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miércoles, 30 de octubre de 2024

La mirada del amor

Una película eficaz y afectiva que lidia con algunas de las motivaciones esenciales que nos acompañan en la vida...

Diany Castaños González en Exclusivo 20/01/2015
3 comentarios

La mirada del amor (The Face of Love) es un melodrama romántico que cuenta la historia de una mujer (Annette Bening) que se enamora de un pintor (Ed Harris), quien se ve exactamente como su esposo muerto.

Es una premisa sugestiva. Claro, si se puede aceptar que un sentimiento tan complejo como el amor —especialmente uno que ha sido cuidado y alimentado en un matrimonio por más de treinta años, como es el caso de la unión que presenta la película— se pueda transferir de una persona a otra, simplemente por rasgos faciales compartidos.

Pero, la falta de explicación lógica para la aparición del doble del esposo fallecido no es lo que dificulta El rostro del amor. La película gana la aceptación de su premisa absurda con bastante facilidad. Lo que crece frustrante es la incapacidad del filme de explicar por qué estos dos hombres son idénticos. A medida que la película avanza hacia su conclusión, incluso dentro de los parámetros de esta historia improbable, el parecido entre estos dos desconocidos se vuelve un elemento —si bien crucial, y sobre el que se teje todo el filme— demasiado artificial, poco más que una forma impuesta para construir tensión.

No basta con la leve explicación que intenta el director y coguionista Arie Posin, esa de cuando Bening le comenta a su vecino y amigo, Robin Williams, que vio de casualidad a un hombre con los rasgos faciales idénticos al esposo que se le murió hace cinco años, y él le responde: “¿Sabes que dicen que todos tenemos un doble en alguna parte del mundo? Es normal”. Es que ella misma se rebela ante lo extravagante de esa tesis: “¿Y qué le digo? Disculpe, señor. Resulta que parece ser un clon de mi marido muerto. ¿Puedo invitarlo a una copa?”.

Pero sin lo desatinado no existiría La mirada del amor. Esta no es una película a la que le interese la lógica. Está más ocupada en otras cuestiones, que hacen, junto a lo inmensurable de las actuaciones, que la cinta clasifique entre las imperecederas, aquellas que se quedan a formar parte de la cultura e idiosincrasia de todo aquel espectador que tiene la buenaventura —la suerte— de verla.

La mirada del amor—del director norteamericano Posin (Sobre mi cadáver, año 2002 e Historia de un secuestro, año 2005)— es una noble historia de pérdida y reencuentro y su argumento es un tropo romántico para mostrar los inquietantes vericuetos de las ausencias y reclamos de la vida. Es un grito a las segundas oportunidades, es el miedo a volver a empezar, y un canto a la necesidad de hacerlo.

La fotografía y la ambientación de la cinta son un dechado del más excelente buen gusto. Y los grandes actores que son Bening —que aporta profundidad a un papel finamente dibujado, que palpablemente transmite el dolor, el deseo y la confusión que la abruma— y Ed Harris, casi bastan por sí solos para convertir cualquier película en un acierto. Pero, incluso estos excelsos elementos no sobresalen más allá de esa danza íntima, emocional y discreta sobre las cicatrices humanas que es la sensación que lega la cinta.

La mirada del amor, cinta del año 2013, prueba que en materia de cine no todo tiene que ser explicado. Una película eficaz —y afectiva— que lidia con algunas de esas motivaciones esenciales que nos acompañan en la vida.


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Diany Castaños González

A aquella muchacha le gustaba acostarse soñando imposibles, hasta que despertó una mañana segura que, durante la noche, había dormido apoyando su cabeza sobre el ombligo de Adán.

Se han publicado 3 comentarios


raulito
 22/1/15 13:33

Muy buena película

 

Pamela
 20/1/15 14:28

Buen tema. Diferente.

definitivamente quiero ver la película. Saludos 

allen_kun
 26/1/15 14:29

y yo quiero conocer tu historia para vivir tu pelicula.jeje era en bonche el filme es un drama q´esta pegajoso la emppezas a ver y te enganchas, eso si, la dejas de ver por un momento y no la entenderás,se complica.

50

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