Seguramente no tendría ni el más mínimo chance de competir en el concurso Adolfo Guzmán –show de marras– donde se premia letra y canción, pues carece de lo uno y lo otro. Pero en Cuba, es La Chambelona una de las piezas musicales más populares y repetidas de todos los tiempos. (Y hasta dio nombre a una guerra civil). Durante décadas ha recorrido las calles, los parques y rincones menos imaginados de la Isla, cantada por diferentes generaciones que han variado los versos acomodándolos a sus épocas, gustos e intereses. Su arraigo en nuestra cultura está más que demostrado.
¿Qué la inspiró? ¿De verdad surgió durante la campaña política de 1916, cuando los conservadores de Menocal y los liberales de José Miguel Gómez sacaban chispas solo de mirarse? No falta quien afirma que el estribillo era ya conocido en la colonial década de 1880. ¿Nació en Camajuaní o en Chambas, como se dice; o en otro lugar? ¿Es una música original? También está la creencia que es una adaptación de ritmos africanos o de una vieja cancioncilla española. ¿Brotó realmente del genio de Rigoberto Leyva, o del despecho del chino Mateo tras ser “premiado” por una prostituta, o quién es su verdadero compositor? Al parecer, estas interrogantes no tienen todavía respuestas que hayan acertado en el clavo de manera incuestionable. “Ae, ae, aeee… la chambelona” sigue siendo un eco de enigmas.
Sin pretensión de contradecir ni menospreciar los numerosos artículos e investigaciones, que a lo largo de años han tocado los orígenes y derroteros de esta famosa canción, tan seductora como la golosina que recuerda su nombre, aporto dos versiones menos conocidas –de autores distintos, distantes en tiempo y espacio, pero coincidentes en algunos detalles– en un intento por arrojar nuevas luces sobre esta historia.
Una página olvidada
Hace muy pocos días murió en Santa Clara, olvidado de todos y en la mayor miseria, Rafael Hurtado. La noticia en esta forma con seguridad que nada dice al corazón y a la mente de muchos cubanos, pero cuando se añade que Rafael Hurtado fue el creador de ‘La Chambelona’ –el pegajoso y bullanguero himno del Partido Liberal– se hace referencia de pronto a toda una etapa de Cuba republicana. Así valora José Lorenzo Fuentes en su trabajo periodístico “Murió el verdadero autor de La Chambelona”, que vio la luz en la revista Bohemia del 30 de agosto de 1953.
En este texto apenas revisitado se revelan detalles de la última entrevista que concede Rafael Hurtado Blanco, en su lecho de muerte. Al compositor se le hacía difícil la conversación; apenas hablaba unas cuantas palabras y ya se le notaba el cansancio. Su pecho subía y bajaba angustiosamente y se le entrecortaba la respiración, describe el articulista; quien enterado del grave estado de salud del veterano, corre a visitarlo en su humilde hogar de la calle Caridad casi esquina Colón, en la urbe santaclareña.
A pesar del trance, el enfermo hace un gran esfuerzo y habla sin parar, como quien está convencido de que no tendrá otra oportunidad para contar su verdad recóndita. A continuación, expongo –textualmente– el testimonio que ofrece al entrevistador:
Creé este ritmo para incorporarlo a una banda de circo donde tocaba, allá por Santiago de Cuba, en el año 1912. Este circo era el “Kentucky”. El primer nombre que tuvo mi composición fue “La Tambelona” que luego sustituí por el de Chambelona, palabra que resultaba más pegajosa. De Santiago vine con mi música para acá, para Las Villas. En el año 1916, siendo Menocal presidente de la República, el Partido Liberal presentó la candidatura presidencial del doctor Alfredo Zayas y del coronel Carlos Mendieta. En plena campaña electoral surgió mi música y con un conjunto que yo dirigía comenzaron a amenizarse los actos de la calle al son de “La Chambelona”.
Según relata Hurtado, quien además declara ser liberal furibundo desde 1906, la campaña política de ese partido en Las Villas tenía su cuartel general en el ingenio azucarero “Fe”, propiedad de don José María Espinosa y localizado en el municipio de Camajuaní. Recuerda que, como parte de ese ajetreo electoral, tocaban a menudo el tema durante las veladas nocturnas realizadas en la casa del doctor Sánchez del Portal, candidato a gobernador. Todos los anteriores elementos los volcó en su Chambelona, cuya primera letra, aclara, decía así: Viva Gómez y viva Zayas/ y el valiente Coronel,/ viva Sánchez del Portal/ y el cornetín Rafael.
Fíjese en lo del cornetín Rafael. Eso demuestra que soy el verdadero autor de La Chambelona. El que quiso robármela fue un mecánico del central “Fe” que me la oyó tocar, afirma el anciano a su interlocutor, y le especifica que su amigo el general José Miguel Gómez fue el primero en advertir que la tonada tenía sandunga para calar en el ámbito político. Por eso lo lleva a La Habana, donde –a falta de Guzmán– la creación musical deviene exitazo callejero y se pone de moda. Junto a Tiburón y compañía recorre El Cornetín de oriente a occidente la Isla, con su toque empalagoso remolcan multitudes y, finalmente, consiguen derrotar en las urnas al Mayoral de Chaparra. Pero este da “la brava”; o lo que es lo mismo, mete “una cañona” y se aferra a la silla presidencial. Por ese motivo y las relaciones irreconciliables entre ambos partidos, los liberales se alzan un año después en la llamada Revolución de La Chambelona; que dicho sea de paso, duró menos que una auténtica chambelona en la boca de un colegial.
En la crónica santiaguera
Curiosamente, existe una segunda versión que comparte algunos de los detalles referidos, aunque es distante en lugar y fecha de publicación. En sus Crónicas de Santiago de Cuba. Era republicana (Tomo II) –libro que reconstruye el pasado desde la compilación de noticias publicadas en periódicos antiguos– el escritor y periodista Carlos Forment registra que el 30 de agosto de 1912, se encuentra actuando en terrenos del Campo Rojo el circo ecuestre Kentucky, muy modesto por cierto. Entre los músicos de su pequeña y bullanguera orquesta, figura el cornetín Rafael Hurtado Blanco, autor de un danzón que estrenó, tocándolo aquí por primera vez con el título de ‘Tambelona’.
Prosigue el cronista señalando en su escueta anotación que pocos años después aquella pieza musical, “intrascendente y vulgar”, adquirió popularidad nacional durante la campaña política de 1916, pero bajo el nombre de La Chambelona. Coincide Forment en aseverar que fue lanzada –¿o relanzada, no?– por Hurtado en Las Villas, y con los mismos versos ya mencionados en el testimonio de Bohemia. La letra, agrega, fue variada procazmente pues contenía injurias contra la esposa del general Menocal.
Aun cuando estas versiones no tengan la verdad absoluta en la mano, no dejan de sorprender los puntos de coincidencia y las fundamentaciones de los argumentos. Ambas versiones contribuyen –como mínimo– a sugerir que probablemente se está frente a un personaje histórico. Con apenas 48 pesos de pensión, enfermo y sumido en la mayor pobreza murió el cornetín Rafael Hurtado, a mediados de 1953. Entonces se machacaba que el Partido Liberal había quedado en deuda por abandonar a uno de sus más definidos militantes. En paralelismo, me surge la duda de si todavía tenemos pendiente el digno desagravio ¿al verdadero autor de La Chambelona?
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.