lunes, 23 de septiembre de 2024

El rock: mucho más que aquellos raros

El rock es mucho más que prácticas, imaginarios sociales o algunos de los subgéneros; es manera de pensar o comprender el mundo...

Yuliet Teresa Villares Parejo en Exclusivo 21/07/2018
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Rock sin miedo a nada
Rock sin miedo a nada.

Crecí escuchando un buen son, viendo a la gente moverse al compás del ritmo contagioso. En mi barrio en las fiestas populares se tomaba caldosa, jugaba dominó o los muchachos (incluida yo) tenían un buen partido al “cuatro esquinas”. Por razones muy obvias dejé de hacerlo, el crecimiento, la adolescencia, nuevas aspiraciones, la entrada a la universidad.

Llegar a una ciudad tan bohemia, diversa e intensa como Santa Clara hizo que mis imaginarios sociales, perspectivas, formas de análisis cambiaran drásticamente. Vivir casi cinco años en esta ciudad a cualquiera le trasforma la vida y hasta el pensamiento.

 La primera vez que me sentí aterrada fue cuando uno de los estudiantes que frecuentaba mi beca, de pelos largos, uñas pintadas, accesorios un tanto extravagantes, aretes, se acercaba con otros de la misma “pinta”. Eran definitivamente rockeros y yo pensaba que estaban locos. Lo más que había escuchado era a los The Rolling Stones, tal vez uno que otro disco, o, había visto algún video alegórico. Pero nunca “en vivo” estuve tan cerca alguno, como para yo ver tantos detalles.

Y por esos golpetazos de la suerte, del karma o destino, llámese como se llame, los seguí viendo tarde tras tarde, ahora con otros niveles de detalle. Las conversaciones se hicieron acompañar de música, algunas bandas que nunca imaginaría escuchar o textos que jamás pensaría leer. Es que el universitario no solo consume música de este género, sino que las investiga, las debate, incluso las socializa de manera brutal.

Como ya había cierto compromiso decidí, en una de las ediciones, asistir al festival que más los motivaba, Brutal Fest. Entonces sí, no solo era ver y escuchar a algunos poquitos, sino a algunos cuantos, que con desmesurada soltura lograban hacer movimientos realmente sorprendentes.

Recuerdo aquella noche, hizo mucho frío, demasiado diría yo. No solo había bandas cubanas, de las que conocía muy poco, sino de todo el mundo. Una cita que, sin dudas, lo hacía más interesante, mucho más comprensible. Vueltas, brincos, bajos sonidos en la tesitura de los cantantes, estridente guitarra, una armónica hexagonal, acordes en primera y cuarta posición. Definitivamente aquello se alejaba de lo que yo consideraba tradicional, de aquellas prácticas del barrio, de los cantos simétricos, o del estribillo pegajoso. Esta eran otras maneras de hacer, algunas más excitantes.

Como si no bastara, meses después me lanzo a otra aventura con estos, que se habían convertido en mis amigos. Llegada de madrugada a Holguín… Romerías de Mayo prometía muchísimo. Yo asistía a un evento teórico, “Memoria Nuestra”, ellos buscaban a sus colegas y al lugar que consideraban sagrado.

La guitarra aúlla como el abismo, Paranoid y los dioses del protopunk se adueñan de la luz roja, imitación de Tony Iommy sobre la escena tropical. Demasiado repetido, pero todavía eléctrico. La presentación termina, inicia la música grabada y los asistentes comienzan a corear: going down/ party time/ my friends are gonna be there too, casi un himno nacional entre los raros… pero las luces se apagan y todo es silencio. Son menos de las 12:00 en el número 271 de la calle Maceo y, a esa hora, no hay nada más ensordecedor que el silencio.

Reviso el cartel de la puerta antes de que alguien se lo robe, es un puño cerrado sobre una estrella roja, arriba dice Etsaiakeroak, no sé qué significa, pero igual la banda irradió energía sobre el escenario. Un poco más abajo Jeffrey Dahmer, Espoleta, Zeus, Les Respetables, Mephisto, Dane Overton, y otros ilegibles; al parecer son los pocos participantes en las Rockmerías. Es normal, hace años que entró en coma el espíritu del rock, por lo menos en Holguín.

Hoy en día me siento mejor bajando la calle al encuentro rockero, me tropiezo con la editorial de los jóvenes creadores Ediciones La Luz, donde hay otros amigos. Me siento, y algunas palabras nacen como proyecto o necesidad, no sé. Un libro para recoger la memoria histórica es lo mejor que puede suceder. Escaleras al Cielo, el rock en Holguín es el ejemplar que una vez se soñó, y hoy está a la disposición de todo el pueblo cubano.

Definitivamente, el rock es mucho más que aquellos raros, o eventos, o voluntades. El rock es mucho más que prácticas, imaginarios sociales, o algunos de los subgéneros; es, sin duda, una manera de relacionarse, de establecer redes, es una manera de pensar o comprender el mundo. No se es rockero porque sí, se es por convicción.

Hoy no solo escucho son, trova, chachachá, salsa, reggae, bossa-Nova, o cualquier otro ritmo interesante. También escucho rock y no solo a los The Rolling Stones, sino a las decenas de agrupaciones cubanas que saben reinterpretar historias y confirmar estilos, a lo cubano, a lo oriental y a lo diverso.


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Yuliet Teresa Villares Parejo

Licenciada en Estudios Socioculturales. Escritora avileña y correctora de prensa.


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