//

martes, 19 de noviembre de 2024

El humor es algo serio

Grande es el costo, en los pequeños pueblos del interior, por acceder a uno de esos contrahechos shows de “comediantes de cabaret”...

Mauricio Escuela Orozco en Exclusivo 13/06/2018
1 comentarios
Humor
La comedia es algo serio y no vale tomársela con la ligereza de un mercadillo.

Cierto es que el humor tiene un matiz no complaciente, que denuncia los males y nos hace reflexionar sobre las verdades más inmediatas. En tal sentido tenemos en dicho género una primerísima forma de periodismo de opinión, desde comediógrafos griegos como Aristófanes hasta el absurdo de Ionesco. Quienes hoy tratan de llegar a los entresijos de las épocas de la colonia o de la república en Cuba buscan en el teatro bufo o en las mil y una representaciones de la realidad. Vernos en el espejo ha sido, ya lo dijo Jorge Mañach, un choteo constante, una indagación.

No obstante hay, en cierto humor, lo mismo que se ha producido en otras manifestaciones del arte para el consumo: la banalidad complaciente. Se hace un sucedáneo que intenta remedar los viejos papeles del humor sin que ello se logre, en ese ejercicio se olvidan ingredientes como la inteligencia, el absurdo, los juegos de palabras, los equívocos, el uso de la lógica, etc. Dicho humor se hace en cualquier trastienda y pasa de un autor a otro sin que nos enteremos de estilos individuales, escuelas de pensamiento, críticas auténticas, lógicas propias. Se procede como en una fábrica de salchichas, donde un chiste es casi exacto al otro, mientras el público o se va o se moldea.

Todavía resuena en nuestros medios “La tremenda corte” y todos los personajes que hicieran la delicia de los que por entonces consumían un humor que, sin dejar de ser cubano, alcanzaba a cualquier tipo de público. Las concesiones en el arte suelen resultar gajes del mercado, para complacer cierta tendencia estupidizante que nos ha caído encima a partir de los shows mediáticos facturados en las grandes cadenas. Ejemplos como el desaparecido Sábado Gigante han prohijado pequeños engendros que pretenden hacer humor a partir de la burla vana, de la frase hecha.

¿Cuántos programas han pasados al olvido, tras ocupar los espacios estelares del sábado y del domingo en la noche?, desde Sabadazo no se logra la fórmula exacta de humor, música y cultura. Sabemos que uno de los géneros mejor pagados en nuestros medios es tal tipo de programas, sin embargo, de nada vale la producción cuando no tenemos el cerebro y el humor puestos en las miras y las coordenadas correctas. La comedia es algo serio y no vale tomársela con la ligereza de un mercadillo.

Sin entrar en nombres (o ejemplos demasiado alusivos), se sabe de cierto humor hecho para cabarets donde prima la burla al homosexual, el gordo, el feo o la flaca. Acudir a una de esas improvisadas descargas de mal gusto deviene en riesgo de sufrir ataques de parte del “comediante”. Por otro lado, pareciera que dichos espacios públicos son coto libre para usar las peores groserías, cosa que por suerte aún no sucede en la televisión. Mejor camino ha tomado el teatro del absurdo cubano, parodiando el presente desde obras como Harry Potter se acabó la magia, donde a través de la parábola vemos a trasluz las sombras de esta y otras sociedades.

No se concibe escribir arte sin ser artista, y sabemos que al mercado cada vez más consumista no le interesa elevar el nivel de las masas, sino dejarlas en un papel cada vez más bajo y poco participativo. El chiste aparece ya hecho, usted no debe elaborar nada, las risas, incluso, son grabadas. Ya Ray Bradbury, en su genial novela Fahrenheit 451 avizoraba un futuro donde las paredes de las casas estuvieran compuestas por pantallas, y constantemente supuestos humoristas te hacen reír, porque reflexionar resulta peligroso.

En tal sentido, recordemos que el papel de la comedia desde los griegos fue servirle de contrapartida a la tragedia. Si esta última señalaba los ejemplos a seguir en la sociedad, al humor le constaba la parte más deleznable y ridiculizante. En Cuba, sobre todo en las tablas, tal sigue siendo la tónica, sobre todo a partir de la constante actualización del teatro mediante festivales, intercambios, estudios de superación, etc. Pero está ese otro humorista “de la calle”, cuyo papel no rebasa un simple plano televisivo o la carcajada ensayada del cabaret y, por desgracia, cobra mucho más dinero que el verdadero actor, aquel que deja la vida en el escenario.

¿Cuánto no cuesta, en los pequeños pueblos del interior, acceder a uno de esos contrahechos shows de “comediantes de cabaret”? ¿Qué tipos de chistes estamos pagando?, ¿qué arte se promueve más? Existen instituciones como el propio Centro del Humor que debiera tomar cartas, hacer estudios de audiencia, echar mano a las tesis de las diferentes universidades acerca del tema, crear más cursos de capacitación, ser rigurosos con quienes entran en el “negocio” de la comedia fácil.

Hace unos años se “regó un chistecito por la tropa”, más bien por toda Cuba a través del Paquete Semanal, dos niños en un dibujo animado discutían en los términos más soeces, hasta que la mujercita gritó llena de ira ¡y esa p…! No había otro chiste, era solo eso; mas bastó para que se hiciera viral y viéramos a los niños de la primaria repetir por las esquinas la misma escena, también a adolescentes y jóvenes. Una muestra de hasta dónde la banalidad del mal en la comedia puede moldear los públicos, llevando el gusto al extremo de ser no solo malo sino de desaparecer.

Para colmo, cierta revista que se precia de alternativa le daba salida y espacio a aquel chiste viral; mal periodismo, mercado y pobreza de ideas se daban la mano. El Humor, con mayúsculas, es serio, quien no lo entienda que no lo haga. Así de simple.


Compartir

Mauricio Escuela Orozco

Periodista de profesión, escritor por instinto, defensor de la cultura por vocación

Se han publicado 1 comentarios


sachiel
 13/6/18 16:17

Por cierto, como exito rotundo de esa formula, ya salio el segundo corto de la ilustre Yesapin Garcia, ahora en Miami según parece, y con la misma frase al final. Una pena que los ilustradores de "Danny y el Club de los verracos"se hayan ido por la banalidad, al igual que otros "celebres" comediantes que hablan toda sarta de boberias, esperando caer en gracia para que les crean graciosos...

Deja tu comentario

Condición de protección de datos