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sábado, 23 de noviembre de 2024

Si #SoyVanVan, ¿quién dijo que se nos fue? (+Fotos)

Pongamos su música a millón, bailemos sin pena, cantemos a su vida porque Formell nos hizo feliz durante toda su existencia...

Leticia Martínez Hernández en Exclusivo 02/05/2014
3 comentarios
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Formell vivirá entre los cubanos siempre. (Alejandro Fabregas Pombo / Cubahora)

Hace unos días había pedido la palabra en el Congreso de la UNEAC. Estaba preocupado por los problemas de afinación que salían en los programas musicales grabados en la televisión cubana, le molestaba la grosería de algunas letras, que por soeces pretendían “pegar” más rápido, llamaba a revisar, para bien del oído de las nuevas generaciones, cada uno de los espacios musicales al aire. Se le veía fenomenal, hasta pepillo con aquella camisa y esos espejuelos de patas negras. Desde mi silla lo miraba. Parecía haberle conocido desde siempre.

Y anoche Serrano se nos puso más serio que de costumbre. Iba a dar una noticia de última hora y por su cara era una bomba lo que traía. Me paré de la silla, para escuchar lo peor, hasta que luego de algunos segundos que fueron siglos mencionó el nombre de Juan Formell. Pero, ¿cómo, si hace unos días estaba allí, tan vivo? ¿Qué pasó? ¿Una muerte repentina? ¿Qué significa eso? ¿Y ahora qué pasará con la banda sonora de este país? ¿Quién nos contará cómo somos? ¿Cómo correrá de arriba a abajo por esta Isla el dicho de alguien que, de repente, se convierte en el dicho de todos?

Entonces recordé cuando mi madre iba contando “un, dos, tres…un, dos, tres”, por horas e invariablemente, para que le tomáramos el ritmo aquello de “voy a publicar tu foto en la prensa, voy a hacerte una ampliación de cuarenta por cuarenta”. Escuchen el bajo, decía, como si fuera tan fácil hacerlo. Mi hermana, siempre más rítmica, le cogía la vuelta primero. Yo, en cambio, debía seguir la clase escondida en el baño para estar lista en la próxima sesión. Poco a poco, en la sala de la casa, íbamos descubriendo el sabor del casino, hasta aquellas ruedas en que, gracias a la onda “vanvanera” de la jefa del hogar, nos contábamos entre las más aventajadas.

Así, las letras de Formell convivieron en mi casa desde antes de que yo habitara este mundo, como las de Silvio, se sumaron temprano, en cantos de cuna, a  mi identidad, a esa manera plena de sentirme cubana y por tanto única. Y colé en mi forma de hablar términos como la “titimanía”, el “buey cansao”, “chapeando”, “la maquinaria”. Y respondí con “¿qué cosa? que cosa la costurera”; y dije “pa que los yumas no, no se crean que nosotros no”; y terminé con el “chirrín, chirrán, que ya se acabó”; y amenacé con que “se me pone la cabeza mala”; y pregunté “después de todo qué”; y anuncié que con “recaditos no, así no se vale”; y quise ser sandunguera, “la que se va por encima del nivel”; y aunque me dijeron que “la Habana no aguanta más”, llegué a esta ciudad, también, para encontrarlos, para cogerles el bajo en vivo, para bailar con ellos frente al Malecón, allí en la Tribuna Antiimperialista donde tantas marejadas provocaron.

Es que los Van Van nacieron para arrasar. Sobrevivieron al olvido, al reguetón y a cualquier otra influencia del más allá, desde los tiempos en que andar con un enorme radio en el hombro era lo máximo. Por eso cuando, motivada por la funesta noticia, puse en mi muro de Facebook que el Gobierno cubano debía decretar tres días de luto para bailar con los Van Van a tantos les pareció lo más justo, otros sugirieron velarlo en la Plaza de la Revolución porque, como escribió Oni Acosta, “nadie como él sintetizó musicalmente al cubano de hoy, sin concesiones, ni traiciones, ni facilismos”.

Y recordé cuando en aquel polémico Concierto por la Paz apareció Formell con aquello de “duélale a quien le duela, se hizo el concierto, está bueno ya de abusos” y sonó hermoso aquel “súmate a mi actividad, muévete, muévete, dale con el corazón, muévete, muévete” y la Plaza de la Revolución se vino a bajo.

Entonces ¿quién dijo que se fue? Borremos la imagen de Serrano en el noticiero anoche; olvidemos la nota infructuosa, deprimente; y pasemos por alto que sus cenizas están ahora mismo en el Teatro Nacional. Pongamos su música a millón, permitámonos al menos por hoy subir el volumen hasta el máximo, bailemos sin pena, cantemos a su vida porque Formell nos hizo feliz durante toda su existencia. Paguémosle con júbilo y esperemos esta madrugada en su compañía. 


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Leticia Martínez Hernández

Madre y periodista, ambas profesiones a tiempo completo...

Se han publicado 3 comentarios


Nuris Carbonell
 3/5/14 21:26

Que viva la música por siempre y tenemos q seguir hacia adelante. Claro q nos duele y mucho , pero la vida continúa y hay q buscar la resignación . Seguiremos escuchando su música , porq el allá arriba lo esta esperando , Pastorita porq ella quiere guaraey . Y amigos Chirrín Chirran q ya se acabo. E.P.D Maestro de Maestros.

mariela cespedes miyares
 3/5/14 6:13

Soy medico internacionalista en Brasil al saber la noticia senti un gran dolor se aguaron MIS Ojós es como si perdiera un familiar porque ASI es formell para los cubanos una persona muy querida que nos hizo bailar,reir,disfrutar y pensar com las letras de SUS canciones que sempre reflejaron al cubano como es y a nuestra cuba.El no murio su musica vivira por sempre com los cubanos y muchas generaciones la seguiram bailando dentro yfuera de Cuba.Gracias Formell

BrendaQ
 2/5/14 16:46

Cierto leticia tambien me quede muy sorprendida con la noticia de este gran músico cubano, q con su música bailaba hasta el que no sabia, lamento profundamente su muerte, y como dice una de sus canciones, te fuiste solooo y no era la hora

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