//

domingo, 17 de noviembre de 2024

Los amores sin odios de Amador

Amador es nuestro Tom Wolf, pero con la idea de llevarnos la Cuba real, con los tonos intelectuales de quien ve con lejanía de águila...

Mauricio Escuela Orozco en Exclusivo 09/02/2019
1 comentarios
Cleopatria-escritor cubano- Amador Hernández
“Cleopatra, la reina de la noche”, es l obra más leída, del escritor villaclareño Amador Hernández un verdadero best seller a la cubana. (Foto: Tomada de Amazon).

Amador Hernández dice que es un guajiro de un batey cubano, que su condición jamás quedará extirpada, aunque lo premien y publiquen aquí y allá. De temática universal, dialógica con los tiempos, su narrativa se posiciona como una de las más interesantes hechas en el interior del país. En las interminables conversaciones sobre filosofía, política, arte y el mundillo intelectual, este hombrón de Encrucijada tiene siempre espacio para el consejo de padre, para esa porción humana del intelectual comprometido.

Su obra más leída, un verdadero best seller a la cubana, “Cleopatra, la reina de la noche”, se corea por los pasillos de consagrados y aprendices en la escritura, ya que narra los entresijos de un mundo sórdido, pero encantador. Y esa conflictividad describe la arista insignia de este autor, que usa las redes sociales para el debate sano con muchos más, desde el respeto, dándonos una lección más de la ética del escritor.

Para Amador, como lo llamamos todos los cercanos, no hay temas tabúes, ni nada que merezca quedarse a la sombra, porque la sombra es su tema central. Una luz puesta sobre aquello que otros callan, un mundo de verdad, no un montaje de cartón, no un monótono discurso desde las consabidas orillas.

Pudiera pensarse que su patria chica, Encrucijada, donde reside y trabaja este pedagogo multipremiado también como Maestro, le queda, valga la palabra, chica, pero en el polvo de las callejas y su oscuridad halla inspiración para cada uno de sus cuentos. La escritura de Hernández es casi bíblica, porque se desarrolla en forma de parábolas, y la mayor parte de sus personajes, aunque se comportan con todas las imperfecciones humanas, encarnan la tipicidad de conceptos como la verdad, lo falso, la confusión entre un extremo y otro, la búsqueda de horizontes existenciales.

Un estudiante de periodismo, como lo fui y lo soy sin dudas, lo conoció en los predios de la Universidad, durante los Festivales de Literatura, y aún sus consejos me resuenan en los oídos. Aquel cuento que leí, iniciático y malo, le causó la impresión de la resonancia, de la onda que cae en un lago y, entre chanzas, hablamos del relajo en la literatura cubana y su necesidad como propuesta filosófica. Desde entonces, aunque no nos veamos, mantenemos una correspondencia donde abundan citas de los dos Marx (Carlos y Groucho) y de otros tantos maestros compartidos.

Lo que sorprende es el traspaso de lo culto a la chanza, manía que también compartimos y que nos genera a veces hasta los mismos enemigos en este medio de la escritura. Periodista también, y de los buenos, en cada crónica nos deja ese sabor del río cubano y a la vez, como lo dijera Heráclito, de fuego y dinámico. Amador es siempre el mismo, pero diferente, lleno de ocurrencias, optimista y burlador de lo malo.

Cualquiera diría que el autor de un best seller, como lo es Amador, vive a la manera de Stephen King en su aislamiento norteño, pero este guajiro, que se mueve sin dudas en todas las cuerdas de la cultura de alto nivel, apenas deja ver altanería por el éxito. Escribe con paciencia, línea a línea, a veces novelas amargas y marginales, pero de una propuesta que no podemos negar. El provincianismo no hace mella en la pluma afilada y, como un Lezama villareño, el viajero es inmóvil, pero viajero al fin.

De paso entre su casa y la sede universitaria, donde trabaja, hace una sinergia similar a la del autor de “Paradiso” con el trayecto de Trocadero a un banco del Paseo del Prado. El corto andar físico, se trueca en visión de las eras imaginarias y reales. Una vez, cuando revisó cierto cuaderno mío, me hablaba del tema de la alienación (tantas veces vivido por mí y puesto en tinta), pero desde una postura donde el artista será siempre un vencedor, una especie de Cid, cuya pluma, nunca mejor dicho, es más fuerte que la espada.

Eso es lo que admiramos de Amador, la esencia que entrega con la candidez de que todos debiéramos ser buenos y brillantes. La palabra guajiro, si tiene a fin de cuentas ese origen anglosajón de “war hero”  otorgado por los rough riders a nuestros mambises, se le aplica a este  guerrero de las letras, que con la paz logra victoria tras otra.

Ahora que le llega el reconocimiento del gremio intelectual, casi del gueto de sus afiebrados lectores, la provincia guarda silencio sobre Amador, le aplica el mismo rasero alienante. Típica negación de barrio que sufrieron otros cercanos maestros como el raro  y genial Agustín de Rojas o el hombre de oro, Fidel Galbán Ramírez. Pero en la cuestión del reconocimiento, de lo mediático, no importan las negaciones, sino el agradecimiento y ese se le tiene a aquellos que viven para las personas y no para las cosas.

En su más reciente obra se aprecia el reflejo de una vida llena de significaciones, alejadas de la satanización ciega o de ese canto santoral que otros prefieren. La existencia, que se capta con claridad, sale de las sombras para aparecernos delante, sin cortapisas, al más fiel estilo cronicado, pero sin condescendencias minimalistas.

Amador es nuestro Tom Wolf, pero con la idea de llevarnos la Cuba real, con los tonos intelectuales de quien ve con lejanía de águila, poniendo el ojo sobre aquello que sobresale, ya sea positivo o dañino. Su imaginario lo hemos compartido muchas veces, lo vivimos, y luego lo entendemos en esos libros, que son su mejor manera de hacer. La palabra, en este autor, lejos de quedarse en tinta, fluye, como los ríos del centro de Cuba donde Amador se baña a cada rato, como buen heraclitano.


Compartir

Mauricio Escuela Orozco

Periodista de profesión, escritor por instinto, defensor de la cultura por vocación

Se han publicado 1 comentarios


Amador Hernández
 24/10/23 11:33

Gracias, amigo.

Deja tu comentario

Condición de protección de datos