Desde el año 2000, el titiritero Armando Morales lidera el Teatro Guiñol Nacional (TNG), un sitio mágico donde se formó bajo la guía de los hermanos Pepe y Carucha Camejo.
“La impronta de los Camejo en el teatro de figuras cubanos se puede constatar en la presencia, continuidad y desarrollo del títere en Cuba. Entre 1961 y 1962, ellos impartieron talleres por todo el país y en Matanzas los recibió René Fernández —en calidad de alumno— quien ha continuado por más de cinco décadas al frente del movimiento titiritero en la Atenas de Cuba, a tal punto que ya el grupo Papalote ha creado una escuela y seguidores.
“Cuando comencé a dirigir el Guiñol Nacional asumí la tradición de Los Camejo en cuanto al trabajo con el teatro de títeres. Por eso he realizado disímiles eventos cuya curaduría siempre ha girado en torno a temas específicos como son: títeres del oriente y del occidente cubano, títeres del centro de Cuba, Dora Alonso y los títeres, Mozart y los títeres, títeres matanceros, Javier Villafañe y los títeres cubanos y La cucarachita Martina”, explicó Morales.
Los titiriteros cubanos asumen como un sacerdocio las actuaciones en salas de oncopediatría para alegrarles la vida a los pequeños marcados por dolencias graves.
“Sacarle una sonrisa a un niño ingresado en un hospital es una experiencia única. Para mi eso es similar al Premio Nacional de Teatro. Sin embargo, esa labor anónima no se registra en la historiografía de las artes escénicas, ni tiene presencia en la teatrología, la crítica, ni la investigación".
“Trabajar en zonas donde el arte no llega es nuestro homenaje por el aniversario 61 del asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo. Unido a lo anterior celebramos entre el 24 y el 27 de julio, una nueva edición de la Feria Titiritera de Unipersonales”, recalcó el actor.
—¿Por qué es posible que en el siglo XXI el teatro de títeres siga gozando de la preferencia del público cubano?
—“Creo que eso se debe a una necesidad imperiosa de continuar un arte que es milenario, y que se ha mantenido a lo largo de los siglos formulando aspectos inherentes al hombre como la magia, la imaginación, el hechizo, la fantasía.
“No todas las manifestaciones artísticas tienen esa capacidad de fantasear con lo irreal. El títere es una artimaña: está la maña del titiritero y la magia que lo circunda. Es una formulación plástica, visual, volumétrica, una escultura con un movimiento dramático, que tiene color, texturas.
“En la relación del actor con el títere se enfatiza la identidad de cada uno. Todo eso unido a la música, al movimiento danzario que puede tener un títere, a la manipulación de la figura. En esa pequeña anatomía ya sea de guante, de varilla, de sombra, están concentrados todos los aspectos de la creatividad del ser humano.
“Este arte siempre se está renovando, siempre se está cuestionando, no solo desde el punto de vista artístico sino también desde la artesanía —algo inherente al títere— por la misma construcción del muñeco, la selección de materiales, de formas tecnológicas mediante los cuales uno puede crear modelos muy particulares y mezclarlos.
“En algunos espectáculos titiriteros cubanos está presente el drama, la buena literatura. Los más grandes autores nacionales como Dora Alonso o Freddy Artiles escribieron teatro para títeres. Hoy nuevos dramaturgos están escribiendo también en esa cuerda.
“Esa magia, ese encantamiento es necesario para el hombre, en este siglo XXI. Y creo que ahora mismo, en medio de tantas crisis espirituales, mucho más”.
—¿En qué estado se encuentra el movimiento titiritero cubano?
—“Los titiriteros cubanos gozan de gran reconocimiento a nivel internacional. Cuando se habla del movimiento titiritero cubano en cualquier país de América Latina, enseguida se reconoce por su calidad. Eso se debe entre otros aspectos a que no hacemos concesiones con el mal gusto, con la moda, con el aspecto económico. No dependemos de una taquilla ni de una contratación para poder vivir.
“Generalmente, el títere cubano está sostenido en el nombre de artistas que se han sensibilizado y tienen un compromiso con el aspecto creativo. Eso sucede desde el Guiñol de Guantánamo, de Holguín, el de Ciego de Ávila, el de Cienfuegos, los grupos estelares de Matanzas hasta en el Pinar del Río, donde hay gente joven que mantiene el compromiso con la historia escrita por los hermanos Camejo.
