El 29 Festival La Huella de España, celebrado en La Habana entre el 22 y el 25 del mes de abril, en hermoso gesto, dedicó sus actividades al centenario del natalicio de la eximia bailarina cubana Alicia Alonso. Merecido tributo a una figura que representa un punto cimero en el contexto de la llamada hispanidad, en los múltiples campos que la incluyen como bailarina, coreógrafa, maitre, gestora cultural y activa y solidaria colaboradora con el movimiento danzario de la nación ibérica. Nacida en un hogar cuyas raíces, tanto paternas como maternas, procedían de España, desde temprana edad sintió un profundo amor por la cultura española, en especial por sus bailes. En 1929, con solo ocho años de edad, residió con sus padres, Antonio Martínez y Ernestina del Hoyo y sus hermanos Blanca, Antonio y Elizardo, en la ciudad andaluza Jerez de la Frontera, donde aprendió jotas, sevillanas y malagueñas y a tocar las castañuelas, habilidades que trajo como regalo a su abuelo materno, el santanderino Elizardo del Hoyo. En su larga carrera como bailarina (1931-1995) la temática y los personajes españoles ocuparon un lugar principalísimo en su vasto repertorio, y con ellos cosechó grandes éxitos en escenarios de prestigio mundial: Goyescas de Antony Tudor, Caprichos de Herbert Ross; Circo de España de Carmelita Maracci, Capricho Español y Aleko de Leonide Massine, el pas de deux Don Quijote, de Petipa Oboukov, la danza española del II acto de Coppelia de Saint Léon o El sombrero de tres picos de Massine, en versión del argentino Rodolfo Rodríguez.
El 1ro. de agosto de 1967, con su debut en Carmen de Alberto Alonso, alcanzaría el punto cimero como intérprete de roles de raíz española, con éxitos que se extendieron por Europa, Asia, Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá. Esa cadena de triunfos tuvo otro hito en 1978 cuando estrenó en La Habana Ad Libitum de Alberto Méndez junto al célebre bailarín Antonio Gades, obra que alcanzó clamoroso éxito durante la primera visita del Ballet Nacional de Cuba al Metropolitan Opera House, de Nueva York y el Kennedy Center, de Washinton.
En 1988, como directora del Gran Teatro de La Habana, fundó el Conjunto de Danzas españolas de esa institución, del cual surgiría el actual Ballet Español de Cuba, que desde entonces ha jugado un valioso papel en la danza escénica de nuestro país. Y en febrero del siguiente año, el Festival La Huella de España, el cual inauguraría en el Castillo de la Fuerza, interpretando fragmentos del ballet Carmen, con lo cual inició ciclo como Directora del evento, que se extendió hasta el final de su vida y que ha permitido un rico intercambio artístico-cultural entre los dos países .
A partir de su primera actuación en España, en el prestigioso Liceo de Barcelona, en 1969, la Alonso realizaría un total de 41 giras que incluyeron 73 ciudades de los cuatro puntos cardinales de la amplia geografía española. En 1990, en el Festival de Música y Danza de la ciudad española de Palma de Mallorca, Alicia protagonizaría el ballet El poema del amor y del mar, con coreografía de Alberto Méndez, el cual fue llamado “El Encuentro del siglo”, al unirse ella, por única vez, a otros dos grandes mitos: el bailarín ruso Rudolf Nuréyev y la soprano española Victoria de los Ángeles.
Gran conocedora del talento español para el arte del ballet, dio apoyo a numerosos empeños destinados a dar un nuevo brío a la formación de entidades dedicadas a la enseñanza del ballet en ese país, cuyo ejemplo más notorio fue la creación, en 1993, de la Cátedra de Danza que llevó su nombre en la Universidad Complutense de Madrid, y que hoy continúa su labor como Instituto de Danza, en la Universidad Rey Juan Carlos, con sede en la localidad de Móstoles y en las actividades del Ballet de Cámara adscrito a él.
Por su larga y fecunda presencia en la vida cultural de España, nuestra ilustre compatriota se hizo acreedora de importantes distinciones, entre ellas la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica, la medalla de Séptimo Centenario de la Universidad Complutense de Madrid, el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Politécnica de Valencia, la Medalla de oro del Liceo de Barcelona, la de Miembro del Consejo de Cultura de Madrid y de la Asociación de Directores de Escena de España, la Placa de Honor del Ateneo de Madrid e innumerables reconocimientos por entidades y festivales de toda la nación española.
En el 1995 bailó por última vez en un escenario español, en la ciudad de Ibiza, durante una gira con el Ballet Nacional de Cuba e hizo su última visita al país en el 2017, a la ciudad de Segovia, donde recibió el título de Embajadora Mundial de la Danza, durante la celebración del Congreso de la Unesco para las Artes Escénicas, celebrado en tan histórico sitio. Galardón que deviene todo un símbolo en esta hora de recuentos y homenajes, tanto por el centenario de su natalicio, como para la historia de un Festival que ella fundó con tanta sabiduría y amor.
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