Lazos de sangre descoloridos

El actor y director francés Guillaume Canet debuta en la realización en Hollywood con el thriller Blood Ties, que recurre a la clásica premisa de hermanos enfrentados a ambos lados de la ley. Para ello, Canet se ha sabido rodear de un seductor reparto encabezado por Clive Owen, James Caan, Billy Crudup, Mila Kunis, Zoe Saldana y de su propia esposa, la bellísima Marion Cotillard.

La primera película que dirigió Guillaume Canet fue un éxito. Se llamó Tell No One y era una adaptación de una novela policíaca norteamericana al panorama francés. Con la fórmula ya probada, el año pasado Canet invirtió la ecuación y adaptó un filme francés a la década del ´70 de los Estados Unidos.

Sin embargo, Blood Ties (Lazos de sangre, su título en español), la nueva versión del drama criminal del director francés Jacques Maillot -Les Liens du Sang-, deviene drama lento, imperdonablemente desnutrido, que de alguna manera se las arregla para añadirle 40 minutos de metraje a la historia original, sin que esto signifique mejorarla en lo más mínimo.

La película transcurre en la Nueva York de 1974: Chris es un asesino (Clive Owen) que es liberado de prisión por buen comportamiento. Una vez en la calle se aloja en casa de su hermano, Frank (Billy Crudup), cuya profesión no pudiera ser más diametralmente opuesta a la de Chris: es policía. Así, el bien y el mal, reunidos bajo un mismo techo, y lo que es más difícil, unidos por lazos de sangre, han de encontrar una manera de coexistir.

El guión es obra de Canet, en colaboración con James Gray, con quien ya había trabajado antes en We Own the Night (año 2007), película que también tuvo el conflicto de hermanos en lados opuestos de la ley.

Aunque el nombre de Canet, más el elenco de estrellas que participan, hicieron que la película trajera muchas buenas expectativas, estas no se materializaron. Al contrario de la película de Maillot, donde la intriga era más envolvente, en Blood Ties rara vez se siente tensión dramática. La relación sanguínea que une a dos seres tan inconexos como los dos hermanos, si bien está a nivel de guión, apasionada, elocuente, sumamente visceral, en la actuación de Owen y Crudup languidece. Estos dos actores, correctos -rozando lo sublime- en escenas propias, cuando están en conjunto parecen, más que hermanos en los extremos de un lazo, dos extraños.

A pesar del buen punto de partida de la cinta, las escenas se distienden con largas pausas y miradas sosas a cada lado de la acción - podrían reducirse más de 20 minutos sin perder una sola línea de diálogo-.  Incluso Marion Cotillard, que suele ser intachable, se nos presenta incoherente; hasta da lástima, la pobre, luchando con un acento extranjero inidentificable cuyos orígenes (finalmente revelados como lenguaje italiano) parecen generar más suspenso que casi cualquier otra cosa en la película. 

Posiblemente con una edición más corta, la cinta sería un thriller interesante, y generaría interés, aunque sólo sea por conocer el destino de esos hermanos inmersos en contradicciones morales y éticas -¿cuál de las dos más sagrada?-. Pero son 144 minutos sin pies ni cabeza, y el resultado final no puede dejar de ser una decepción.

En algún momento entre la escritura del guión y la realización del filme se perdió toda esperanza de una cinta excelsa: Los lazos de sangre no se marcan con miradas distendidas, profusas y plenas de significado. Esta película nació pasional desde su primera línea. Pero la obra terminada no tiene ni efusión, ni efervescencia… ni color.