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jueves, 16 de enero de 2025

Enrique Bonne: El tambor no callará

Bonne no solo componía canciones, cultivaba emociones...

Dayron Chang Arranz en La Jiribilla 15/01/2025
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Enrique Bonne: El tambor no callará
Enrique Bonne, el artesano de los ritmos, ha partido, dejando tras de sí un camino sembrado de música, como semillas de tambores que germinan en cada corazón cubano.

Se apagó un tambor, pero su eco no muere. Hoy Santiago amanece con un llanto de conga rota, con un silencio que suena a Pilón ausente. Enrique Bonne, el artesano de los ritmos, ha partido, dejando tras de sí un camino sembrado de música, como semillas de tambores que germinan en cada corazón cubano.

Bonne no solo componía canciones; cultivaba emociones. Sus melodías eran como ríos que bajaban del monte, caudalosos, imponentes, llevando en sus aguas las historias del pueblo, sus alegrías y sus penas. Era un sembrador del ritmo, y cada compás que salía de sus manos tenía el sabor del azúcar, el calor del sol, la fuerza de los machetes.

    “Se apagó un tambor, pero su eco no muere”.

El Pilón, su hijo predilecto, nació del trabajo, del sudor, del canto de las cañas y del tambor que se alzaba en la molienda. No fue solo un ritmo; fue una celebración de la vida, un latido colectivo que puso a bailar a Cuba y más allá. Pacho Alonso lo convirtió en voz, pero fue Bonne quien le dio el alma, como un orfebre que moldea el oro hasta hacerlo arte.

Santiago de Cuba lleva hoy una grieta en su tambor mayor. Bonne fue más que músico; fue su cronista. Cada canción, un retrato de la vida cotidiana. Cada ritmo, una fotografía del alma cubana. Era como un puente de acordes que unía generaciones, un maestro que tejió con sus manos un legado que no conoce fronteras ni tiempo.

Hoy, el viento trae un murmullo de carnaval callado. Las calles de Santiago se sienten más anchas, más vacías. Pero en cada esquina, en cada esquina, se escucha todavía el eco de “Dame la mano y caminemos”.

Bonne no se ha ido del todo. Está en el tambor que resuena en la lejanía, en la voz de quienes aún cantan sus boleros, en el alma de Cuba que siempre llevará su ritmo.

Se fue el hombre.

Quedó el latido.

El tambor no callará.


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Dayron Chang Arranz


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