“Sin embargo, a escala nacional todavía persisten aspectos restringidos en cuanto a otros niveles de reconocimiento, como pueden ser la inteligencia, la sensibilidad y la importancia que tiene el títere para la cultura cubana. Considero que existe cierta marginación en torno a los artistas que trabajan en el teatro de figuras animadas.
“Se sigue pensando que el títere es solo para niños, cuando el teatro de figuras desde sus orígenes no era para los niños. Que ellos se lo hayan apropiado se debe a la necesidad que tienen de jugar, de materializar los aspectos del objeto".
—¿Cuáles son las nuevas proyecciones del teatro Guiñol Nacional para los próximos meses?
—“Una de las actividades más interesantes que estamos haciendo en el Guiñol Nacional es la organización de la venidera Bacanal de teatro de títeres para adultos –prevista para el mes de noviembre- para, de alguna manera crear el nexo con aquella historia de los años 60, donde el títere para adulto estaba a la par de cualquiera de los otras manifestaciones de teatro en la ciudad.
“Aún se recuerdan títulos memorables como La loca de Chaillot, La asamblea de las mujeres, La corte del faraón, La Lomade Mambiala, Don Perlimplín, El Cartero del Rey.
“El Guiñol hoy se ha renovado con un personal nuevo que proviene de la calle. Es muy difícil que alguien en el Instituto Superior de Arte se interese por el teatro de títeres porque la Academia no le ofrece conocimientos de calidad para animar un muñeco. Solo se enseñan los aspectos históricos.
“Existen excepciones honrosísimas como Rubén Darío Salazar —que egresado con título de oro del ISA— fue a aprender bajo la guía de René Fernández y luego fundó Teatro de las Estaciones, o William Fuentes, quien junto al arquitecto Santiago Bernal –como diseñador escénico— crearon en su momento la Compañía Teatro 2, uno de los grupos más interesantes de la nueva generación.
“Por todo lo anterior hay que buscar al titiritero en la calle, debajo de las piedras como diría Samuel Feijoo, donde quieran que existan esos tesoros hay que encontrarlos.
“En eso está enfrascado el Guiñol: en encontrar a esos muchachos y tratar de fascinarlos para que se integren a un legado que obviamente les pertenece.
“Todos debemos superarnos, leer, descubrir nuevos métodos, enfatizar el desarrollo intelectual y la capacidad de criticar lo hecho, porque para eso existe la dialéctica. Ni siquiera yo estoy excepto de eso aunque tenga 74 años de vida y 52 de experiencia”.
—¿Qué sucederá por estos días en el TNG?
—“En esta novena Feria Titiritera de unipersonales recordamos el aniversario 35 de Redoblante, de Francisco Garzón Céspedes. Por eso el titiritero Lázaro Hernández, actor del TNG, le rendirá homenaje con la puesta de Redoblante, tío Conejo y los dos leones, una obra que se caracteriza por ser teatro de objeto, es decir todos los personajes son objetos animados por el artista frente al público.
“Otra de las puestas unipersonales será Lobito y su conciencia –un clásico de Rolando Arencibia- llevado a la escena por Eduardo López, de Teatro de Títeres El Trujamán.
“El fin de semana llegará el tributo a Onelio Jorge Cardoso con una versión de Francisca y la muerte que la titiritera Annia Sánchez ha titulado Érase una vez una mujer llamada Francisca; en tanto Yilian Fernández Alacal propondrá su puesta de El atrevido e intrépido quiróptero volador en busca de familia, basada en el cuento Pájaro, murciélago y ratón.
“Para el domingo, se presentará un programa concierto con el cuento de Nersys Felipe titulado Monte mar y otro de chocolate, bajo la dirección artística de Eduardo López.
“Finalizaremos con un homenaje a Adalett Pupo y su cotorra Alegría a cargo de la titiritera Migdalia Reyes quien llevará al retablo Muñeca de Chocolate, revista musical con el negrito, el gallego y la mulata, en versión del clásico escrito por Celia Torriente.
“Desde el 31 de julio comenzará el Wemilere Titiritero organizado a partir de leyendas afrocubanas. El programa dará inicio con el grupo Papalote y la obra Se durmió en los laureles de René Fernández Santana.
“Continuará con Ruandi, ese clásico de Gerardo Fulleda León, con los extraordinarios diseños de Karel Maldonado para el Guiñol de Holguín. Los ibeyes y el diablo es la propuesta de Adalett y sus títeres. El Guiñol Polichinela traerá La zambumbia de los comejenes y para el último fin de semana de agosto llegará el TNG con la obra Palo de guayaba”, concluyó Morales.
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