Cuando en un aula estudiantes de periodismo de cuarto año convidan a “conseguirte” el último capítulo de Juego de Tronos o el dorama coreano del momento, una se cuestiona el nivel de influencia de estos productos foráneos en una juventud no tan enajenada e ignorante, como muchos intentan ver.
Si al fenómeno se le agrega una oleada adolescente, homogeneizada en vestimentas y modas asiáticas,-no se sabe si por copia de los andrógenos protagonistas de las series o por fanaticada a algunos grupos del hit parade cubano actual como Los Ángeles, que son más de lo mismo de los primeros-el cuestionamiento toma mayores dimensiones.
En un país donde “ver televisión”, en cualquiera de sus variantes, ya sea mediante DVD, flash, “paquetes” o los canales nacionales, resulta-según datos brindados en las últimas encuestas sobre prácticas de consumo cultural, realizadas por el Instituto Cubano de Investigación Juan Marinello-de los hábitos más frecuentes entre jóvenes y adolescentes, vale cuestionarse sobre cómo estos, en menor o mayor medida, se apropian de dichos productos sociales.
Decía el conocido teórico latinoamericano Néstor García Canclini por 1993 que el consumo cultural no era más que una práctica sociocultural en la que se construyen significados y sentidos de vivir, y que influyen en la reproducción de la sociedad y en la expansión del capital humano.
Vaya, una explicación bajo presupuestos científicos sociales de cómo y por qué hoy regresa el boom de la literatura y las propuestas fílmicas de corte fantástico y medieval con incesantes entregas vampiresas, hipnotizantes capítulos sobre reyes y luchas de poder que alcanza su clímax con Juego de tronos, o versiones contemporáneas de clásicos como Blanca Nieves y Érase o una vez.
También brinda luces, la conceptualización de Canclini, sobre la furia actual de la Hallyu (ola coreana) que llega a un país donde los doramas se demandan en cualquier punto de venta de discos “como pan caliente”; los veinteañeros cada vez más reducen los pantalones por el tobillo y ahogan a piernas en cortes tubos a semejanza de los intérpretes de dichas series; la muchachada femenina resguarda monederos con fotos de Lee Min Ho y Kim Hyun Joong (Boys before flowers), ChoiSiwon ( ¡Oh!, My lady) y Jang Keun Suk (You´re Beautiful); o los múltiples usuarios ponen en su Facebook la popular y pegajosa frase “fighting” de las entregas asiáticas.
Gustos, procesos de objetivación de deseos y acciones asumidas como parte de consumos generalizados, determinan que se reconfiguren identidades y diferencias en una nación que, a pesar de encontrar actualmente en sus públicos fragmentación y desigualdades, no está ajena a la influencia de la nuevas tecnologías y al fenómeno de unificación cultural u homogeneización sustitutiva de lo local, como diría el propio Canclini, que ello implica en muchas ocasiones.
Mangas, doramas y un poquito de Asia en casa
Si bien los diversos estudios enfatizan en una juventud y adolescencia que, como grupos sociales, se caracterizan por ser heterogéneas a su interior con diferentes dinámicas, existen patrones que se mantienen invariables, y uno de ellos es ser receptores asiduos activos de productos audiovisuales.
Dentro de este panorama resulta innegable, la no tan nueva popularidad en la Isla del creciente y desaforado delirio por la cultura coreana. Todo comenzó en el 2013-se pudiera decir que hasta antes porque el actual auge no es más que una continuidad del furor de los anime manga-, con la proyección en canales oficiales de varias entregas del país asiático. Desde entonces culebrones y música pop ganaron adeptos, y más adeptas, en un archipiélago-donde “llorar es un placer”-que sucumbió ante un viento, más bien un huracán cultural diferente al que insuflaba las pantallas cubanas desde naciones como Brasil, México y Colombia, cuya producción telenovelera, aunque todavía eficaz, se ha tornado monotemática y predecible.
Y es que el propio gobierno surcoreano lo ha enfatizado: emplean los recursos audiovisuales y musicales, su Hallyu, como una herramienta para popularizar el país y atrapar a grandes cantidades de jóvenes de los cinco continentes. América, y Cuba, por muy lejanos, también sucumben a los cantos de sirena.
Entonces se establece de que “no es nada malo” aprender de otras culturas, ver cómo preservar sus valores en tradiciones y vestimentas, pero ¿cuántas guayaberas aparecen en nuestras novelas?
¿La fórmula? Más de lo mismo, lo que siempre vende bien, elemental know how pero en micro versión-como casi todo lo asiático-: seriales condensados en 12 o 18 capítulos: amor, romance, conflicto ric@-pobre, algo de comedia ligera, muchas lágrimas, hermosos protagonistas que viene a implantar una forma andrógena de concebir la belleza y sobre todo, suspenso en la tensión amorosa, porque nadie podrá negar que los coreanos son unos maestros en hacer esperar al público por el primer beso, y a los cubanos, adaptados al desnudo desde la primera toma, eso los tiene locos.
Pero mejores o peores, los mini-dramas asiáticos les disputan en la actualidad a sus homólogas latinas, el gusto de las audiencias cubanas, dato confirmado por estadísticas de Cubasí que muestran como el 20 por ciento de los espectadores en la Isla favorecen este tipo de entregas, la gran mayoría del sector juvenil.
Mi bella dama,La reina de las esposas, Escalera al cielo, Sonata de invierno, Cuentos de otoño, Eres hermosa, Cuerdas del corazón, El príncipe del café, Cazador de la ciudad, Beso travieso y las populares Chicos antes que flores y Los Herederos, han marcado pauta, dentro de los sectores más noveles, en modas en el vestir, frases incorporadas al lenguaje popular hasta en los usos tecnológicos-según reportes de prensa, muchos de los nuevos productos móviles son promocionados en los doramas antes de salir al mercado.
