En el actual ciclo del proyecto Lucas regresa el dueto Liuba María Hevia-Camilo Suárez con la propuesta “Canciones que no se extraviaron”, último tema incluido en el más reciente fonograma de la cantautora, titulado Certeza.
En la premiación Lucas 2024, destacó en la selección de galardonados esta dupla con el audiovisual "Certeza", que se alzó en los apartados de canción y trova, así como dirección de arte.
Unidos por el sagrado nexo de la familia, también lo estético ha ligado a estos dos artistas pertenecientes a generaciones distintas que han encontrado un lenguaje audiovisual común, y estos audiovisuales constituyen una excelente muestra de ello.
Conceptualmente distinto a "Certeza", "Canciones que no se extraviaron" se mueve en otra dimensión simbólica aunque no se aparta de esa búsqueda de la esencia humana, de ese yo interior; del replanteo de los valores de cada cosa y cada quien que, de alguna manera, es sello creativo de Suárez.
"Canciones que no se extraviaron" busca el significado a partir de un cuidadoso empleo de la elipsis como referente discursivo. Las ausencias, el trabajo diferenciado del blanco y negro, la detallada inserción de colores tenues que enfatizan en la belleza conceptual y la implicación sicológica de objetos que han conformado o los que aún perviven en el día a día de la voz narrativa; así como el refinado tratamiento de la relación cronotópica, conforman algunos de los múltiples atractivos de los que hace gala este trabajo audiovisual.
Es una propuesta que significa un viaje tierno y profundo de la memoria, un recuento de historias vividas a partir de esas canciones cuya existencia resignifican el sentido de la familia, la amistad, el amor, las despedidas... estas últimas desde todos los ámbitos posibles. Tal y como lo enuncia el texto: nacidas como tejidas con el hilar de los años, fotografiando la vida, desafiando los peldaños, estas canciones se tornan en testigos excepcionales de lo que ha sido amar, llorar, perder, jugar, soñar. Por eso aparecen como parte del ambiente del mundo ficcional carátulas de discos de Silvio, Serrat... autores que han marcado la vida de la protagonista; y a la vez también sus juegos de mesa, las crayolas donde se reinventaba mundos por habitar. La nostalgia yace en cada uno de esos objetos personales y también en los mosaicos, las pinturas colgadas, los rostros de muñecas, los libros de páginas amarillentas. La añoranza por lo que fue y cuanto incide en lo que sé es hoy, así como lo que se proyecta ser, constituye el hilo conductor de esta narración delicada y especialmente sensible que habla justo a partir de la secuencia de esos elementos.
La sola presentación de dos manos entrelazada que simbolizan la unión perenne de dos seres que por el registro de la imagen demuestran presente y ancianidad, las mismas con las que concluye el material colocadas en otra dimensión que remeda la eternidad, ese es el primer encuentro con lo que será la dinámica discursiva de toda la propuesta. Luego, una figuración que recuerda las imágenes antiguas de porcelana, la reiteración en primeros planos de fotografías de antaño, la inserción de objetos como el viejo radio, el sillón vacío, los dibujos infantiles, el juego con la sombra de un cuerpo sin rostro, la máquina de escribir y la pluma... son otros símbolos que reiteran la idea del necesario pasado que incide en el presente.
... en las canciones que no se extraviaron viven los duendes y los milagros, no estamos todos; pero en su esencia resucita algún pasado, y esta vez el acto es logrado a través del audiovisual de Carlos Suárez y su ingenio en convertir poesía visual lo que el texto demanda a flor de piel.
Comentaba Liuba María Hevia en la página oficial de Lucas que este video había sido un guiño con la obra de Dulce María Loynaz, parafraseando el epistolario póstumo de la Premio Cervantes Cartas que no se extraviaron: un texto que ha marcado el quehacer de la cantautora.
Con este audiovisual Hevia trae al presente toda la música y la poesía que hasta hoy le ha acompañado. Sea esta, entonces, la mejor manera de sintetizar en un audiovisual tanta historia compartida y vivida de modo que en las entretelas del tiempo ni ellas ni el adiós puedan quedar extraviadas.
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