresaria, ante la huida del dueño, quien es también su marido; la joven actriz ambiciosa capaz de todo por ascender; el joven galán a quien le interesa más la resistencia contra el invasor que el arte escénico.

Como pasaba en Jules et Jim con Jeanne Moreau, tanto la entonces joven y siempre bella Catherine Deneuve, en el cenit de su desempeño actoral, como la diva, y el (en aquella época) joven y esbelto Gerard Depardieu, como el rebelde antifascista, en plenitud de forma, eclipsan todo y a todos.

De nada le valió a Sabine Haudepin (la joven actriz) su belleza y frescura, al húngaro Lazlo Szabo (teniente Bergen) su falso acento alemán ni al resto del elenco su eficacia, ni siquiera a Georges Deleure su profesionalidad en la música y a Nestor Almendros su enorme talento desplegado en la fotografía.

Ante la presencia del dúo D-D todo desaparece y se olvida, incluso la inoportuna acomodadora de la sala donde la visionamos, quien en plena proyección todavía hurgaba detectivescamente en cada fila por si alguien usaba su celular.

Confidencialmente tuya (Vivement dimanche, 1983) cerraba la retrospectiva. También fue el último filme realizado por Truffaut. Divertimento que siempre se recuerda y vemos con agrado una y otra vez. Pero una obra menor en la brillante filmografía del cineasta.

Trintignan, bien a secas. Fanny Ardant, bella y eficaz. La trama, basada en una novela de Charles William y aderezada con algunas gotas de Hitchcock. Aunque no sé si por haberla visto tanto o porque se haya agudizado mi olfato de cinéfilo, me pareció ya evidente, desde la mitad del filme, la identidad del asesino.


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Pedro Antonio García Fernández

Periodista apasionado por la investigación histórica, abierto al debate de los comentaristas.


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