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viernes, 27 de diciembre de 2024

¿El método o la consagración?

Los valores universales presentes en la obra de Carpentier trascienden las barreras de una época...

Iris Leydi Madera Iglesias en Exclusivo 29/04/2017
1 comentarios
Portada del Libro-El Siglo de las Luces-Alejo Carpentier
El siglo de las luces, novela histórica del escritor cubano Alejo Carpentier.

¿Cuál fue su recurso Alejo?, quise preguntárselo enseguida cuando encontré, por fin, en una biblioteca pública, cierta edición amarillenta de El siglo de las luces, de esas que tienen la carátula dura y pequeñas mordidas de comején. Sin soltar aquellas páginas perfumadas con el olor del tiempo, apenas logré dormir durante tres noches. 

En ese entonces, cursaba el segundo año de Licenciatura en Periodismo y en el aula bromeábamos tildando de carpenteriano a alguien cuya redacción parecía un ensarte de las más difíciles palabras recién sacadas del diccionario, mas, en el fondo, sabía yo que no era así de simple la técnica del autor responsable de mis desvelos.

Su escritura  catalogada de barroca por los teóricos, llena de imágenes hipertextuales, con alusiones a terminologías propias de diversos idiomas, culturas y manifestaciones artísticas, quizás resulte por momentos incomprensible, pero nadie negará que le ha ayudado, al menos a cultivar más la inteligencia.

Me enamoró la erudición este hombre, de padre francés, madre rusa y corazón cubano, con una  cosmovisión capaz de poner al individuo como activo sujeto y dueño de su propio destino, sin desligarlo de creencias ni tradiciones. Lejos de grandes análisis sobre la psicología de los personajes, el vínculo entre la acción y el contexto dan al lector las pautas. 

Seguí las correrías de Víctor, Esteban y Sofía por la vieja casona habanera que encontró las banderas de la ilustración francesa con la llegada de Víctor Hugues, quien también les colmó de nuevas ideas cuando se los llevó a París y luego a otros lares, aunque, de regreso a Cuba, la guillotina no haya servido de mucho.

Así logró Alejo Carpentier unirme a la pléyade de sus seguidores. (Sorprendida quedé de mí misma, pues la experiencia con El reino de este mundo en las clases de Español-Literatura, casi al final del preuniversitario, resultó tediosa). Rebasada la adolescencia entendí la verdadera dimensión de aquella obra, más allá de la mitología de Mackandal y las peripecias del negrito Ti Noel.

Lo real maravilloso trasciende la teoría literaria para reproducir en un examen pues roza lo histórico y filosófico, un modo de concebir el continente y sus procesos sociales: “Y es que, por la virginidad del paisaje, por la formación, por la ontología, por la presencia fáustica del indio y del negro, por la revelación que constituyó su reciente descubrimiento, por los fecundos mestizajes que propició, América está muy lejos de haber agotado su caudal de mitologías. ¿Pero qué es la historia de América toda sino una crónica de lo real maravilloso?”.

Tras repasar El Siglo de las luces, continué con otros textos: Concierto Barroco, Ecue-Yamba-O… La consagración de la primavera se convirtió en uno de mis favoritos, ya lo dijo el artífice al calificarla como “la más ambiciosa y larga, a la vez la más política, resuelta y decididamente revolucionaria”.

Aunque para esta lectora de guagua, parque o cualquier lugar, fue arduo cargar toda una semana con aquel librote en el trayecto de 15 kilómetros entre la casa y la universidad, valió la pena enredarme en las historias de Enrique y Vera, que alternan voces en primera persona para contar su evolución, jugando con los tiempos verbales y técnicas narrativas, mientras los ensayos del ballet de Stravinski convergen con la Revolución Cubana, la invasión mercenaria por Bahía de Cochinos, otras puestas en la escena de lo factual.

Con El recurso del método, experimenté lo que la mayoría: comencé a cuestionarme ¿qué es realmente un tirano?, ¿dónde guarda sus máscaras?, ¿hasta qué punto pierde su condición humana? Después vino el relato de mi mejor amiga sobre la sinopsis de Los pasos perdidos (que aún no logro conseguir).

Ha pasado el tiempo y ya es inevitable rendirme ante la pasión periodística. A veces pienso, si este señor no hubiera fallecido en abril de 1980, ¿habría tenido un día la oportunidad de entrevistarlo y “sacarle” alguna  de sus fórmulas? ¿Sería mucho ambicionar? Unos le atribuyen el éxito a escribir en son de acordes musicales; otros, a su profundo conocimiento del mundo circundante. Pero solo él sabe la respuesta. ¿Verdad, Alejo?


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Iris Leydi Madera Iglesias

Se han publicado 1 comentarios


dlopez
 5/5/17 18:03

También soy carpenteriana, tengo casi todos sus libros y pienso que es uno de los escritores latinoamericanos más importantes del siglo XX.

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