Érase una vez… Juego de Tronos
Más allá de la Hallyu, existen otras opciones altamente cotizadas en el mercado alternativo cubano con la denominada venta del paquete semanal, surtido de actualizaciones de series y programas en formato digital, una especie de evolución tecnológica a lo Darwin de lo que en su momento fue el alquiler de VHS o DVD.
La Voz,versión para adultos y niños de un reality-show dentro del llamado fenómeno de la telerrealidad, las múltiples sagas vampiresas, las recientes versiones para adultos de los éxitos de la Walt Disney con su cúspide en Érase una vez-televisada en este verano en las tardes de Cubavisión- y más recientemente, el violento ajedrez humano Juego de tronos, se convierten en opciones que logran lo que ni la televisión con sus varios canales alcanza por estos días: un significativo índice de ratingde lo que algunos ya denominan “flash-audiencia”.
Dejando a un lado los lagrimosos avatares de los contendientes de los talent shows, las otras propuestas ganan en la calidad del andamiaje audiovisual, niveles complejos de edición, diversas formas de asumir los tempos en la trama, recursos no usuales dentro de la pantalla cubana y que traslada a los telespectadores a elecciones más pintorescas, ocurrentes y entretenidas.
Tampoco hay que negar, y volvemos a Canclini, que con estas “entretenidas y pintorescas” entregas se cede ante una manipulación mediática que tiende a barrer la identidad de los pueblos con paradigmas homogeneizantes. Tras el consumo, principalmente por parte de los jóvenes, de estos productos-sean coreanos, norteamericanos o hindús (ahora la parrilla cinematográfica de la India se ha vuelto más difundida)- llega una indolencia hacia lo autóctono, desafección a las raíces, idealización de la realidad otra y posturas acríticas ante en indiscutibles fenómenos de deserción cultural.
Aunque muchos intenten ver las “nuevas modas” de corte fantástico o las usanzas a lo coreano como muestras de una pluralidad cultural alcanzada en el país, solo son más de lo mismo: agentes globalizadores externos, asimilados y copiados, consciente o inconscientemente que, incluso, llegan a formar parte de un estilo de vida propio de las personas.
Pero no hay manipulación mediática sin carencias, y la televisión cubana carece. Adolece de mayores y mejores espacios de entretenimiento, concebidos con visión propia y lejos de todo plagio o bodrio de proposiciones foráneas. El mayor problema de los canales del patio es que han perdido el don del entretenimiento desde cánones autóctonos, y por momentos parecen proposiciones demasiado serias, como si la vida no lo fuera tanto ya.
Por lo pronto, los doramas, las sagas de mitos y seres fantásticos, y Juego de tronos, ya catalogado como uno de los verdaderos sucesos de la teleficción mundial de las últimas décadas, seguirán teniendo su público. Y, a pesar de que algunos “puristas” intenten socavarlas como “subproductos” culturales, muchos las ven y “se desconectan”. La audiencia se arrebata, y los comerciantes hacen su agosto.
park hye ki
12/11/14 16:40
a mi tambien me gustan mucho las novelas corana e incluso oigo musica coreana pues aunque no entiendo nada el ritmo es bueno pues soy adicta a los asiaticos pues son muy lindos pero hay personas ignorantes hasta morir que te critican pero yo no le doy importancia pues hay que admitir que los cubanos somos algo ignorantes espero que algun dia eso cambie
se despide su unni
Luli
8/10/14 10:59
Adoro las series koreanas, me parecen relajantes, transmiten mucha paz. Sus costumbres, bellos paisajes y escenarios nos sacan de nuestra realidad. Me parece bien que los transmitan por la TV, y lo jóvenes cubanos deberían tomar como moraleja el hecho de apreciar lo bonito que es el amor sin quemar etapas como se muestra en muchas series de este tipo, todo a su paso y sin chabacanerías.
Thais
15/9/14 16:13
me parece genial que reconozcan que la tv cubana no tiene, CARECE, de espacios televisivos o programas que entretengan. hace un tiempo atrás cuando nuestro país "carecía" también de otras cosas (principios de los noventa) la tv hacía una que otra aventura que realmente entretenía: Shirala, por ejemplo. Siempre escucho a mis padres hablar con gran afecto de dicho programa. Entonces, me pregunto ¿qué ha sido de los buenos guiones? nada que ciertamente los fanáticos de las aventuras y la ciencia ficción recurren a series como Games of Thrones...excelente debo decir...y Once upon a time...gracias a ellas mantenemos vivas esas ansías de fantasía que en personas como yo es practicamente insaciable....
LEBRAN
2/9/14 12:44
MAGNÍFICO COMENTARIO ME GUSTASN MUCHO LOS DORAMAS PERO ME DECLARO FANS DE LAS SERIES COMO JUEGO DE TRONO, CREO QUE EN NUESTRA TELEVISIÓN SE PUDIERAN CREAR ESPACIOS PARA QUE SE TRANSMITAN LOS DORAMAS, YA QUE SON DEL GUSTO DE LOS ADOLOESCENTES Y SON DE CORTA DURACIÓN Y LOS CAPÇITULOS GENERALMENTE NO EXCEDEN DE 16
cubitabella
25/8/14 0:08
muy buen comentario sobre los doramas yo soy una de las fananticas d e estas series son bonitas, cortas no son culebrones que cansan con lo mismo y cambian el panorama de lo que ya estamos cansados de ver desde hac varios a nos me parece bien que pongan estas novelas de nini series en la televisión nuestra
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