La Asociación Hermanos Saíz (AHS) se ha convertido en ese lugar donde los jóvenes hallan un remanso de creación en medio de tiempos difíciles, de hecho aún los más refractarios reconocen que el sistema de becas y premios que tiene la organización resulta envidiable para cualquier país, ya que no se sabe de un programa similar en todo el continente, cosa que además existe de manera totalmente gratis. Surgida como una necesidad y para cubrir los vacíos en el horizonte del crecimiento artístico, la AHS no le teme al irreverente, al que experimente, más bien tiene esa noción de vanguardia como punto referencial a la hora de elegir una militancia.
En cada uno de sus congresos, el gremio dejó claro que sus estándares estéticos están a la altura de lo más elevado y exigente. La AHS pudiera incluso hacer muchísimo más, pero cuenta con recursos limitados, que usa no obstante con una eficacia digna de elogio, una lección administrativa para el resto de las entidades de la sociedad civil cubana, incluyendo la Unión de Escritores y Artistas (UNEAC). Por otro lado, mientras en otros espacios se espera a cierta mayoría de edad de los autores, en la AHS se tiene una fe sincera en los que vayan surgiendo, causa que dio origen a las más recientes vanguardias que hoy prestigian a Cuba.
Son los jóvenes y sus ganas de hacer quienes han nutrido esta experiencia, de hecho muchos que viven hoy allende el mar, crean grupos de Facebook y siguen en una militancia férrea cada paso que da la organización, la cual más que eso ha funcionado como una hermandad en ocasiones. El espíritu de los hermanos Saiz, asesinados en medio de un crecimiento creativo prometedor, se ha adueñado de los miembros que hoy brillan en los panoramas de la música o la pintura. Prueba esta de que la juventud, lejos de estar perdida, se busca a sí misma constantemente y trata de inventar espacios alternativos donde sea el arte el punto de mira y no el consumo ciego o la obediencia a cánones convenientes en función de intereses pragmáticos. ¿Hay algo más socialista que eso? La asociación nos ha asociado, valga la redundancia.
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Más que socios, somos amigos, apoyos los unos para los otros, como sucede en la sección de literatura, cuando hacemos talleres y surgen ideas incluso mejores que las que llevamos en un inicio. Entender el arte como un estadio de gracia, una especie de iluminación, ha sido el camino ante otras escaseces como las que existen en el plano material o humano en tantas otras instancias. En la AHS cabemos todos, siempre que amemos y hagamos. Y en esa máxima se basa una militancia que he preferido antes que otras, aunque se conoce que el camino para los asociados no ha sido fácil, pues estuvo plagado de un cúmulo de subestimaciones y falta de comprensión.
He estado en no pocos espacios en los que ser joven y artista ya se mira mal, sin que te pregunten siquiera el nombre. El burócrata se acostumbró a una infamia universal que tiende a prefijarle conceptos a la realidad, de manera que es esta la que debe amoldarse a un pensamiento específico. Si algo logró vencer la AHS fue ese prejuicio y lo ha hecho mediante una obra inmensa, desde lo individual hasta lo colectivo, porque su huella puede verse en cada provincia, incluso en municipios y bateyes. El arte resulta el mejor argumento, en una pelea en que del otro lado solo está el vacío.
Para nuestro país es imprescindible que espacios como la AHS sigan existiendo, si queremos un futuro donde los estándares de una sociedad de hombres libres e iguales se sostengan,más hoy, cuando vivimos momentos en que desde el mercado se nos llama a cerrar los sentidos. Existe la eterna tentación de irse a otras áreas mejor remuneradas, donde priman lógicas instrumentales que pagan bien porque te mueras espiritualmente. A nadie le ponen una pistola en la sien para que deje de ser artista, pero un fajo de billetes y facilidades pesan demasiado en un universo plagado de arbitrariedad y falsos recovecos.
Desde la sección de literatura de la provincia de Villa Clara, incluso con mis visitas esporádicas a la sede nacional, he constatado que la AHS goza de salud, que sus miembros sostienen un activismo sin par, y que la mejor lección en la cultura cubana hoy proviene de ellos que impulsan proyectos siempre nuevos. ¿Queremos una muestra mejor que el Encuentro de Escritores Hispanoamericanos, que se hace en Santa Clara, en una filial supuestamente en los confines provincianos? Para brillar en la AHS solo hacen falta brillo y una idea, lo demás siempre resulta bien acogido, como pasa en estos momentos con la revista Zona Crítica, una propuesta que cumple con estándares académicos y viene a suplir los vacíos.
La gran diferencia entre un asociado y otro tipo de seres es que el primero siempre habla de hacer, de escribir, pintar, actuar, componer, mientras los demás se concentran en cómo vivir mejor. No hay nada más digno del legado de José Martí, no hay mejor patria que esa que ellos dibujan, ni hermanos más brillantes que estos Saíz de ahora.
OMAR MEDEROS
30/5/20 15:46
Muchas gracias estimado Mauricio Escuela.
Muy acertado tu trabajo acerca de la AHS. Ese siempre fue el espíritu y la esencia de la AHS.
Abrazos
Omar Mederos
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